Había pasado toda la noche lloviendo y con tormenta y al despertar, lo primero que hice fue asomarme a la ventana. El tiempo estaba muy nublado pero parecía que no llovía. Quizá, el tiempo nos diese una tregua, y aguantase sin llover. Hoy pensábamos subir al Campanile y a la Cúpula de la Catedral, ver Santa María Novella y entrar en La Santa Croce. Esperábamos poder hacerlo todo sin complicaciones.
Salimos del apartamento sobre las 9 de la mañana y tras pasar por el Mercado Central nos dirigimos hacia Santa Maria Novella, una iglesia que ya habíamos divisado al llegar en el tren pero que hoy tendríamos la oportunidad de visitar por dentro.
Y no nos defraudó en absoluto. La basílica de Santa María Novella, es uno de los principales templos de Florencia y no solo destaca por su impresionante fachada si no que por dentro esa belleza continua estando plasmada. Frescos, como la natividad de María, el crucifijo de Brunelleschi, sus capillas, sus figuras, su claustro… no hay un rincón que no llame la atención.
En uno de los laterales se encuentra la Farmacia, una de las más antiguas de Europa (data del 1221) y es una visita que no debes dejar pasar. Pertenece al convento de la Iglesia y fue creada por los dominicos, que cultivaban hiervas y plantas con los que crearon ungüentos y medicamentos. No os perdais la visita porque merece la pena admirar los frescos, el edificio en sí y la meticulosidad con lo que todo esta colocado y ordenado.
Salimos de la Farmacia y había salido el sol, así que estuvimos un rato sentados en la plaza contemplando el ir y venir de la gente.
De aquí nos fuimos hacia la plaza de la Catedral, dando un paseo por Florencia. Rodeamos la Basílica de San Lorenzo, una obra encargado por los Medici a Brunelleschi. Se encuentra situado en la plaza que lleva el mismo nombre y al lado del mercado.
Al llegar a la plaza de la Catedral nos pusimos a la cola (no muy larga a estas horas) para sacar el ticket que nos daría acceso al Campanile de Giotto, al Baptisterio de San Giovanni y a la cúpula de la catedral. El ticket completo cuesta 10 euros, se puede comprar por adelantado, pero en el momento en el que entres en el primero de los sitios tienes 24 horas para entrar en los demás.
Subimos con paciencia los 414 escalones que nos separan del campanario de la iglesia. Pese a ser el campanario de la Catedral este se encuentra separado de la misma, pero guarda el mismo estilo y diseño que la catedral. La subida no es complicada y con paciencia se llega a la cima desde donde tenemos unas bonitas vistas de toda la catedral y de Florencia entera.
Después del Campanile entramos en el Baptisterio, mucho más bonito y llamativo que el de Pisa pero desde mi punto de vista sin mucho que ofrecer. Estuvimos un rato en el interior pero lo que más nos llamó la atención estaba en el exterior: la puerta del Paraíso, una auténtica obra de arte, aunque los paneles originales se encuentran en el museo dell´Opera del Duomo.
Todavía nos quedaban muchas cosas que ver en Florencia, así que tras el descenso nos dirigimos hacia la Plaza de la Santa Croce.
La Basílica de la Santa Croce es la segunda iglesia más grande de Florencia, solo superada por la Catedral, y la iglesia franciscana más grande del mundo. En sus paredes encontramos frescos de Donatello, Brunelleschi o Giotto.
Entre las más de 300 tumbas que hay en la iglesia, se encuentran la de personajes tan conocidos como Galileo Galilei, Maquiavelo, Lorenzo Ghiberti o la del mismo Miguel Angel. Es una vista muy recomendable y la que invertimos mucho tiempo ya que, ciertamente, tiene muchos rincones dignos de admirar.
Al salir quise desquitarme con algo en lo que llevaba pensando desde que llegué a Florencia, y era en comer uno de los bocadillos de All´Antico vinaio. Como no me decidía porque comer al final escogí el embutido y lo demás se lo dejé al dependiente, que supo escoger mucho mejor que yo el queso y complementos que mejor le iba. El bocadillo estaba exquisito. Precio: 5 euros.
Rubén comió una pizza en un local cercano y yo aproveché para tomar un capuccino exquisito. Así, en total, en comer nos gastamos hoy 13 euros.
