De Dar Es Salaam a Mikumi N.P.

La llegada al primer parque del viaje: Mikumi N.P

El Parque Nacional Mikumi se encuentra situado a 290 kilómetros al Sur Oeste de Dar Es Salaam. No parecen muchos kilómetros pero la carretera que tenemos que tomar en el día de hoy, es la famosa A7, carretera que da acceso al puerto de Dar Es Salaam a la mayoría de las mercancías de gran parte de los países del África Oriental. Es por ello que esta carretera de dos carriles tiene un tráfico que podría ser imposible.

Y lo decía en el primer artículo de este diario: Volando a Dar Es Salaam, que en este viaje no se podía hacer muchos planes y que había que dejarlo todo a la aventura propia de un viaje así. Hoy poníamos rumbo al Parque Nacional Mikumi, para lo que tendríamos por delante entre 4 y 7 horas de trayecto, por lo que no había tiempo que perder.

Empieza la aventura. Nos vamos a Mikumi.

Habíamos quedado a las 7 de la mañana en la puerta del hotel con las maletas listas y todos preparados para poner rumbo al Parque Nacional Mikumi. Muy puntuales estábamos todos listos. Se ve que teníamos muchas ganas de empezar esta aventura y no hubo ni un solo retraso. Habíamos quedado tan solo media hora antes para desayunar y recargar las pilas. Aun nos quedaban unas cuantas horas por delante para llegar al parque, y por tanto para hacer nuestra primera comida en ruta.

Se notaba la emoción en el grupo. Para cuatro de ellas era la primera vez que iban a hacer un safari en África, y la primera vez todo es mucho más intenso. Aunque para mi sigue siendo intenso y emocionante en el que era mi quinto safari en África.

Viaja con nosotros

Este viaje Tanzania de Este a Oeste en 19 días, se desarrolló tal y como lo estáis leyendo durante el mes de Agosto del año 2022, en uno de los viajes que realizamos bajo el concepto «Viaje con nosotros». Desde hace años ofrecemos la posibilidad a nuestros lectores, seguidores de redes sociales y clientes de la agencia de viajes a acompañarnos. Y este fue nuestro cuarto «Viaje con vosotros».

Si quieres realizar un viaje similar o parecido a este, consulta las fechas de salida regular o si lo prefieres, pídenos un presupuesto para un viaje en privado a un país que estoy segura que te sorprenderá. Info@viajescallejeandoporelmundo.com

Nos ponemos en marcha: reparto de coches.

Tocaba repartirse en los coches. Los coches son dos jeeps 4×4 con capacidad para 6 personas (todas con ventanilla). Y aquí yo lo tenía claro. Cuando se hace un grupo donde la mayoría de la gente ni se conoce, a veces puede ser un poco raro esto de repartir habitaciones y repartirse en coches, sobre todo porque la mayoría me conocen a mi, pero casi nadie se conocía entre ellos. Así que organizarse y repartirse puede llegar a ser un poco incómodo.

Pero, yo no tenía dudas. Si para repartir las habitaciones lo dejé todo en manos de ellos y de la suerte, para el tema de los coches, en esta primera salida hacia un parque, yo lo tenía claro. Así que fui llamando una a una a todas aquellas que no habían hecho un safari nunca. Sentir, palpar y ver la emoción la primera vez que una persona ve un animal salvaje en libertad no tiene precio y yo no me lo quería perder.

Maialen, Ana Rico, Silvia y María José estaban en esta situación así que ellas viajarían conmigo en el segundo coche junto con Yuma, nuestro guía de habla hispana. Como nos quedaba una persona para completar el grupo y dado que con el resto excepto con 3 personas no había compartido nunca un viaje, Virginia fue la sexta en incorporarse al grupo B. No íbamos a separar a la única pareja que venía en el viaje, María y Javier.

Pese a que las intenciones iniciales era ir rotando en los coches, ya les avisé. Esto es una idea inicial, porque es cierto que somos animales de costumbres y que por regla general nos acomodamos y hacemos a un sitio y después no nos movemos. Más o menos no me equivoqué mucho y fue lo que vivimos en el viaje, porque salvo Rubén y yo que nos intercambiábamos de coche, el resto no lo hizo.

