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Llegar a La Molina, el último día de la temporada de verano, resulta algo desolador. Nos encontramos un lugar desierto, muerto y sin vida y sin embargo, disfrutamos de un entorno privilegiado y adecuado para caminar (si no te gusta caminar, no vayas a La Molina en verano)

 

Durante el mes de Mayo se celebró en Gijón el Travel Blogger Meeting que anualmente reúne a cientos de bloggers de viajes en un único lugar. Allí, Demediterraning, una agencia de viajes especializada en Cataluña, sorteó un fin de semana en La Molina con la intención de dar a conocer la problemática del lobo en España, a través de la colaboración con el proyecto «Udols de Llop» (aullidos de lobo), en el que, a través de diversas actividades dan a conocer la problemática de un animal tan injustamente tratado a lo largo de la historia y que hoy en día están intentando recuperar.

 

Podéis leer más sobre el tema en Proyecto aullidos.

 

Pues bien, ese fin de semana le tocó a Rubén.

 

barcelona desayunando
He de reconocer que nos pensamos mucho, muchísimo, si ir o no ir. Por un lado nos apetecía muchísimo pasar ese fin de semana en un entorno tan espectacular como el que nos imaginábamos que sería el de La Molina, una estación de esquí que durante el verano se adapta a la ausencia de nieve, dando a conocer otro de los múltiples encantos que tiene esta zona de Gerona, su paisaje.

 

Bien, el punto en contra era su situación. Llegar desde Asturias a Gerona no es fácil, y más si tenemos que acceder a La Molina. Tras la primera búsqueda de vuelos vimos que la cosa estaba complicada y que ya en vuelos nos iba a suponer un deselvolso de 300 euros. Esto, para llegar a Barcelona, que desde ahí todavía teníamos que llegar a La Molina.

 

Nos planteamos ir en coche, pero ya se sabe, salir de Asturias cuesta bastante, y entre peajes y gasolina volvíamos a llegar a los 300 euros de gasto, eso contando que teníamos que invertir unas 10-12 horas en llegar.

 

No podíamos asumir ese coste para pasar una sola noche en Gerona, así que pensamos que tal vez podíamos aumentar los días, pero … el presupuesto se nos iba.

 

Al final, tras pensarlo detenidamente y organizar alguna otra cosa para no tener que volver a Barcelona en el mes de Noviembre, unido a una oferta en el vuelo hizo que por fin nos decidiéramos. Iríamos a La Molina el fin de semana de mediados de Septiembre.

 

barcelona puerto

 

Este era el último fin de semana que las actividades de verano de La Molina se iban a realizar y la verdad es que no esperábamos encontrarnos con lo que nos encontramos.

 

Reconozco que habíamos leído poco, por no decir nada, sobre el destino antes de ir. Los intensos meses de verano, entre trabajo y preparación del nuevo proyecto que teníamos entre mano, nos dejó poco tiempo para la organización. Por otro lado, tampoco en demediterraning, nos comentaron en que consistía la actividad que íbamos a desarrollar, así que pensamos que todo el tiempo que pasaríamos allí lo tendríamos ocupado. Pero no fue así.

 

en el tren de barcelona a la molina

 

Una vez que llegamos a Barcelona, para ir a La Molina, teníamos que coger un tren, tren en el que nos dejamos 12 euros por trayecto y persona, es decir, un total de 48 euros. Salen cada 3 horas más o menos así que esperamos hasta las 3 de la tarde para partir en esa dirección. Poco antes de que el tren saliera, una llamada telefónica nos comunicó el desenlace de la historia: No podríamos hacer la actividad con «Udols de Llop«, ya que el guía que nos iba a acompañar, por motivos familiares, no podría hacerlo. Bueno, no pasaba nada, La Molina tendría, seguro, algo que ofrecernos.

 

Al llegar a la estación de tren intuí lo peor. Aquello estaba desierto. No había nadie, ni por las calles, ni se oía ningún ruido, nada. Silencio. Buscamos un taxi. Nada. Silencio. Encontramos a un señor. Le preguntamos. Respuesta: «Cuatro kilómetros caminando en aquella dirección». Y señaló con el dedo.

 

Bien, pues… a caminar. Y caminamos. Cuesta arriba. Con las mochilas. 3 kilómetros, no fueron cuatro y cuando llegamos al Aparthotel yo ya no daba más. Caminando, con vestido y en sandalias. Solo pensaba en que menos mal que habíamos llegado a las 6 de la tarde, porque llegar a aquí, a las 3 de la tarde, con el sol abrasando nuestros cuerpos, hubiera sido mortal.

 

atardece en La Molina Gerona
Llegué medio deshidratada, pero llegué con la suficiente dignidad como para que los empleados del hotel alabaran el que hubiésemos llegado andando. Fue esa amabilidad recibida al llegar la que hizo que, de repente, todo el cabreo y mal humor que llevaba acumulado, se me fuera de golpe.

 

Como sabían que nuestra actividad se había cancelado, con muchísima amabilidad y disposición, nos solucionaron el fin de semana y ya que sabían, que por andar no iba a quedar, nos indicaron unas cuantas rutas que podíamos hacer al día siguiente. Así que en un momento, teníamos todo organizado.

 

Y para cenar, solo teníamos una opción abierta: El torb.

 

Con el agotamiento que llevábamos nos vino de maravilla meternos en el SPA del Aparthotel, pequeño pero lo suficiente para relajarte tras un día agotador y suponemos que lo más adecuado tras un día en la nieve.

 

El Aparthotel Guitart nos pareció mucho mejor de lo que esperábamos. Un apartamento amplio, con todas las comodidades, una cocina pequeña pero suficiente, un gran salón, una habitación y un baño. Todo con amplitud para disfrutar de un fin de semana completo y con espacio.

 

Aparthotel Guitart la molina (2)

 

Aparthotel Guitart la molina (3)

Después de este momento «relax», nos pusimos monos y nos fuimos a cenar. Resultó que El Torb, cubrió con creces todas nuestras expectativas.

 

Un restaurante decorado con motivos americanos (la cuenta para una enamorada de ese país), y un camarero que supo aconsejar, sobre todo con el vino que debíamos tomar. La cuenta no fue baja, pero tampoco elevada para lo que tomamos este día: Un plato de huevos con foie y trufa; un plato de magret de pato con salsa de frutos rojos y naranja; de postre unos saquitos de chocolate blanco (exquisitos); más el pan y el vino, todo por 48 euros.

 

la molina El Torb

 

 Y este brindis final por todos vosotros y por quienes han hecho posible nuestro fin de semana en La Molina: DeMediterraning.

 

la molina cena El Torb

 

Tras esta suculenta cena, nos fuimos a dormir. Nos habíamos levantado a las 5 de la mañana y las horas y la caminata se hacían notar. Además, todavía quedaba un largo día que disfrutar en la Molina, pero eso sería…. otro día.

 

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4 Comentarios

  1. Hola María,

    Vaya día mas accidentado! Es una pena que no pudierais hacer lo de los lobos, parecía interesante. Ojalá que el día siguiente fuera mejor, así que esperamos leer el siguiente post 😉

    Saludos

    • La verdad es que sí, nos apetecía un montón las actividades con los lobos, pero bueno, el fin de semana no resultó del todo malo. En el siguiente día hicimos un montón de cosas y lo disfrutamos, la verdad.

      Un saludo.

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