En el único día completo que pasaríamos en Gunung Mulu National Park, lo dedicaríamos a visitar otro complejo de cuevas, el más largo del mundo explorado hasta la fecha. Hoy veríamos la Clearwater Cave y la Cave of the Winds. Visitar Gungung Mulu es sinónimo de visitar cuevas y eso es lo que haríamos en la mañana de nuestro segundo día. La tarde se nos truncó y no pudimos hacer lo que teníamos planificado pero después de todo, el tiempo nos permitió hacer la salida nocturna en la que nos quedamos totalmente a oscuras en el medio de la selva. Una experiencia única.
Domingo 13 de Marzo de 2016
Salimos muy temprano de nuestro alojamiento en el Homestay Melinau. El nombre de este alojamiento se lo debe al río que cruza por el Gunung Mulu National Park, Melinau River. Habíamos pasado una noche regular. La excesiva humedad de Mulu, el calor sofocante, una habitación con unos techos tan altos que el efecto del ventilador apenas llegaba a nuestra altura y para colmo, para poder tener ese poco de aire fresco, un generador toda la noche puesto. Vamos que lo mejor de la noche fue desde las 5 hasta las 7 de la mañana (hora de levantarse) donde la temperatura bajó y el generador paró.
Desayunamos en el restaurante del parque, aunque con una combinación de café del restaurante y unas galletitas de limón que habíamos comprado en la tienda.
A las 9 de la mañana ya estábamos listos para salir a navegar por el río Melinau. En la barca, por casualidades de la vida, coincidimos con una pareja de vascos y su hijo: Los dos Jon y Emi. Grandes compañeros para nuestra excursión de hoy, ya que no solo nos permitía poder hablar en castellano si no que además fueron unos excelentes compañeros, conversadores y casi hasta amigos.
Navegamos por el río y llegamos a un pueblo de la tribu Penan, donde al ser domingo el mercado estaba bajo mínimos (es el único día de la semana que no abre) pero pudimos dar un paseo por el pueblo, ver como vive esta gente en la rivera del río y además Rubén probar a lazar con una cerbatana.
Seguimos navegando por el río y al cabo unos minutos hacemos nuestra primera parada: en la cueva de los vientos: Cave of the Winds.
Cave of the Winds: Mulu National Park
Se le conoce así ya que tiene una apertura en la parte superior por la que, en contraste con el calor del exterior y frío del interior, se producen unas corrientes que generan el viento. El paseo es muy entretenido y la verdad es que disfrutamos mucho de él, sobre todo porque la cueva tiene muy poca iluminación (por no decir ninguna) con lo que hay que ir con las linternas alumbrando tanto donde vas a poner el pie como donde quieres ver algo. De ahí que casi no tenga fotos (ni de cámara ni de móvil).
Clearwater Cave Mulu National Park.
Si la cueva de los vientos podría pasar desapercibida, la Clearwater Cave (cueva de agua clara) no se te olvidará jamás. Las más de cuatrocientas escaleras para subir, el sofoco que se produce para llegar bajo una humedad casi del 100% y sobre todo la impresionante entrada así como la claridad de las aguas del río que por ella pasan no te dejarán indiferente. Recordarás esta cueva siempre.
Tras el sofoco de las 400 escalares por fin pudimos hacer un descanso en la entrada de la cueva. Una espectacular boca abierta de cientos de metros de altura y muchos más de anchura donde te quedas con la boca abierta. Por la ladera, otras pasarelas y escaleras que te harán llegar, de nuevo, a nivel del río pero por el interior de la cueva. Espectaculares formaciones rocosas, estalagmitas, estalactitas y un agua clara, muy clara, donde no está permitido bañarse, pero que sí te dejarán tocar. Agua fresca aunque no tan fresca como lo que podemos encontrar en Asturias, pero aún así, sorprende. Donde sí podrás bañarte es a la salida de la cueva, en un remanso del río, donde hay arena estancada y el baño se puede hacer muy agradable y hasta aconsejable después de los cientos de escalares para subir y para bajar.
Nuestra sorpresa se produjo a la salida de la cueva. Estaba empezando a llover. Nos resguardamos bajo una sombrilla mientras esperábamos a ver si escampaba un poco y mientras aprovechamos para comer algo y beber mucho. Una conversación con los dos Jon y Emi sobre Africa terminó por hacer que todo aquel tiempo se pasase volando.
Volvimos a la canoa y navegamos río abajo de nuevo hasta el parque. Justo a nuestra llegada empezó a diluviar. Habíamos tenido mucha suerte. No solo este día porque el tiempo y la lluvia nos había permitido disfrutar de la mañana por el río, si no tambien por el resto de los días ya que se dice que en Mulu llueve 285 días del año. Al menos, el día anterior lo habíamos librado.
Una tarde bajo la lluvía.
