El Este de Zanzibar: de Jambiani a Pingwe
Era nuestro último día completo en Zanzibar y lo íbamos a aprovechar bien. Yo no quería marcharme de este paraíso sin echarle un vistazo, aunque fuese rápido, a las playas del Este. Y de paso comer en uno de los restaurantes más singulares y conocidos de la isla, The Rock.
Estas playas del Este de Zanzibar son las que suele evitar mucha gente por la incidencia de la marea, ya que en marea baja es casi imposible bañarse. Yo siempre intento aconsejar que ésto no sea un motivo para no alojarse en esta zona de Zanzibar, ya que para mi, ese es el principal atractivo de las playas muy paradisíacas y con cientos de tonos azulados. Al bajar la marea es cuando se potencian todos esos colores. Así que el que baje mucho la marea no sea un motivo para no visitarlas.
Cómo visitar las playas del Este
Si como nosotros tienes muy poco tiempo para ello, lo que recomendamos es alquilar un coche con o sin conductor. Nosotros nos decantamos por esta última opción.
Sólo necesitábamos el coche para un día, así que tampoco íbamos a alquilar un coche para poco tiempo y preferimos que alguien nos llevase, a tiro fijo, a donde queríamos. Por 40 dólares nos pareció más que razonable. Lo reservamos el día anterior en Stone Town.
Otra opción sería alojarse en esta zona o alojarte en dos zonas distintas tal y como os contamos en el post de Alojamientos en Zanzibar.
Por qué descartamos las playas del Este para alojarnos.
Nosotros, pese a alojarnos en dos zonas distintas de Zanzibar (primero en Nungwi, en el Royal Zanzibar Beach Resort, y los últimos días cerca de Stone Town, en el Sea Cliff Resort) no escogimos como segunda zona el Este. ¿Porqué? Bueno, fundamentalmente porque, las primeras noches que invertí en descansar, pasear por la playa, y disfrutar de un buen hotel, quería que el hotel tuviese unas bonitas vistas a las puestas de sol. En el Este esto no es posible.
Cuando nos cambiamos más al sur, y nos fuimos al Sea Cliff Resort, lo hicimos para estar más cerca de Stone Town, donde yo quería pasar tiempo, disfrutando de sus calles, de sus gentes, de sus bares… Y en el Este, esto no ocurre, porque pese a que parezca que todo está cerca, las carreteras no son ni frecuentes ni están bien acondicionadas, por lo que en hacer trayectos que podrían ser cortos, se invierte mucho tiempo.
Nos vamos a las Playas del Este de Zanzibar
Cuando nuestro chofer y nuestro «guía» se presentaron aquella mañana en el Sea Cliff Resort a recogernos, no pensamos que las cosas fuesen a acontecer como sucedieron. Nos dimos cuenta de algo de lo que ya habíamos hablado largo y tendido en Stone Town con aquellos que nos dieron conversación: En Zanzibar se vive al día.
Esta frase que puede parecer una frase hecha, en Zanzibar es una realidad en sí mismo. Y vivir al día, significa literalmente, vivir al día. Consiguen lo suficiente para pasar ese día, y al día siguiente se buscarán la vida para conseguir sobrevivir ese día. Día a día.
Cuando nos recogieron nos pidieron 10 dólares para ir al surtidor. Habían llegado al Sea Cliff Resort desde Stone Town en reserva. Realmente nos pidieron menos de 10 dólares, pero en chelines, y nosotros como ya no teníamos chelines, les acabamos ofreciendo 10 dólares a descontar del importe total que habíamos negociado con ellos: 40 dólares por el día completo.
El problema de los 10 dólares es que en esta zona de Zanzibar no hay muchos lugares donde cambiar dinero, así que nos acercamos a una pequeña población al lado de la carretera e intentar que se lo cambiasen en varios sitios. En el último, una especie de tienda, tuvieron suerte. Lo pasé mal durante todo este proceso, porque piensas en las necesidades que pasan, en lo que significa realmente vivir al día, y en que estuvimos a punto de quedarnos tirados por quedarnos sin combustible.
Finalmente, en aquella tienda, además hizo una pequeña compra. Dos pequeños paquetitos que yo pensé que era de tabaco y no me gustó. Pero después, mirando detenidamente, vi que los dos paquetitos eran jabón para bebés. Aquí ya la pena me volvió a embargar. Habíamos tenido que darle los 10 dólares, no solo para echar la cantidad justa (la mitad de un cuarto de depósito) de gasolina, sino para comprar lo que en aquel momento le era más necesario, el jabón para su bebé.
Del Sea Cliff a las playas del Este de Zanzibar: Jambiani.
El primer destino de nuestro día era la playa de Jambiani. Durante las casi dos horas que nos llevó llegar a Jambiani, nuestro chofer y guía improvisado (aunque nos enseñó su carnet de guía oficial) nos fueron contando un poco de su vida, y de cómo, realmente, vivían al día.
