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Diario Navidad en Nueva York
Vuelve a amanecer un frío, friísimo día en Nueva York. Salimos a la calle enfundados en el plumas, con la bufanda y lo más importante, mis orejeras. Si  no llega a ser por ellas mis oídos no lo hubieran soportado.
Nos vamos a desayunar a un local cercano al Madison Square Park, desde donde cogíamos el metro todos los días. El desayuno, pues como siempre, solo que esta vez Rubén cambio su muffin por un bagel.

No terminamos el café y como perfectos neoyorkinos, metidos ya en el ambiente nos vamos a la calle con nuestro café en la mano.

Del metro nos vamos dirección a South Ferry Terminal, para coger el ferry gratuito a Staten Island. Hacemos el mismo recorrido que la noche anterior pero esta vez con luz aunque con un frío similar. Nos vamos a la parte de arriba, a la zona de atrás y a la izquierda. Así tendríamos mejores vistas de la estatua de la Libertad. Hoy teníamos a más compañía que la noche anterior, que estábamos prácticamente solos (normal, con el frío que hacía). La gente no aguantaba mucho tiempo fuera y salía y entraba durante todo el trayecto, porque realmente el frío era cortante.

Una vez en el puerto de Staten Island, salimos y buscamos la parada del autobús S74 dirección Tottenville, que tras unas 71 paradas y una hora y algo de trayecto con un cambio de autobús en el medio, llegamos a Via Arthur Kill, cerca de la Avenida Rossville. Aquí es donde se encuentra el cementerio de barcos de Staten Island.

Dimos varias vueltas por esta zona prácticamente abandonada para ver la multitud de barcos en un estado de dejadez.
Volvemos a la parada del autobús y cogemos el mismo autobús de vuelta, pero nos bajamos en Richmon Town (parada St Patricks Place). www.historicrichmondtown.org. Estuvimos muchísimo tiempo hablando con la asociación de amas de casa de Richmond town, que al ver que eramos extranjeros enseguida nos vinieron a rodear, preguntando de donde eramos, que hacíamos en Richmond Town, como lo habíamos descubierto, en fin, que no debían de estar muy acostumbradas a ver españoles. Fueron realmente encantadoras con nosotros. Intentaron que hablara en inglés, que debía perder la vergüenza, que no pasaba nada…. En fin, que esto me lo llevo muy grabado en la memoria. Fue  un momento de los destacados del viaje. Por cierto, se empeñaron en sacarnos una foto junto al árbol de Navidad que quedó horrorosamente movida.

Este pueblo es encantador, la gente va vestida de esta manera:

Tienen el pueblo perfectamente acomodado y conservado, la iglesia, la escuela, los distintos oficios, e intentan mantenerlos y enseñárselos a los niños del pueblo.

Estuvimos escuchando los Villancicos cantados por los niños, y los villancicos tocados con campanas. Realmente fue inolvidable. Después de dar un largo paseo por el pueblo, no fuimos a la cafetería, al Mr. Bennett Café. Nos pusieron un café y un trozo de tarta que estaba buenísimo!

No pudimos quedarnos al encendido del árbol de Navidad en Richmond Town, porque hoy era tambien el encendido de luces de Park Avenue y preferíamos estar allí. Además habíamos quedado con Csilla después de esto para ir a una fiesta privada. Así que decidimos regresar.

De nuevo nos vamos a esperar el bus y vuelta al Ferry. Ahora  el sol tan bajo hacía que los colores sobre los edificios de Manhattan dejaran una bonita estampa.

Nos vamos al metro y como todavía era temprano nos bajamos en Grand Central, para así aprovechar que estábamos dentro del horario y poder ver el juego de luces y música que hacen todas las Navidades, pero … por cuestiones de la crisis este año no lo hubo.
Estuvimos esperando alrededor de una hora, porque sabíamos que era cada media hora, pero al ver que había pasado tanto tiempo y que no empezaban supusimos que no lo había, como así fue. Más tarde nos enteramos que este año no lo habían puesto.
Nos vamos a Bryant Park. Con lo que me gusta este parque y lo extremadamente bonito que estaba en Navidad. Es verdad que al tener la pista de hielo pierde mucho del encanto que tiene en otra época, pero de todas formas… entre el mercadillo, el árbol de luces azules, la pista de hielo… en fin, que estaba muy muy bonito.
Ahora si, cogemos de nuevo el metro y  nos vamos a la Brick Church, desde donde tendría lugar todos los actos que darían lugar al encendido de luces de Park Avenue. Había muchísima gente, y el acto no tuvo desperdicio. Los cantos de los niños, el chico con la trompeta, el discurso del que no entendí ni papa, y por fin… zas!!! Encendido!!! Y todas las luces a lo largo de muchísimas manzanas de Park Avenue encendidas de un plumazo.

Volvemos al metro y nos vamos a casa con la intención de cambiarnos para volver otra vez al mismo lugar e irnos a la fiesta. Pero, entre el dolor de rodilla, el frío que hacía, yo no hacía más que pensar en ponerme el vestido, las medias, las botas de tacón y salir a la calle con este frío y la verdad es que me daba una pereza. Así que llegamos a casa y no hubo forma. Bajamos a por platos para llevar de un mejicano, que por cierto estaba riquísima, y nos metimos en la cama.

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