Visita al campamento 1 y 2 de Tanjung Puting (Borneo)
Hoy era el día. Ese día tan esperado por mi durante tantos años. Era el día en el que por fin pondría un pie en el Campamento Leakey, también conocido como Campamento 1 de Tanjung Puting. El lugar en el que durante muchos años, años que llegan a hoy día, Biruté Galdikas llevó a cabo su investigación sobre los Orangutanes de Borneo.

Y no quiere decir que no me hubiese hecho ilusión lo que vivimos el día anterior en el Campamento 3. No tiene que ver con eso. En el día de ayer vivimos un momento mágico, único y especial, lleno de sensaciones indescriptibles en el que nos vimos rodeados por más de 20 Orangutanes. Ese momento, no lo cambio por otro.
Pero la realidad es que, para cerrar este ciclo que había comenzado muchos años atrás, debía poner un pie en el Campamento 1 y eso, tendría lugar hoy.
Tenéis toda esta historia contada en el artículo «Viaje a Indonesia con Vosotros«
Viaje con Vosotros
Este «Viaje con Vosotros a Indonesia en 18 días» se desarrolló tal y como lo estáis leyendo durante el mes de Agosto de 2024, en uno de los viajes que realizamos bajo el concepto «Viaja con Vosotros». Desde hace años ofrecemos la posibilidad a nuestros lectores, seguidores de redes sociales y clientes de la agencia de viajes a acompañarnos. Y este fue nuestro Sexto «Viaje con vosotros».
Si quieres realizar un viaje similar o parecido a este, consulta las fechas de salida regular o si lo prefieres, pídenos un presupuesto para un viaje en privado a un país que estoy segura que te sorprenderá.
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La noche en el Klotok
Aquel día comenzó muy temprano. Eran las 3:30 de la mañana cuando me despierto con dolor de cabeza. Esto es muy raro, porque yo que padezco migrañas, suele ser todo lo contrario y que cuando me duele la cabeza se me quite o al menos se me mitigue cuando me voy a dormir. Pero que un dolor de cabeza comience cuando estoy durmiendo era una novedad para mi. Pensé que quizá fuese el efecto del ligero movimiento del barco, que casi ni se percibía.
Sentía la necesidad de ir al baño, pero no sabía muy bien si atreverme a ello.
Menos mal que al irme a dormir había metido dentro de nuestra «cabaña de mosquitera» el móvil, la batería externa y la botella de agua. Así supe que eran las 3:30. Encendí la linterna del móvil y muy despacio para no despertar a Ana, fui haciendo un hueco en la tela y salí poco a poco, con mucho cuidado de no caerme. Busqué las escaleras y me fui al baño.
En el exterior, el silencio se rompía con algunos sonidos de la selva y algunos sonidos humanos. Los ronquidos. No sabía de donde venían, pero había varios tonos distintos.
Con mucho cuidado me volví a meter bajo la mosquitera e intenté quedarme dormida. Solo conseguí llegar a un estado de entre sueños, pero no volví a dormir en profundidad.
Tomé una pastilla para el dolor de cabeza, e intenté concentrarme en los sonidos que nos rodeaban.
Amanecer en Tajung Puting
Hacia las 5 de la mañana empezó el movimiento. Comenzaba a amanecer y la tripulación, que dormía en la parte de abajo del barco grande, comenzó a moverse. Era el momento de empezar con la preparación del día.
Yo seguía mirando por el lateral del barco hacia la inmensidad de la selva, escuchando los sonidos que venían de ahí dentro, y viendo, como poco a poco iba amaneciendo.
Me doy cuenta que ya hay quien se ha despertado. En el barco de al lado, está Gen despierta. En el nuestro, veo que Ana también se ha despertado. Poco a poco van despertando todos. Aunque a algunos les cuesta más que a otros.
Yo decidió levantarme ya e irme al otro barco, muy despacio y sin hacer ruido, porque es en el otro barco donde lo tengo todo.
Allí, es donde saludo a Gen y donde descubrimos que Pepe se ha levantado a media noche, ha cogido un Puf, y se ha ido a dormir, o más bien a ver el amanecer desde la cubierta superior del barco. También a coger la humedad del amanecer de Borneo.
Ahora si, ya todos empiezan a despertar y a salir de sus respectivas cabañas. Empezamos a estar todos despiertos y a comentar las impresiones de esta primera noche en la selva de Borneo.
Desayunando en el Klotok
Es increíble ver, como poco a poco pero muy rápidamente, pasamos de estar dormidos, de estar bajo la más absoluta oscuridad de la noche a estar todos activos y con parte del desayuno ya colocado encima de la mesa.

