Cuando decidimos definitivamente que nuestro safari por Kenia y Tanzania no iba a complementarse con las playas de Zanzibar, lo cual es lo más habitual, y nos decantamos por pasar unos días en las menos conocidas playas keniatas, fue donde descubrimos esta pequeña isla llamada Chale Island, en la costa de Diani Beach, al sur de la histórica ciudad de Mombasa.
Buscar un hotel en la zona de Diani Beach nos dio más de un quebradero de cabeza. Le dimos un montón de vueltas hasta que encontramos los que creemos fue la mejor opción por la calidad y estilo que estábamos buscando. Aquí, en Diani Beach, nos quedamos en The Sands at Chale Island y en The Sands at Nomad cuyas reseñas hemos comentado en Hoteles en Kenia. Parte I.
Como llegamos a Chale Island.
Habíamos aterrizado a las 3:30 de la mañana en el aeropuerto internacional Jomo Kenayatta de Nairobi, donde nos esperaba Samuel, de la agencia de viajes de Kenia con la que reservamos el viaje, para hacernos compañía hasta la hora de salida de nuestro vuelo de Jambojet con destino a Ukunda, la población más cercana a Diani Beach. El vuelo salió con retraso y llegamos con más de una hora de diferencia al aeropuerto de Ukunda.
No sabemos si fue por el retraso sufrido por el vuelo, porque no le daban pista para aterrizar o porque le costó afrontar la maniobra, pero el caso es que nuestro piloto nos ofreció un tour panorámico por encima de la barrera de coral difícil de olvidar. No pudo haber una manera mejor de entrar en este país que con unas imágenes que jamás nos hubiéramos podido imaginar que veríamos en Kenia.
Cuando uno se imagina Kenia le vienen a la cabeza imágenes de la sabana, imágenes de leones, de leopardos, imágenes de hipopótamos y de jirafas, pero casi nadie piensa en las paradisíacas playas que tiene. La mayoría de la gente que hace un safari por tierras de Kenia o Tanzania tiende a escoger Zanzibar o Mauricio como destino final para para pasar unos días de relax. Todavía no entiendo como nadie más piensa en que Kenia tiene una costa tan maravillosa que nada tiene que envidiar a muchas de las mejores playas que hemos visto hasta la fecha. Solo hace falta ver, una foto aérea de nuestro destino de este día, para darte cuenta que esto es muy parecido al paraíso.
Salimos del avión disparados, corriendo… el sol abrasaba y había que ponerse bajo sombra a la espera de que llegasen las maletas, que no tardaron mucho y que venían en un carrito, que ya como había pasado cuando llegamos al Parque Nacional Mulu en Borneo, directamente del carrito pasaron a nuestras manos.
Con las maletas en las manos nos dispusimos a buscar a nuestro chófer, el que nos acompañaría hasta el embarcadero. Un taxi contratado por nuestra agencia de viajes en Kenia nos esperaba a la salida con un cartel que ponía «Cámara», el segundo apellido de Rubén (ya habíamos entendido que ese sería el proceder habitual durante el viaje)
Largo camino el que nos separa del embarcadero hacia Chale Island, o a mi se me hizo eterno. Quería llegar ya a la playa, quería darme un baño en la piscina, quería comer algo decente, quería… llegar ya.
Como casi siempre pasa cuando llegas a un nuevo destino y más si como es este caso llegas a un nuevo continente que no has pisado jamás, no haces otra cosa que contemplarlo todo. Empezamos a darnos cuenta de la realidad de este país, y la cosa no mejoraría los siguientes días: una desigualdad muy acentuada, una pobreza muy elevada, y unos paisajes muy distintos a los vistos hasta el momento.
Si algo no pensaba ver en esta zona y que me llamó enormemente la atención en el trayecto, fueron los Baobabs. No se porqué los había ubicado en Madagascar y me daba la sensación como de que no podían existir en ningún otro lugar del planeta. Que cosas. Y allí, en aquel trayecto, fui contemplando la hermosa figura de los árboles que parecen estar al revés.
Y llegamos al embarcadero y en aquel momento me di cuenta que en este país, tal es la amabilidad de sus gentes y la poca tendencia a «molestar» que nos hubiésemos quedado allí de por vida. Nosotros nos bajamos del taxi, esperamos a que alguien nos llevase en su particular medio de transporte, el tractor, hasta la isla y ellos esperaban a que nosotros nos decidiésemos a subir. Como nadie nos indicaba nada pensamos que estaríamos esperando por más gente, y ellos como nos vieron contemplar el paisaje, esperaban pacientemente a que terminásemos de contemplar. No se en que momento nuestros destinos se cruzaron y decidimos que era el momento de subir al tractor.
Chale Island, como su nombre indica, es una isla, y por lo tanto para llegar a ella por tierra tenemos un pequeño inconveniente: el mar. Para salvar ese pequeño obstáculo hay dos alternativas. En marea baja, cuando es tan tan baja que es imposible cruzarlo en barca, se usa un tractor. Nunca, jamás, había llegado a un hotel subida en un tractor. Una manera muy original para que siempre, siempre, recordemos este lugar. Si la marea está alta entonces llegarás de una manera un poco más natural: en barca.
El tractor accede a la isla por la parte de atrás, justo donde se encuentran las dos Villas sobre el agua que tiene The Sands at Chale Island. Seguramente, pasar unos días en ellos también sea una maravilla, solo que las vistas son contra la parte de la costa y no contra el mar, que podría ser la única pega que se les pueda poner. El tractor te deja justo al pie de la recepción del hotel.
