The Sands at Chale Island

Comenzaba nuestro primer día completo en este paraíso, en The Sands at Chale Island, y comenzaba muy temprano. El día anterior lo habíamos acabado agotados, después de casi dos días sin dormir, o durmiendo mal y  poco.

Nos levantamos muy temprano. Teníamos ganas de aprovechar al máximo el único día completo que pasaríamos en The Sands at Chale Island. Tras un despertar relajado y sin prisas, me asomo a la terraza de la habitación. Intento respirar el aire fresco que corre a esas horas a la altura de nuestro segundo piso. En el horizonte un mar lleno de colores. Me siento afortunada, la verdad, por estar hoy aquí, por haber llegado hasta aquí y por poder contemplar este sitio tan increíble.

Tras mis divagaciones mañaneras  nos vamos a desayunar. No  hay nada como un buen desayuno cuando estoy de vacaciones, bueno, realmente siempre hay que desayunar bien, pero con las prisas y el estrés de mi día a día muchas veces paso por alto o muy rápido esta parte tan importante del día y que a mi me gusta tanto disfrutar. Por ello es por lo que le presto tanta atención cuando puedo, es decir, cuando estoy de viaje.

Un buen desayuno después nos vamos a la piscina. Queríamos recorrer todo el hotel, conocer todas sus partes y aprovechando que la marea estaba alta y que los colores del mar todavía no eran los que a mi me gustan, decidimos pasar las primeras horas de la mañana en la piscina del hotel, una piscina con un diseño muy original, en forma de río circular y un bar en el centro. Me gustó este concepto. Aprovechamos para sacar fotos y fue en este preciso momento cuando me apetecía sacar fotos a  todos los rincones, todo me parecía una maravilla.

Descansamos un rato en la tumbona después de un buen baño, pero enseguida me empezaron a llamar la atención muchas cosas. Justo al lado de mi hamaca había un árbol y por él pasaban insectos y pájaros de todo tipo, todos muy raros. Nunca había visto nada semejante. Como además estaba estrenando cámara de fotos, empecé a hacer pruebas con ella. Menudo sitio para aprender a utilizar una cámara. También empezamos a ver a marineros que se preparaban para salir a pescar, gente local que paseaba por la playa, barcos y barcas en la lejanía. Todo me parecía muy fotógenico y mi cámara no paraba de hacer «clic».

Entre una cosa y otra fueron pasando las horas y era el momento de trasladarnos de lugar, buscar un sitio con buenas vistas, o mejor dicho, con vistas mejores. Nos fuimos a la playa.

Una comida, unos baños, unos paseos por la playa. En eso fue pasando nuestro día. Mientras Rubén hacía su primer snorkel yo aprovechaba para dar unos tranquilos paseos por la playa y sacar fotos, muchas fotos, que es lo que más os puedo ofrecer del día de hoy.

Hasta tuve la suerte de que casi se me cayese encima un paracaidista de los más de diez que aterrizaron en la playa. Más tarde sabríamos que esta es una actividad muy frecuente en Diani Beach que hay gente que se traslada desde Nairobi, un ida y vuelta en avión en el mismo día, única y exclusivamente para hacer esta actividad.

Y llegó la hora de cenar. Y cenamos y cenamos bien y tras la cena, como hoy era nuestra última noche aquí, quisimos aprovecharla, y nos fuimos a tomar unas copas, con el ritmo keniata de un grupo de animación que había venido a enseñarnos lo que eran los cánticos y los bailes más típicos de la costa de Kenia.

El día no daba para mucho más, habíamos pasado las horas disfrutando de las vistas, de la costa, de los paseos y sobre todo haciendo lo que habíamos venido a hacer: descansar y relajarnos al sol de Kenia.

Si quieres leer el diario completo: 19 días en Kenia y Tanzania.