Nos enfrentábamos al día en el que haríamos más kilómetros de todo el viaje, ya que teníamos que llegar desde Uxmal, donde habíamos pasado la noche, hasta Campeche y de aquí a Calakmul pasando por Edzná. Unos 440 kilómetros y unas seis horas y media solo de coche, sin contar las visitas, así que tocaba madrugar e intentar que no se nos fuese el tiempo dado que queríamos llegar con luz a Xpujil, donde pasaríamos la noche a los pies de Calakmul.
El día anterior, habíamos hecho muchas visitas, muchas más de las que contábamos hacer y como ese día no teníamos un planning muy claro ni sabíamos qué íbamos a ver ni cómo lo íbamos a hacer, habíamos dejado este día, el día de Campeche y Edzná, de comodín, por si el día anterior, con tanta visita, no nos daba tiempo a visitar Uxmal, entonces lo haríamos hoy y continuaríamos nuestro camino directamente hasta Calakmul sin pasar por Campeche.
Pero como el día anterior habíamos llegado a hacer la visita a Uxmal, hoy podíamos continuar con el plan original, es decir, madrugar para llegar lo antes posible a Campeche, pasar allí parte de la mañana, visitar si nos daba tiempo Edzná y llegar a dormir a Xpujil. Todo ello contando que la visita a Campeche solo la haríamos para pasear por sus calles históricas y patrimonio de la humanidad, sin obligarnos a hacer ninguna visita en especial, solo respirar su aire y disfrutar de sus calles.
Salimos de Uxmal, después de un copioso desayuno, poco antes de las 8 de la mañana. Unas dos horas después aparcábamos el coche en la zona del malecón de Campeche y empezamos a caminar sin mucho rumbo. Primero por esta zona que da al mar y después metiéndonos de lleno en el casco antiguo de la ciudad, el que realmente es patrimonio de la Humanidad.
Visita exprés a Campeche
En San Francisco de Campeche existían 4 puertas de entrada a la ciudad de las que hoy en día solo se conservan 2: la puerta del mar y la puerta de tierra. La ciudad, por su ubicación estratégica, era frecuentemente atacada, por lo que tuvo una muralla de la que hoy en día solo se conserva un tercio de la misma, algunos baluartes y, tras el asedio pirata, se construyeron fuertes, como el de San Miguel y el de San José que todavía se conservan.
El paseo que dimos por el casco antiguo nos encantó. Una ciudad tan colorida, con los edificios tan bajos, sin apenas coches lo que invita a caminar y caminar, meterte por todas las calles, disfrutar del ambiente callejero, hacer compras (aquí, en Campeche, fue donde aproveché para comprar algunas artesanías) y, en definitiva, vagar sin rumbo.
A las doce de la mañana nos sentamos a comer en uno de los restaurantes. Era aún temprano pero quisimos aprovechar para comer aquí, tranquilamente, porque si no, no sabríamos si íbamos a pasar otro día más sin comer y además no sabíamos tampoco la posibilidad que tendríamos de cenar al llegar al hotel de hoy. Así que mejor comer bien por si no había otro momento para ello.
Nos sentamos en uno de los restaurantes: Un plato de enchiladas para cada uno, una horchata de coco y una limonada. No comimos en el que nos había llamado la atención al pasar porque era pequeño y no tenía ya sitio, pero bueno, nos sentamos en el primero que nos dio mesa. Disfrutamos con tranquilidad de la comida y al terminar pusimos rumbo a Edzná.
La ciudad de Campeche nos había gustado mucho, tanto que nos planteamos hacer una ruta, en otra ocasión, por el estado de Campeche y Chiapas, para aprovechar el tiempo, disfrutar un poco más de la ciudad y ver muchas cosas que no pudimos hacer por falta de tiempo. Al menos nos hicimos una idea de lo que es este estado y pudimos ver lo mejor de él: la ciudad de Campeche, Edzná y Calakmul. Volveremos, sin duda.
Zona arqueológica Edzná, Campeche.
De Edzná si que no tenía ningún tipo de referencia antes de llegar. No había visto ni una sola foto, ni había leído nada. Simplemente coloqué un punto en el mapa por recomendación del típico folleto que dice «lo mejor que ver y hacer en Campeche». Lo dejé ahí por si teníamos tiempo y decidíamos pasar y como vimos que nos daría tiempo, no lo dudamos, le dedicaríamos un tiempo a ver Edzná. Y no nos arrepentimos. Fue una visita increíble.
La zona arqueológica de Edzná se encuentra situada a unos 55 kilómetros de Campeche. Nos quedaba de paso en nuestro camino a Calakmul, así que decidimos parar a visitarla.
Esta ciudad maya se creo en el 400 a.C y ha tenido actividad hasta mediados del S. XV. Esta creada sobre un valle que en época de lluvias tenía tendencia a inundarse, por lo que se creó un sistema de canales que partían de centro de la ciudad y que llevaban el agua hasta tierras vecinas y hacia una laguna que se transformó en represa. De esta forma, consiguieron tener un nivel de cultivos muy superior al de otros asentamientos lo que provocó el gran auge que tuvo esta ciudad.