Comienza la aventura. Comienza nuestra historia.

Pasan unos minutos de las 7 y media de la mañana cuando los motores arrancan, Yuma y Sam, los dos conductores se ponen en su sitio, Samuel ocupa la posición de acompañante de Sam y Gerard, nuestro coordinador, empieza esta aventura con nosotros, ocupando el asiento de acompañante de Yuma. Así que los 16, nosotros 12 y ellos 4, salimos de Dar Es Salaam con un montón de ilusión, y al menos yo, con algunos nervios y mariposas en el estómago.

Este viaje fue pensado para seguir las rutas de los exploradores británicos del S. XIX. Entre ellos figuran nombres como el de Livingstone, Burton, Speke, Stanley y Grant. Aunque fue planificado para seguir sus aventuras la realidad es bien distinta, ya que como os contaba en uno de mis primeros relatos, seguir exactamente la ruta marcada por ellos hoy en día poco interés podría tener. Es por ello que nosotros lo haremos siguiendo la ruta más al sur pasando por los parque Nacionales más importantes del sur de Tanzania e intentando visualizar los paisajes que seguramente hoy en día se parezcan más a lo que ellos vieron y vivieron en su día.

Pero realmente el viaje ya no parte en sí ni del mismo sitio. La mayoría de ellos lo hacían desde Bagamoyo.

Saliendo de Dar Es Salaam.

¿Dónde termina Dar Es Salaam? Es lo primero que te preguntas tras recorrer kilómetros y kilómetros de carretera y ver que esto no tiene fin. Pasan los kilómetros y parece que seguimos dentro de esta caótica ciudad.

Pero yo estaba feliz. Volvía a las carreteras de África, a las carreteras de Tanzania, donde la vida discurre. Y es que kilómetro tras kilómetro podemos observar cómo todo se centra en los alrededores de la carretera.

Y si, se notaba que estábamos en una de las carreteras más transitadas del África Oriental, porque no parábamos de ver camiones en ambas direcciones y el trayecto se hacía lento, muy lento. No es de extrañar que tardásemos unas dos horas en recorrer unos 70 kilómetros, momento en el que parecía que ya habíamos abandonado la ciudad. Y no es que la ciudad sea tan grande. Solo que una población y la siguiente se entremezclan, hasta tal punto de no saber donde acaba una y empieza la siguiente.

Todo es tan llamativo que no paras de observar y fotografiar. Mujeres vestidas con llamativos colores que llevan sobre sus cabezas lo que quizá nunca llegue a poder llevar yo en mis brazos. Bicicletas y motocicletas cargadas con tanto que no paramos de preguntarnos como puede sostenerse en pie.

«Dr Livingstone, Supongo»

Esta famosa frase fue pronunciada por Henry Morton Stanley en 1871, en la población de Ujiji, a los pies del Lago Tanganica. ¿Pero que fue lo que ocurrió para que un periodista, financiado por el New York Herald, saliese en busca de este gran explorador sin ni siquiera saber donde estaba?

Todo surge por algo tan básico pero a la vez tan importante en aquella época como fue la «lucha por ganarse la medalla de ser el primero en poner en un mapa las fuentes del Nilo«.

Todo comienza unos cuantos años atrás.

En Reino Unido, a mitad del S.XIX, no se conseguía comprender como tras haber dejado atrás la llamada Primera Revolución Industrial, después de haber inventado la locomotora a vapor, la fotografía e incluso el teléfono y los vehículos eléctricos, aún no se había podido cartografiar el interior del continente africano. Todavía quedaba una gran masa en blanco y lo peor de todo, todavía quedaba sin desvelar el gran misterio que durante siglos hizo correr ríos de tinta ¿Dónde está el nacimiento del Nilo y qué hace a ese lugar tan especial para que este río sea lo que es y haya creado tanta vida?

Que el río Nilo atravesase, con su gran caudal, uno de los desiertos más secos del mundo y llegase al Mediterráneo sin inmutarse, hacía pensar que río arriba, en algún punto todavía inalcanzado, existía una tierra fértil y llena de agua. Pero lo más llamativo aún de este río, gracias al cual se creo una de las civilizaciones más impactantes del mundo, es que se ven crecer sus aguas en pleno verano, cuando más azota el calor, y cuando la sequía debería ser más evidente.