Nos fuimos preparando, vistiendo, y cuando nos quisimos dar cuenta, ya estábamos navegando río arriba y con el desayuno completo puesto encima de la mesa.
Este primer desayuno fue muy importante para el grupo. En realidad era el primer desayuno que hacíamos juntos y lo estábamos haciendo tras una primera noche durmiendo en un Klotok en Borneo. Desde luego no hay mejor forma de conocerse que hacerlo así.
El desayuno fue de lo más entretenido, contando como había sido esta primera noche en comuna bajo las estrellas del cielo de Borneo.

Navegando hacia el campamento 2
El Klotok ya estaba navegando, y cuando terminamos de desayunar, nos fuimos todos, sin falta, a sentarnos en el frontal del barco, para contemplar el paisaje y la grandeza de a naturaleza exuberante de la selva.
Según vamos avanzando, el más curioso del grupo, el pequeño Iker, va haciendo preguntas al guía sobre la fauna. Se interesa por los cocodrilos y como tienen tanto interés por ver uno, el guía pone todo su empeño en que vea uno. Y lo vemos. Eso sí, un poco herido. El guía cree que es debido a alguna pelea con otro, que se ha quedado con el hocico a medias.

Pero no fue el único que vimos. Un poco más adelante, encontramos el segundo ejemplar y este sí, estaba entero.

El barco sigue avanzando y seguimos viendo animales, monos narigudos, otros tipos de monos, pájaros… La navegación se hace de lo más entretenida hasta que llegamos al campamento 2.
Sería nuestra primera parada del día y nuestro segundo encuentro con los Orangutanes de Borneo. Cruzábamos los dedos para tener una experiencia tan buena como la que habíamos vivido el día anterior en el Campamento 3.
Pondok Tanggui, Campamento 2 de Tanjung Puting
Por segunda vez, ponemos un pie en las tierras de Borneo. Desembarcamos en el lateral del río, en un lugar habilitado para ello y en el inicio del camino que nos llevará, a través de un sendero entre plantas carnívoras, árboles de mil tipos y muy milenarios, hacia el interior de la selva.

Al acercarnos, el guía nos vuelve a pedir silencio. Eso significa que estamos llegando. De entre tanta densa vegetación, se abre un claro, donde vemos un soporte de madera. Allí es donde, al cabo de unos minutos, aparecen dos guardas, con las cestas repletas de comida. Empieza la función.
Ya nos habían avisado que según avancemos en el río, las probabilidades de ver orangutanes va disminuyendo. Estamos en una época en la que hay mucho alimento en el bosque, por lo que sienten poca necesidad de acercarse hacia la plataforma y según nos metamos río arriba, la cantidad de comida es mayor, por lo que la frecuencia en la que se presentan, es menor.

Pero teníamos la intuición de que algo bueno nos esperaba. Y así fue.
No hubo tantos orangutanes como el día anterior, pero estábamos otra vez impresionados, porque además, de nuevo, aparecieron por todos los lados. Con los que más tiempo estuvimos nosotros, fue con unos pequeños que teníamos muy cerca, y que no se atrevían a ir hacia la plataforma de alimentación. Como había alguno de gran tamaño, los pequeños se lo pensaban mucho, antes de decidirse.


Uno de ellos, una hembra con un pequeño a sus espaldas, en un momento se bajó del árbol, nos pasó por delante, se dirigió a la plataforma, y sutilmente «robó» unas cuantas mazorcas de maíz y salió corriendo, trepando al árbol que teníamos más cerca.


Así, estuvimos más de una hora, hasta que decidimos poner fin a la visualización y regresar al barco. Aún nos quedaban unas cuantas horas de navegación antes de llegar al punto final de esta aventura, el Camp Leakey o Campamento 1 (los orígenes).



Navegación hacia el campamento 1.
Al llegar al barco nos tenían preparado un coco frío. A mi no me gusta mucho el coco, pero aún así tomé todo el agua, y estuve rascando un rato para sacar algo de carne.




El barco se puso en marcha, y todos, con nuestro coco, nos pusimos a contemplar el paisaje en nuestra navegación hacia el norte. El río se iba estrechando, llegando incluso a parecer que no pasaría entre tanta rama y tanta vegetación.