La parte más importante de Edzná se sitúa alrededor de una plaza Principal, al rededor de la que se encuentra, entre otras construcciones, la gran acrópolis.
De Edzna a Calakmul.
El resto del día lo invertimos en recorrer los 215 kilómetros que separan Edzná del pueblo de Becan, donde pasaríamos la noche para poder entrar, a primera hora de la mañana en la reserva de la biosfera Calakmul. La carretera que nos lleva hasta aquí está llena de baches, lo que hizo bastante complicada la conducción. Aquí aprendimos que cuando no puedes ir a la misma velocidad que el resto de los coches lo mejor es que te apartes.
Un viaje complicado, con muchas horas por delante y muchos sustos con los baches. Cuando nos quedaba poco menos de una hora para llegar a Becan, nos paran en un control del ejército. Hasta ahora habíamos visto y pasado por muchos controles, pero no nos habían parado en ninguno. Cuando te pasa algo así el corazón se acelera mucho, no sabes lo que te van a decir, no sabes si habrás hecho algo mal, así que solo esperas, saludas y sonríes. Tras un saludo muy cortés, les llamó la atención ver a dos turistas europeos en un coche de alquiler por esos parajes, así que se pusieron a preguntar, más por interés que por otra cosa: ¿de dónde sois? ¿Cuántos días lleváis por México? ¿Qué habéis visto? ¿Cuál a sido vuestra impresión de nuestro país? ¿habéis tenido algún problema? Y así, terminó la conversación y continuamos nuestro camino.
Empezó a llover tímidamente. Empecé a invocar a todos los dioses. No quería que nos lloviese en Calakmul. No creo que una visita por las ruinas se hiciese muy cómoda si llovía a cantaros. Así, entre baches y lluvia llegamos a Becan cuando ya casi no quedaba luz de día.
Casa Maya, Calakmul
Puse en el navegador “Casa Maya”, el lugar donde íbamos a pasar esta noche. He de reconocer que en este momento me invadieron muchas dudas. Cuando llegamos al pueblo y el navegador nos indicó girar a la derecha empecé a temer por la reacción de Rubén ante lo que nos podíamos encontrar. Llegamos a un pueblo donde poco podría parecer que había un hotel, y como no recordaba cómo era el que habíamos reservado, me fijé el nombre “Casa Maya” y sospeché que se podría tratar de una casa de huéspedes y que quizá a Rubén no le hiciese gracia. La última vez que hicimos una visita de turismo vivencial, durmiendo con una familia, no resultó del todo bien, y me había pedido no volver a hacerlo nunca más. No dije nada, permanecí en silencio y mis dudas las dejé para mí. Al final de aquella calle, más bien camino sin asfaltar, el navegador nos indica girar a la derecha de nuevo. Y aquí vino nuestra sorpresa. Un gran muro de un blanco impoluto, con una gran puerta (nueva) de madera hacia prever que lo que se encontraba dentro no era una simple guest house. En la puerta nos esperaban los tres chicos que eran los únicos 3 empleados de un hotel que solo tiene 4 habitaciones. Podeis leer más sobre este hotel en Hoteles en Yucatán.
No nos dejaron bajar el equipaje, ni siquiera ayudarles. Los tres nos acompañaron a nuestra habitación, una habitación que ni en mis mejores sueños me hubiese imaginado encontrar allí. Agradecí que todavía hubiese un poco de luz para ver, desde el gran ventanal, la selva que teníamos delante. Nos explicaron que todo lo que había en el mini bar estaba incluido en el precio de la habitación: cervezas, refrescos, chucherías, patatas fritas… un poco de todo. Tras explicarnos cómo funcionaba todo, nos invitaron a bajar a cenar cuando nosotros estuviésemos listos.
En el pueblo no habíamos visto muchos locales, de hecho no vimos ninguno. Así que supimos que ese día debíamos cenar en el hotel. Si no recuerdo mal, en la reserva ponía que el precio de la cena era de 15 dólares, así que, no nos quedaba otra, cenaríamos allí.
Tras una buena ducha bajamos a cenar. Y la cena fue maravillosa. Teníamos un menú muy bien elaborado y con mucho gusto, tanto culinario como de composición del plato a base de una ensalada de entrante, una sopa de verduras y un plato típico mexicano, todo ello más el postre y la bebida. Nos alegramos de haber cenado allí y después vino la sorpresa, porque esta cena no nos la cobraron. Es decir, en ningún momento nos comentaron que la cena estaba incluida en el precio de la habitación, pero así fue. Nadie nos cobró nada.
Tras esto nos fuimos a dormir. El día había sido largo y queríamos madrugar. A mi pregunta de que a qué hora empezaba el desayuno la respuesta fue muy clara de lo que es este hotel: “a la que usted nos diga”. Así que quedamos para desayunar a las 6 de la mañana.
Gastos del dia.
- Gasolina: 250 pesos (12.5 euros)
- Entrada a Ezdna: 70 pesos (3.5 euros)
- Comida: 102 pesos (5 euros)
- Bebidas para el camino: 18 pesos (0.9 euros)
Gatos total por persona: 21.9 euros.
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