Los misterios del río Nilo fue la base para muchas historias, mitos y leyendas durante siglos.

Un trayecto con incidencias en el camino

Hacemos un primer parón en el camino cuando llevábamos unos 120 kilómetros y 2 horas y media. Estábamos en Msolwa. Aquí nos sacamos la primera foto de grupo, aunque después nos dimos cuenta que faltaban María y Javier que ya se habían subido a uno de los coches.

Los kilómetros trascurren lentos y cuando llevábamos ya casi 4 horas de viaje, nos paran en un control policial de carretera en Mikese. Y aquí empiezan los problemas. A nuestro guía Yuma le ponen una multa y ya sabéis como es esto en países africanos donde la corrupción está a la orden del día. Esto nos traería más de un dolor de cabeza. Tras media hora de negociación consiguen «pagar la multa» y continuamos el viaje.

En este tiempo que estuvimos parados, en el coche A, donde iba Rubén, y visto que llevábamos ya unas horas de viaje y que el tema con la policía podía ir para rato, nos compró un manojo de pequeños plátanos riquísimos y unas mandarinas, que pese a su color estaban muy buenas.

Así conseguimos pasar el resto de las horas y el camino hasta que intuimos la cercana llegada a nuestro destino final: El Parque Nacional Mikumi.

El primer gran viaje al Lago Tanganica: Richard Burton y John Hanning Speke: 1856-1859

La única información hasta la fecha que se conocía sobre las fuentes del Nilo y el interior del continente africano provenían de varias fuentes.

• 460 a.C. Heródoto navega por el río y llega a Asuán.
• En el S. I a.C, el mercader griego Diógenes viaja al interior de África siguiendo el curso del Nilo.
• En base a lo que había escrito Diógenes, Ptolomeo en el S.II a.C establece que el nacimiento del Nilo se encuentra en el interior de África, en algo que se llamó Las Montañas de la Luna.
• En 1848: dos misioneros alemanes afincados en Mombasa, se internan en los territorios Massai y notifican la presencia de dos grandes montañas: El Kilimanjaro y el Monte Kenia: los dos techos de África. Tenían en su poder lo que se conoce como «mapa babosa». Era un mapa antiguo que venía a indicar que en el interior del continente africano había un gran lago con forma de este molusco.

Hasta esta fecha todo lo que se conocía del interior africano está resumido en esos 4 puntos. Es por ello que fuese de interés de cualquier potencia mundial en plena época de expansión y colonización. Encontrar una zona como se preveía, llena de riquezas con las que comercializar, hacía que países como Alemania, Francia, Bélgica y Reino Unido luchasen por ser los primeros en alcanzar la gloria de ser los primeros en llegar a Las Fuentes del Nilo.

Richard Francis Burton, un oficial británico, logró que la Royal Geographical Society de Londres, financiase una expedición al interior del continente con la única misión de encontrar las fuentes del Nilo. Aquella misión solo tenía por objetivo llegar al Lago Ujiji (el actual Lago Tanganica), el que se consideraba el «lago babosa», a los pies de una población creada por traficantes de esclavos árabes y comprobar si verdaderamente este Lago eran las famosas «Fuentes del Nilo».

Le ofrece el puesto de segundo al mando, a su compañero y oficial, John Hanning Speke, que fue el primero en sorprenderse de esta propuesta ya que años atrás, en 1854, habían protagonizado un viaje que casi les cuesta la vida, en Adén (en el actual Yemen).

Partir a un viaje tan épico como este no siendo ni los mejores amigos ni confiando plenamente el uno en el otro no era el mejor de los inicios, pero Speke no puedo negarse a vivir esta aventura.

En Junio de 1857 parten desde Zanzíbar, a donde habían llegado 6 meses atrás, hasta la costa de África, y emprenden el viaje desde aproximadamente unos 100 kilómetros al sur de Bagamoyo. ¿Puede que este punto se parezca más al actual Dar Es Salaam? Por ubicación puede ser, pero no he conseguido encontrar la ubicación del punto exacto salvo por un nombre: Kaole Point.