Tras hacer el chek in nos dirigimos a nuestra habitación. En Kenia, lo habitual es que un maletero te acompañe y lleve tu equipaje. Frente a lo que solemos hacer en otros países, que tendemos a no usar este servicio, en Kenia decidimos hacerlo siempre por varios motivos, pero el fundamental es que, básicamente, los maleteros viven de las propinas y por 0.50 euros no vamos a dejar que esta gente deje de comer.
Dato útil: por cada maleta o maletero se debe de dar una propina de unos 50 chelines, lo equivalente a 0.50 euros.
The Chale Island.
Entrar en Chale Island fue un golpe de tranquilidad. Sin ruido, sin casi gente, en un hotel que pese a tener edificios altos están muy integrados y por tanto, a no ser que ya estés dentro del propio hotel prácticamente no se perciben las edificaciones. Se trata de una isla de frondosa vegetación y un tamaño muy pequeño, lo justo para que lo único que exista sea este hotel: The Sands at Chale Island.
Cuando empezamos a planificar este viaje y supimos que pasaríamos estas 5 noches en la costa de Kenia, el único hotel que me llamó la atención por su ubicación, fue este. Si no pasamos todas las noches disponibles para costa en este hotel fue por una única razón: yo quería conocer la playa de Diani Beach, la que para mi era «La Playa», la mejor de la que había visto en fotos y la única que me apetecía conocer en ese momento. Chale Island, pese a ser un paraíso rodeado de barrera de coral no dispone de una playa tan paradisíaca, y por ello decidimos repartir las noches: 2 en The Sands at Chale Island y 3 en The Sands at Nomad, en la conocida playa de Diani Beach.
Nuestra habitación estaba ubicada en la primera planta de un edificio en forma de lápiz. Esta forma redondeada de las edificaciones fue algo que se volvió habitual en nuestro viaje por Kenia y Tanzania, pero cuando llegamos a aquí nos llamó mucho la atención. La habitación era fantástica, la verdad. Había leído todo tipo de críticas sobre este hotel. En las buenas no te sueles fijar y las que más tienes en cuenta son las malas, por lo que venía un poco en alerta con lo que me podría encontrar.
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Realmente, lo que había leído era que las habitaciones estándar tenían varios problemas, entre ellos la poca cantidad de amenities, que para nosotros fueron suficientes, o que había que encender el interruptor para tener agua caliente, lo cual también es muy habitual en sitios, que como este, dependen de un generador (algo que tampoco encontramos como inconveniente). Para mi, la habitación estándar era perfecta, y me gustaba más que los diseños que había visto de las habitaciones superiores. La verdad es que venimos encantados con el hotel, con el trato y con el diseño. Eso sí, volvería a ir, como hice, solo un par de noches, porque la tranquilidad que tienes aquí no la encontrarás en Diani Beach, pero la playa de Diani no es comparable.
Estaba deseando salir y ver el mar, la verdad es que solo pensaba en ello, en acercarme al mar y ver la cantidad de colores que esperaba que me iba a mostrar. En estos momentos es cuando me entra el pánico. Me pasa en casi todos los destinos de playa que escojo en mis viajes. Empiezo a pensar que tal vez me decepcione, que tal vez no sea lo que yo venía buscando, que tal vez por ser época de lluvias cortas el color del agua no sea el que yo espero ver… y duda tras duda, salimos de la habitación en busca de millones de colores de azul. Y, ¿los encontramos? Pues sí.
La primera imagen que vi del mar fue esta:
Realmente impresionante la verdad. Quizá no sea el lugar más adecuado para el baño, porque el agua tiene todos esos colores por algo, porque hay coral, porque hay alga, y para bañarse puede resultar complicado (aunque nosotros lo hicimos, claro, y no tuvimos ningún problema, pero puede que a alguien no le agrade tener que entrar al agua con escarpines, algo que nosotros hacemos de forma habitual en cualquier tipo de playa, e incluso en las que parece que no hay nada, desde que vimos que hay erizos escondidos).
En The Sands at Chale Island estuvimos en Media Pensión, lo hicimos así porque aunque vas a tener que comer en el hotel, a no ser que hagas alguna excursión fuera, preferimos comer de carta y no comer en el buffet. Creo que también fue un acierto, porque la comida tampoco era tan cara como se podría esperar.
Así que tras nuestra primera visita a la playa nos fuimos al restaurante a la carta, donde estábamos nosotros dos solos junto con otra pareja. Comimos con unas impresionantes vistas al mar. La comida está muy buena, la verdad, así que la primera impresión que teníamos del hotel era realmente fantástica.
Pasamos el resto de la tarde en la tumbona, paseando por la playa, en resumidas cuentas, haciendo lo que habíamos venido a hacer: descansar y relajarnos.
Aquí pudimos comprobar que durante la marea baja encontramos los conocidos «beach Boys» por la playa, gente del pueblo que desea venderte una excursión sea como sea. Lo bueno, es que aquí no son nada pesados. Les dices que no y suelen entablar conversación pero no estar insistiendo constantemente.
Tras esta tarde de relajación tocaba prepararse para la cena. Una buena ducha y a probar el buffet del hotel, que lo que podemos destacar es la cantidad de pescado fresco que tenían para hacer sobre la marcha y al gusto y la fruta exótica, que comí hasta que ya no pude más. Que rico está el mango por estos países del mundo, y lo que se agradecen estas frutas frescas después de un largo día de sol y calor.
Había pasado nuestro primer día de viaje, bueno, al fin y al cabo, dos días desde que habíamos salido de casa, estábamos muertos de cansancio y lo mejor, por hoy,era irse a dormir, descansar y aprovechar al máximo nuestro siguiente día completo en la isla.
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Si quieres leer nuestro diario completo de viaje: 19 días en Kenia y Tanzania.
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