El día anterior habíamos conocido a Ivan, un español que después de haber estado un año trabajando de voluntario en Indonesia ahora recorría el sudeste asiático. Con él, y con otros viajeros, teníamos intención de hacer una excursión personalizada río abajo. Pero con lo que estaba cayendo en ese momento y viendo que tampoco parecía que fuese a parar, decidimos no ir. La verdad es que nos parecía bastante peligroso salir en aquellas condiciones, sobre todo, cuando nuestro guía del día anterior nos había dicho que con lluvia, y sobre todo con viento, mejor no moverse, porque se caían árboles y las excursiones se podían volver muy peligrosas. Decidimos, por una vez, hacer caso. Nos lo encontramos a la salida del restaurantes y tras preguntarle nos aconsejó que mejor, no moverse de allí. Así que eso hicimos. Aprovechar para comer tranquilamente, sin prisas y hacer algo a lo que no estábamos acostumbrados: tomar un café, un largo café, contemplando, con tranquilidad, como caía el agua (lluvia de monzón).
El día anterior también habíamos conocido a otros españoles, Eduardo y Paula, que en su camino hacia Australia habían hecho unas de paradas: En Maldivas, en Sri Lanka y ahora en Borneo, donde nos encontramos con ellos. Ya nos habíamos cruzado en Kuching, y también lo habíamos hecho en el trasporte del aeropuerto al Homestay aquí en Mulu, y desde el principio congeniamos muy bien con ellos. Quedamos para cenar y así poder charlar un rato con alguien y poder tomar una cerveza, que al menos a mi (Rubén no bebe cerveza) me estaba haciendo falta.
Tras el momento, el largo momento, de lluvia monzónica, donde nos alegramos de no haber ido de excursión tal y como llovía y tal y como se puse el río (subiendo considerablemente de nivel en el tiempo que estuvo lloviendo) empezó a salir de nuevo el sol.
Como todavía quedaban unas horas de luz, salimos con intención de llegar a Paku Waterfalls, de las que nos habían dicho que no eran nada del otro mundo pero mejor que quedarse en el bar sin hacer nada, pues seguro que era. Pero no pudimos pasar. El camino, poco a poco, se volvía cada vez más impracticable, hasta que llegó el momento que fue imposible continuar y tuvimos que dar la vuelta. Además, si allí nos pasase algo si que no habría forma de avisar (ni cobertura de móvil, ni nadie en mucho kilómetros a la redonda).
Regresamos al camino de madera y continuamos hasta la entrada de las Deer and Lang´s Cave, donde habíamos estado el día anterior, con intención de ver, por segunda vez el Éxodo de los murciélagos. Allí nos encontramos con los dos Jon y Emi, y al cabo de un rato con Eduardo y Paula, así que aprovechamos para quedar todos juntos para cenar (más tarde se uniría también Ivan).
Nosotros teníamos salida nocturna, pero aún así ellos esperarían por nosotros.
Estuvimos un largo rato esperando a que los murciélagos salieran de la cueva, pero esta vez se estaban retrasando mucho. Dicen que si llueve, y llueve mucho, en ocasiones no se ve este fenómeno, ya que salen algunos de ellos de expedición y si, «ven viable» salir, entonces salen, y si no… pues te lo pierdes porque los muy remolones se «quedarán en casa» hasta el día siguiente.
Al final, y tras esperar, y esperar mucho, tuvimos que regresar al parque, ya que se nos hacía tarde para la salida nocturna, eso sí, nos dio tiempo a tomar un café y un milo antes de seguir el camino.
Salida nocturna en Mulu National Park.
La guía que nos tocó esta vez no fue de lo mejor, la verdad, y se ve que no estaba muy preparada para buscar animales en la noche, porque la mayoría de lo que veíamos era por que lo íbamos viendo los que íbamos en el grupo. Mala suerte, la verdad, porque seguro, seguro que más de lo que vimos se podía ver.
Lo mejor de la noche vino cuando en el medio de la selva, en un punto donde había una especie de mirador elevado de madera, nos mandó apagar las luces y escuchar. No solo escuchamos el ruido de la selva, indescriptible y apabullante, sino que también vimos muchas luciérnagas y el momento fue de muy mágico y especial.
Otro momento inolvidable de la salida fue cuando vimos, subida a un árbol, una enorme serpiente que nos puso los pelos de punta.
Tras la salida que duró aproximadamente una hora, volvimos al parque y nos reencontramos con Ivan, los dos Jon, Emi, Eduardo y Paula, que nos esperaban tomando una cerveza en un local a la salida del parque.
Cenamos, y cenamos bien, pero lo mejor de la noche fue la compañía, de la que nos tuvimos que despedir cuando nos apagaron las luces para ir cerrando el local. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que en todo este viaje, el único sitio donde nos encontramos con españoles, y con tantos españoles, y tan buenas personas todos sería éste? Jamás lo hubiese pensado.
Para finalizar os dejo un video resumen de nuestro paso por Gunung Mulu National Park:
Gastos del día
Café del desayuno y bebidas para el día: 7RM (1.57 euros)Galletas, 2.75RM (0.61 euros)Comida, con una botella de agua de litro y medio y un te: 18RM (4.02 euros)Café por la tarde: 4.5RM (1 euro)Milo antes de la excursión: 5RM (1.12 euros)Cena: 18RM (4.02 euros)
Total gastos del día por persona: 13.34 euros
Si quieres leer el diario completo del viaje: 14 días en Borneo
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