¿Habrán pasado por la zona del Parque Nacional Mikumi a donde estamos nosotros a punto de llegar? Pues si no han pasado seguro que muchas de las imágenes que veían se parecían bastante a lo que nosotros estábamos a punto de ver. Una llanura, regada de baobabs, y con las montañas al fondo.

Casi 5 meses después de su partida desde la costa, los dos intrépidos viajeros y sus 132 porteadores, llegan a la ciudad de Kazeh (actual Tabora) donde se afincaban muchos de los ricos traficantes de esclavos. Allí además de descansar del largo camino lleno de calamidades, enfermedades, desertores y ataques de tribus, Speke se entera de la existencia de al menos, dos lagos más, uno de ellos mucho más grande que el Lago Ujiji.

En febrero de 1858 y tras subir una colina, por fin divisan el mar de Ujiji. Burton llevaba la mayor parte del viaje postrado en una camilla y Speke llegó afectado de una oftalmia que le impedía ver. En estas condiciones y tras 8 meses de viaje, estos dos exploradores, pusieron por primera vez en un mapa el Lago Tanganica.

Hicieron en 8 meses lo que nosotros haríamos en tan solo 17 días. Cómo ha cambiado todo en menos de 200 años.

La presencia del gran árbol, el baobab.

Una de las cosas que más llamaron la atención, sobre todo a Silvia, fueron los baobabs. Y no es de extrañar. Recuerdo la primera vez que vi uno. Fue en aquel viaje de 19 días por Kenia y Tanzania. Acabábamos de llegar a la costa de Kenia y vi mi primer baobab. Me quedé impresionada. Cuando Silvia me preguntó qué era ese gran árbol que acabábamos de pasar y le dije que era un baobab, no se lo podía creer. No se había imaginado los baobabs así. Quizá porque tenemos la extraña costumbre de pensar, que los baobabs son como los clásicos de Madagascar, pero baobabs hay de varios tipos (hablaremos de ellos en otro capítulo).

En África, y sobre todo en lo que nos quedaba de viaje por Tanzania, serían unos de nuestros compañeros inseparables. Llevar contigo la presencia de los baobabs, por alguna razón desconocida, siempre aporta mucha tranquilidad. Yo siempre digo que son los árboles tranquilos.

La emoción de ver por primera vez animales salvajes en libertad

¿Qué creéis que pasa cuando vas en un coche con 5 personas más, 4 de las cuales es la primera vez que viajan a África y la primera vez que ven animales salvajes en libertad? Pues que la emoción se palpa en el ambiente. Todavía quedaba algo más de media hora la llegada a la entrada del Parque Nacional y ya empezaron a ocurrir cosas.

Y es que los parques Nacionales de Tanzania no están vallados. Algo que es habitual en las preguntas que recibo antes de un primer viaje a África. Lo que pasa es que los animales se sienten más seguros en un entorno protegido y donde saben que nada les puede pasar que si se aventuran a salir de él. Es por ello que se mantienen dentro de lo que son las áreas destinadas a Parques Nacionales.

Pero es que además, en Mikumi, de sus 3230 kilómetros cuadrados, la mayoría no es visitable por los turistas, y tan solo un pequeño triángulo situado a mano derecha en dirección Zambia, tiene accesos adaptados para las visitas. Así que aunque aún nos faltaba un rato para entrar, sí que estábamos atravesando el territorio del Parque Nacional Mikumi.

Aparecen los primeros babuinos. El babuino quizá sea el animal que menos me gusta de todos los que vemos en safaris por África. Me causa poca simpatía pero al ver los primeros a ambos lados de la carreta en el coche todo fueron vítores de alegría. No parábamos de mirar, absortas, por la ventanilla. ¡Allí uno! ¡Allí una familia! ¡Mira, un pequeñín!

Y tras los babuinos llegaron las gacelas y los impalas, que casi siempre van de la mano. Y aquí el júbilo fue mayor. Pero sin duda el mejor momento dentro de aquel coche, que circulaba por una carretera nacional, la A-7 en dirección sur, fue al ver las primeras jirafas.