No tardó mucho en llegar la comida, que degustamos con mucha gana. El pescado, en esta ocasión estaba muy bueno, y en mi caso, le inqué el diente, a la fuente de plátanos que nos pusieron y que estaban de muerte. El resto de la comida fue a base de mucha soja, mucho tofu y mucha verdura.
Finalmente, empezamos a intuir que el Camp Leakey no estaba ya lejos. El barco giró, tomando otro afluente del río, y donde ya se leía en un gran cartel que por allí se encontraba el Campamento 1. Y cierto es que no tardamos mucho en llegar.

Visita al Campamento 1. Camp Leakey.
Es el campamento más alejado del puerto, el que se encuentra más hacia el interior de la selva, río arriba, y el campamento original de Tanjung Puting. Aquí fue donde se inició el proyecto de recuperación, reintroducción, protección y estudio, de los orangutanes de Biruté Galdikas. Entonces nada era como lo vemos ahora.

Hoy en día, el campamento tiene unos cuantos edificios donde se llevan a cabo, sobre todo, labores de investigación, cuidado y reintroducción de orangutanes rescatados de nuevo a la selva.

Además, también hay un panel informativo, donde explican un poco todo esto. En mi caso, había llegado el día de cumplir un nuevo sueño y de cerrar un círculo que comenzó hace muchos años, aquí en Borneo, pero en Malasia. Todos los que me acompañaban eran conscientes de ellos y no hubo quien no se acordase de que esto era así.
Así que tras las fotos de rigor con el puente de entrada al campamento, de observar un poco como estaba todo hoy en día, seguimos nuestro camino hacia la plataforma de observación.
En este caso, al igual que en el Campamento 3, nos encontramos con una zona llena de bancos desde donde te puedes sentar y esperar. Había bastante gente en esta zona, la mayoría españoles. Al cabo de unos minutos llegaron los vigilantes con algo de leche y batatas. Empezaron a llamarles haciendo determinados ruidos, pero no aparecía nadie.

Pasaban los minutos y nada. Ya lo sabíamos, esto no es un zoo, y los orangutanes solo se acercan si sienten la necesidad de comer y no hay comida en el interior de la selva. Había pasado media hora y nada, no había aparecido ni un solo orangután. Finalmente, se empezaron a mover unas hojas, y poco a poco el sonido de ramas moverse se iba haciendo más evidente. Y si, apareció uno, que comió todo lo que quiso y decidió irse. Nosotros decidimos irnos también. Porque lo mejor del día, o de la tarde, estaba aún por llegar. Aunque aún no lo sabíamos.

Camp Leakey. El parque Nacional Tanjung Puting.
Biruté Mary Galdikas, de ascendencia lituana, nació en Alemania en 1946. Pero poco después su familia se trasladó a Canadá, (Toronto) donde creció y estudió. Se graduó en psicología, y posteriormente en antropología.
En Marzo de 1969, con tan solo 23 años, acudió a una conferencia impartida por el antropólogo Louis Leakey. Por aquel entonces, Dian Fossey y Jane Goodall, ya estudiaban a los gorilas y chimpancés, en el Congo y en Tanzania, respectivamente, ambas trabajando para el estudio de los primates de Louis Leakey
Yo deseaba estudiar los orangutanes, y el hecho de que Louis Leakey hubiera estimulado a Jane Goodall y a Dian Fossey [a investigar a los chimpancés y gorilas], me hizo pensar que también podría ayudarme a mí.
Biruté Galdikas

Y así fue como consiguió una entrevista con él, del que nació la necesidad de, al igual que sus compañeras estudiaban los Gorilas y los Chimpancés, estudiar el otro gran grupo de Simios, los Orangutanes.
Los orangutanes son una especie que habita en las selvas de Malasia e Indonesia, en grave peligro de extinción, entre otros motivos por la continua desaparición de la selva para dar lugar a campos de Palma (esa con la que se elabora el aceite de palma).

Gracias a Louis Leakey y a la financiación de National Geographic, Biruté Galdikas se instaló en la selva de Borneo, en el lugar en el que hoy nos encontramos y que con el paso de los años se convertiría en el Centro de Investigación Louis Leakey, dedicado al estudio y protección de los orangutanes.
Uno los primeros descubrimientos de Biruté sobre los Orangutanes, fue que a diferencia de sus similares, son extremadamente solitarios, e incluso de sus familiares más cercanos, lo que les hacía mucho más difíciles para estudiar y para el acercamiento con los humanos. Si unimos a esto, que a diferencia de los otros, los orangutanes se mueven por zonas muy extensas de selva, la dificultad de su estudio estaba garantizada.