De aquí nos fuimos a la extensa cola para acceder al a Cúpula de la Catedral donde estuvimos unos 45 minutos. El ascenso a la cúpula es más complicado que el de la Campanile, sobre todo cuando determinadas personas se empeñan en no cumplir las normas ni los turnos y deciden que van a bajar cuando les viene en gana haciendo que todos los demás tengamos que parar, apartarnos como podamos y algunos incluso estar a punto de caerse. Pero bueno, educación es una palabra que muchos aúno no tienen en su vocabulario. Tras llegar a la cúpula y coger respiración empezamos a buscar un hueco para admirar las vistas, que desde luego son impresionantes, eso si, similares a las del Campanile pero bastante mejores que las que se tienen desde la torre del palacio Vecchio.
Al bajar de la cúpula nos entraron unas enormes ganas de disfrutar de Florencia de otra manera. Dimos por concluidas las visitas turísticas y empezamos a pensar en las visitas gastronómicas. Escogimos I´Margaritaio Drink and Food, que como su nombre indica, su especialidad son las margaritas. Las hay de todos los colores y sabores y están de muerte. Además, estábamos en la Happy Hour, así que con margaritas a 4 euros tuvimos que probar dos (dos cada uno) y como el alcohol fluía pensamos que lo mejor era acompañarlos con unos nachos con queso, porque si no quizá nos tendrían que llevar a casa. Aprovechamos para conversar con el dueño, que al parecer le gusta la música en español, porque nos deleitó con Maná durante todo el tiempo que estuvimos en el local (y fue mucho). La verdad es que estábamos de maravilla. Estuvimos mucho rato y tras preguntarle al camarero un buen lugar para cenar nos recomendó la Ostrería Vini Vecchi Sapori, en la que hay que reservar porque se llena todas las noches. Nos reservaron ellos mismos y tras volver al apartamento a descansar un rato y cambiarnos de ropa nos dirigimos a cenar.
El sitio es pequeño y si vas en pareja posiblemente te toque cenar con otra pareja ya que no hay mesas pequeñas y allí todo se comparte. Así fomentan la comunicación entre las personas (no es mala idea). Cenamos de maravilla, la comida estaba toda exquisita, todo muy casero. No es de extrañar la cola que se formó en el restaurante para poder cenar.
El sitio es muy peculiar y muy autentico así que podemos recomendarlo a todo aquel que visite Florencia. Pagamos 29.50 euros, por dos platos de pasta, un postre (que estaba de muerte, un tiramisú de frutos rojos), el pan, el agua y el servicio.
Cuando salimos del restaurante llovía bastante así que apuramos el paso y nos fuimos a dormir. De esta manera nos despedíamos de Florencia ya que al día siguiente poníamos rumbo a Le Cinque Terre.
Gastos del día:
Entrada Santa María Novella: 5 euros.
Entrada Campanile, Cúpula.. : 10 euros.
Entrada Santa Croce: 6 euros
Comida: 6.5 euros.
Margaritas: 12 euros.
Cena: 14.75 euros.
Total del día: 54.25 euros.
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4 Comentarios
No recordaba el interior de Santa María Novella. Desde luego, aunque yo soy "más de Roma" la verdad es que Florencia es excepcional, con tanto arte a cada esquina. Precioso reportaje. Por cierto, que buena pinta este tiramisú!
Jordi, el tiramisú estaba de muerte, jeje. Yo no puedo comparar con Roma ya que no he tenido la oportunidad de ir. Rubén ha ido tantas veces que por el momento lo tenemos un poco apartado, ahora… yo ir, tengo que ir!
Un saludo.
Que mala suerte que tuvisteis con el tiempo. Una semana después a mi me hizo un sol radiante!
A mi me gustó mucho el Battisterio, un lugar que no suele visitar mucha gente y con una decoración muy diferente al resto de monumentos de Florencia.
Yo tambien me comí un bocadillo del Antico Vinaio y nunca he probado uno tan bueno en mi vida.
Un saludo
David
Pues no te creas, David, que después de todo lo que nos suele llover en los viajes consideramos que en este hemos tenido mucha suerte 😉
Que rico el bocata del Antico Vinaio, mmmmm, que hambre me está entrando, jeje.
Un saludo.