Yo no sabía si mirar a las jirafas o mirar las caras de mis compañeras. Era todo un poema presentir lo que en aquellos momentos debía estar pasando por sus mentes. Sus ojos, brillantes, denotaban un estado de excitación máximo, de emoción, de alegría, de que pese a todas las horas de viaje que llevábamos todo merecía la pena, por aquello.

Sentíamos la necesidad imperiosa de hacer parar el coche, pero era imposible hacerlo, claro está. Aunque de esta manera, los últimos kilómetros hasta la entrada del parque, se hicieron de lo más amenos y cortos.

Mikumi (nuestro primer parque) y ahí estaban ellas, unos kilómetros antes de entrar, majestuosas, erguidas, imponentes: las jirafas. De los 5 grandes, mi favorita. Y ahí estaba yo, sin poder dejar de mirarlas, hipnotizada con la visión de esa belleza. Sabía que vería muchas más, y siempre que alguna nos regalaba su presencia, la sensación era la misma: Gratitud.

Ana Rico, Primer viaje con nosotros, y primer viaje a África

Recuerdo que íbamos en el coche muy concentrados, cada uno mirando x su ventana, ansiosos por ver algún animal, cuando aparecieron ellos: los BABUINOS. Tan graciosos y ágiles, moviéndose por tierra y por los árboles como si nada. Y casi seguidamente aparecieron ellas, los rascacielos de la sabana: ¡las JIRAFAS! esos increíbles y bellos animales que parecen de otro planeta: ¡toda una Torre! (así es como se llama a una manada de jirafas), delante de nosotros, como si fuese un sueño, ¡eso sí! ¡Hecho realidad!

Silvia, Primer viaje con nosotros y primer viaje a África.

Entrando en el P.N Mikumi

Cuando llegamos a la entrada del Parque Nacional Mikumi pasaba algo de las 3 de la tarde. Parecía increíble, pero habíamos tardado más de la que pensábamos y es que en África siempre se sabe cuando se sale pero no cuando llegas y el tiempo es relativo.

Casi 8 horas de viaje y cuatro paradas: una para repostar, una para pagar una multa, otra para dejar a Gerard en un hotel de carretera mientras él continuaba su camino hacia Iringa, y en otro control de carretera policial donde decían que la multa no había sido pagada. Ya sabéis como va esto, que será un poco la tónica de todo el viaje.

Aprovechamos el tiempo de los trámites para entrar en el parque, para estirar las piernas, ir la baño, comentar los momentos más estelares de la carretera de acceso al parque y sobre todo, y ahora si, sacar la primera foto de grupo completa. O al menos de los 12.

Y si, estábamos alucinados, porque ahí mismo a la entrada del parque, y a menos de 200 metros, teníamos un grupo de impalas que nos miraban y ¡un búfalo! ¿Qué nos depararía este parque si ya con solo con estos momentos nos había dejado maravillados?

Llegando a nuestro alojamiento: Tanapa Cottages.

Entramos en el parque ya con el techo del coche levantado. ¿Quién se iba a sentar teniendo ante nosotros tan maravilloso paisaje? Llanuras eternas de color ocre, regadas de cuando en cuando por acacias, tamarindos y los enormes baobabs. Y al fondo, como haciendo barrera contra el resto del mundo, el macizo de Uluguro (al este) y la colina de Vidunga (al suroeste).

Así llegamos a los Cottages de Tanapa. Tanapa, que significa Parques Nacionales de Tanzania, dispone de alojamiento para los turistas. Las bandas, que son alojamientos muy básicos y los cottages que son un poco mejores pero tampoco es que sean de lujo. Si te quieres alojar dentro del parque, lo ideal es alojarte en dentro de uno de los campings de Tanapa. Eso si, hay que reservar con tiempo, porque escasean y se suelen llenar.

Nosotros escogimos los Cottages. Éramos 12 personas que nos íbamos a distribuir en 3 cottages con dos camas (todos los que tenían), 2 cottages individuales (lo que viene siendo uno doble para uso de una sola persona) y 2 cottages con una cama doble. Prácticamente todos los disponibles.

Los cottages me sorprendieron porque personalmente me los esperaba mucho más básicos. Los cottages de dos camas tenían aspecto de, o ser nuevos, o estar recientemente reformados. Eran los que quedaban al fondo del recinto.