Durante los primeros años de su permanencia en Borneo, lo único que había en este lugar donde estamos hoy, era un pequeña cabaña de madera que Biruté compartía con el que por aquel entonces era su marido. Ambos vivieron en soledad en el interior de Borneo, durante mucho tiempo, compartiendo su cabaña, tan solo, con algunos orangutanes que intentaban reintegrar a la selva.
«Durante los tres primeros años en la zona del sur de Borneo compartí una pequeña cabaña con varios orangutanes que habían vivido en cautividad y a los que intentaba devolver a una jungla que nunca habían visto. Para ello necesitaba saber más cosas de su vida en libertad, de sus hermanos, que antes no habían sido nunca estudiados en su entorno natural».
Biruté Galdikas

Más de 30 años se dedicó por entero a la investigación y protección de los orangutanes y gracias a sus estudios hoy sabemos todo lo que sabemos sobre esta especie tan difícil de estudiar.
Si quieres saber más sobre la historia de Biruté en Borneo, no dejes de leer Reflejos del Edén: mis años con los orangutanes de Borneo
Un encuentro inesperado
Abandonamos la plataforma de observación. Aunque esta vez no habíamos tenido tanta suerte, nos íbamos muy contentos con la propia experiencia completa de esta aventura en Borneo. El guía nos metió por una zona entre la selva, por la que íbamos observando otras especies de animales, plantas y árboles. Llegamos a una zona con una pasarela de madera elevada sobre la jungla.

Nosotros 12, más el guía, íbamos uno a uno pasando por la pasarela. De repente, nos avisan de que hay un orangután en el frente. Bueno, más bien una orangutana, que primero estaba sobre la plataforma, pero al vernos aparecer se subió a un árbol, pero muy cerca de la pasarela. No podíamos pararnos, el riesgo era muy alto. La teníamos pegada al camino por donde no teníamos más remedio que pasar y además empezaba a moverse. No sabíamos a donde iba, ni que quería hacer, así que con movimientos muy lentos, seguimos avanzando, poco a poco, y sin asustarla.

Cuando todo el grupo pasó, y justo detrás de los últimos, entre los que me encontraba yo, decidió volver a subirse a la pasarela. Le teníamos justo al lado. El corazón palpitaba muy fuerte. No me podía creer lo que este campamento, que parecía que era el que menos nos había aportado en la visita, nos estaba dando.

Una vez en la pasarela, ser paró. Nosotros también nos paramos. Nos miró, se quedó un rato contemplando el panorama y empezó a caminar por la pasarela en dirección contraria. Vimos que venía un grupo más pequeño, un guía con dos personas más. Hicieron lo propio. Se pararon, se quedaron a un lado, y esperaron a ver qué pasaba, ya que más no se podía hacer. El orangután continuó su camino. Ahora estaba situado entre nuestro grupo y el otro, y por algún sitio debía de pasar. Continuó, lentamente, hacia ellos. Les pasó al lado y siguió su camino.

En ese momento, respiramos profundamente, y un poco aliviados, también. La situación, además de emocionante, había sido tensa, porque con un animal salvaje nunca sabes qué puede pasar.

Con la emoción todavía en el cuerpo, continuamos hacia el barco, donde la tripulación nos estaba esperando para empezar la navegación de vuelta hacia el puerto, a donde llegaríamos mañana.
El guía nos avisa que había dado orden al segundo barco, el de apoyo, para que buscase un sitio donde pasar la noche que estuviese al lado de algún grupo de luciérnagas.
Monos narigudos en Borneo
Durante el camino de regreso, estuvimos todos en la cubierta superior del barco, observando, en nuestro paso por la selva, la enorme cantidad de monos narigudos que había. Si cuando en mi anterior visita a la selva de Borneo (en Malasia) hace ya unos cuantos años, nos había resultado difícil ver monos narigudos, aquí parecía que los había por todos lados. Era increíble la cantidad de ellos que había, y ahora, con la luz del atardecer, salían a tomar los últimos rayos del sol del día.


Última noche en Tanjung Puting.
Llegamos ya de noche a la zona donde el segundo barco nos esperaba. Y efectivamente, había parado al lado de un gran árbol lleno de luciérnagas, que «tintineaban» y hacían del entorno un lugar más mágico, aún si cabe.
Cenamos, a la vera de las luciérnagas, mientras nuestro guía nos explicaba un poco acerca de ellas.

Así, concluyó uno los días más emocionantes vividos en la selva de Borneo y nos dispusimos a pasar la última noche en el Klotok. Al día siguiente tocaba regresar al puerto, ir al aeropuerto y poner rumbo a nuestro siguiente destino: Yogyakarta.

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