El resto de los cottages eran más antiguos pero desde luego mucho mejor de lo esperable. Eso si, empezamos a notar lo que sería la tónica del viaje: que no todo funcionaba como debería y que si se supone que compartes cama, también compartes toalla.

Primera comida en el parque

Teníamos hambre. Llevábamos horas sin comer así que sin pensarlo nos sentamos en la mesa y escogimos entre lo que nos ofrecieron para comer. Comimos y comimos bien y rápido con nuestras cervezas Safari. Estábamos deseando ponernos en marcha y el sol empezaba a bajar, así que teníamos que ponernos las pilas si queríamos hacer un primer safari en Mikumi N.P.

Un marabú nos acompaña durante la comida. Así de especial es Tanzania.

Y todos estuvimos de acuerdo en no perder más tiempo, subirnos a las coches y empezar la aventura en África.

Safari al atardecer en el P.N. Mikumi

Íbamos todos levantados en el coche. Es en estos momentos, cuando te pones de pie, sientes la brisa de África golpeándote contra la cara, el pelo al viento, y te quedas absorto contemplando lo que tienes ante ti, cuando te das cuenta de qué es lo que te hace volver una y otra vez a este continente, qué es lo que realmente te atrapa.

Esa sensación de libertad, de respirar aire puro, de no tener ningún contacto con el exterior, de olvidarte del mundo que te rodea, con este paisaje tan asombroso ante ti (diferente en cada parque que visitas) y con la guinda del pastel: allá donde mires verás algo interesante, un animal viviendo en libertad, que es como deberían estar siempre. Mikumi nos recibía con un paisaje maravilloso pintado del color de un atardecer que poco a poco se iba haciendo cada vez más evidente.

Hay quien dice que Mikumi es un «Serengeti» en pequeño. Sinceramente, yo no les encuentro parecido. Siempre digo que cada parque es distinto y es que el Serengeti nada tiene que ver con Mikumi. Mikumi es más pequeño, tiene sabana, igual que Serengueti, pero también mucha más vegetación. A diferencia de Serengeti en Mikumi no hay tanta roca erosionada (llamados Kopjes), pero si está enmarcado por grandes cordilleras. Aquí vemos muchos más baobabs por no decir que en Serengeti prácticamente no se ve ninguno. Así que diferencias hay muchas y parecidos pocos.

Al poco de dejar atrás el entono de nuestro campamento en Mikumi, empezamos a ver las primeras manadas de cebras y ñus (Hablamos ampliamente de estos maravillosos animales en aquel increíble día que vivimos viendo «El Cruce del Mara» en Serengeti Norte). En nuestro coche la emoción era más que evidente.

Al cabo de un rato vemos entre la hierba cobriza, casi no se podía ni distinguir, un chacal. El año anterior, en nuestra visita al Norte de Tanzania, el chacal había sido premonitorio y siempre que veíamos uno, a continuación algo especial nos esperaba ¿ocurriría lo mismo aquí?

Puede ser, porque por primera vez desde que habíamos pisado Tanzania veíamos uno de esos atardeceres que quitan la respiración.

Aparecen los búfalos y las gacelas pero en aquel momento, todas nuestras miradas se dirigían a un sol que tímidamente se iba ocultando tras las nubes y las montañas.

Ya de vuelta a nuestro campamento hicimos algunas paradas para visualizar algo a lo que hasta entonces no le habíamos prestado atención: los pájaros. Y es que el colorido de los pájaros africanos merecería un post aparte.

Había ya muy poca luz en el parque así que dejamos las cámaras aparcadas y disfrutamos de una bonita puesta de sol camino al campamento.

Noche en el Campamento

Mientras me duchaba escucho algarabía en el exterior. No se exactamente qué pasa, pero miro por el pequeño ventanal que tengo justo en la ducha. La ventana da directamente al parque, y lo que veo me deja sin palabras. ¡Un elefante! Estoy un rato mirando, de puntillas, asomada entre los barrotes como si de un preso se tratase. Me quedo encantada con la visión que tengo, aunque sea así de particular.

Pero lo que nos espera era algo todavía más alucinante. Durante la cena nos vienen a avisar de que ni se nos ocurra movernos solos por el campamento. Al igual que en el resto del país, los alojamientos no tienen valla. Eso significa que estamos inmersos en un mar de vida salvaje. Nuestros guías habían salido con los coches y al regresar se dieron de bruces con un par de leones. Los teníamos muy cerca del campamento, así que nada de hacer expediciones nocturnas. Tras la cena, todo el mundo a sus cabañas. Pero no solos, claro. Para eso, al salir del restaurante, nos estaba esperando un ranger armado, para acompañar a cada uno.

El final del viaje y el comienzo del siguiente

Cuando llegaron a Ujiji, la emoción de Burton era más que evidente. Había conseguido ser el primer hombre blanco en llegar al Lago y estaba totalmente seguro que estas eran las fuentes del Nilo, aunque no hubiese nada que así lo indicase, ni consiguieran demostrar absolutamente nada.

Aquí, en Ujiji, empezó a forjarse el «gran error» de la vida de Burton.

Lo que todavía no se puede comprender es cual es el motivo por el cual, sufriendo todas las penurias que padecieron para llegar hasta aquí y en las condiciones en las que llegaron: Burton con parálisis en ambas piernas y Speke ciego, no fueran capaces de demostrar, al menos algo.

Burton estaba tan enfermo y tan obcecado en que este gran Lago era «El Lago», que a falta de tan solo 6 horas para llegar a su extremo norte, donde se suponía estaba el río que podía ser el nacimiento del Nilo, dio la vuelta y dio por concluido su viaje. Tuvieron que pasar 22 años para que otro hombre blanco: Livingstone en compañía de Stanley llegará hasta aquí y demostrase que el río entraba en el lago y no salía.

El 20 de Junio de 1858 llegaban de nuevo a Tabora, donde Speke solicitó permiso a Burton para poder llegar hasta ese gran lago que los locales decían existía al Norte. Recibió el permiso para hacerlo, no cayendo en la cuenta de que si Speke tenía éxito en su aventura en solitario, marcaría el final de su historia y el principio de la gloria del que por entonces no gozaba de su simpatía.

El 29 de Julio, Speke visualizó por primera vez la gran masa de agua del lago Nyanza (futuro Lago Victoria). Pero dado que no era su expedición, no tenía barca con la que echarse al agua, tenía que regresar al lado de «su jefe» Burton, no pudo cumplir la misión de saber si realmente éste eran las fuentes del Nilo, pero la cosa «pintaba» mucho mejor que con el Lago Ujiji.

Los cálculos que hizo indicaban que este lago se encontraba a unos 1200 metros sobre el nivel del mar, a mucha más altitud que el lago Ujiji y por tanto con mayor probabilidad de que estas sí fuese el verdadero nacimiento del Nilo.

Sin haber demostrado nada ninguno de los dos: Ni Burton que el Tanganica era el nacimiento del Nilo, ni Speke que lo era el lago Victoria, se enfrascaron en una dura disputa que no empezó hasta que no estuvieron de vuelta en Londres.

El 8 de mayo de 1859 Speke llegaba en solitario a Londres, dado que Burton no recibió permiso médico para poder viajar. Un día después se reunía con el director de la Royal Geographical Society. Cuando unos 15 días después llegaba Burton a Londres, se encontró con la sorpresa de que su «amigo» se había proclamado como descubridor de las fuentes del Nilo. Aquí comenzó el declive de Burton y la verdadera guerra entre ambos que les duró hasta el final de sus días.

El 27 de Abril de 1860, dos años después, Speke acompañado de su buen amigo James Augustus Grant, salía hacia África con la intención de descubrir si realmente al que llamaría Lago Victoria, eran o no las famosas fuentes del Nilo.

El cumpleaños de Rubén

Hoy era el cumpleaños de Rubén y además de cantarle el mítico «Cumpleaños Feliz» en la cena le di mi regalo. Hacía años que él viajaba con unos prismáticos bastante grandes y pesados. Este año le convencí para que no los llevase, más que nada por el peso y el volumen que ocupa. Y claro, el motivo no era otro que le había preparado la sorpresa de regalarle unos más pequeños, manejables y sobre todo, discretos.