En nuestro viaje hacia Jambiani pasamos por la entrada al Jozani Forest, que es otro de esos sitios de interés turístico de Zanzibar y al que nosotros optamos por no ir tras venir de hacer un viaje de 14 días por Uganda.
El Bosque Jozani de Zanzibar es el único lugar del mundo en el que habita el mono colobo rojo. Nosotros ya habíamos visto unos cuentos colobos (de cola blanca, de cola negra) en nuestro viaje por Uganda, sobre todo aquel día en la Zona Pantanosa de Bigodi, y si no hubiésemos visitado Uganda en este viaje, seguro que habríamos entrado en el Bosque Jozani.
Las playas del Este de Zanzibar: Jambiani.
Pero por fin, tras un largo viaje, llegamos a Jambiani. Cuando llegamos la marea estaba alta, así que en estas circunstancias lo primero que hicimos fue buscar un buen lugar donde dejar las cosas y meternos al agua.
Unas dos horas más o menos estuvimos en Jambiani, en el que lo único que hicimos fue bañarnos, bañarnos, salir un poco, charlar con la multitud de gente que quiere venderte algo (algunos solo quieren charlar un rato mientras esperan a ver si les compras algo), no pasa ni 5 minutos sin tener una visita, así que muchas veces lo mejor es meterse al agua.
La playa de Jambiani es infinita, larga, de arena blanca, de agua azul turquesa… Hay que tener en cuenta que la marea estaba alta y aún así los colores del agua son preciosos. Quizá estas playas sean más salvajes que las del norte, pese a tener los edificios totalmente pegados contra la playa, y en ocasiones encontrar pocos accesos. Menos limpias que las del norte, pero eso también les da un aire muy distinto.
El color del agua fue cambiando considerablemente según pasaban las horas y la marea bajaba más.
La playa de Paje.
Cuando llegamos a la playa de Paje la marea ya estaba bajando mucho. La diferencia de colores en el mar era espectacular. Aquí se demuestra mi teoría que estas playas, en las que la marea baja tanto, tienen un encanto especial. Es en este momento en el que empiezan a salir los cientos de colores de azul y verde y dejan estas imágenes tan difíciles de olvidar.
Aquí volvimos a hacer lo mismo. Buscamos un sitio cómodo, nos sentamos un rato, mientras veíamos el ir y venir de la gente, que pocos se quedaban parados. Y no me extraña, porque siguiendo con la misma situación que nos había pasado en Jambiani, no pasa ni 5 minutos sin que nadie venga a decirte algo, a venderte algo. Así que lo mejor es el movimiento. Como aquí notamos más gente que en Jambiani, decidimos bañarnos por turnos. Mientras uno se quedaba cuidando de la cámara y los móviles, el otro se bañaba.
Así estuvimos otras dos horas, hasta que pusimos de nuevo rumbo a nuestro último destino de hoy, la playa de Pingwe.
Aunque nuestra intención inicial era ir también a la playa de Bwejuu, como esta queda muy cerca de Paje, tomamos la decisión de ir directamente a Pingwe, y estar más rato del que íbamos a estar, ya que además teníamos reservado para comer a las 2 de la tarde en el restaurante The Rock.
La playa de Pingwe en marea baja.
De todas las playas del Este de Zanzibar por las que pasamos esta fue sin duda la más impresionante, la más bonita y la más fotogénica. Pero ¿por qué? pues no hay más motivo que porque la marea estaba baja, y es aquí cuando la playa adquiere todas esas tonalidades que tanto me impresionan.
Ya en nuestra primera visita a las playas del Este de África, en nuestro viaje a Kenia y Tanzania en 19 días, cuando visitamos la playa de Diani Beach, ya nos dimos cuenta que el encanto de estas playas, adquiere un mayor nivel, cuando la marea baja. Aquí pasa lo mismo. Las playas son muy bonitas en cualquier hora del día, pero en marea baja parecen de cuadro o de postal. Esto si es lo más parecido a un paraíso playero.
Y entre todo lo destacable de la playa, está la presencia de esa diminuta roca, donde a alguien se le ha ocurrido poner un restaurante de precios europeos (o más aún que de precios europeos). Pero independientemente del precio creo que el sitio lo merece, así que hice una reserva para las 2 de la tarde y le di la sorpresa del viaje a Rubén, que no contaba con algo así.
Fuimos a nuestro coche y buscamos a nuestros «chicos». Queríamos cambiarnos de ropa, ponernos algo más formal o no tan playero para ir a comer, y además queríamos hacer una cosa más. Nos habíamos dado cuenta de que dado el nivel económico tan bajo de la población y de cómo viven día a día, era posible que hoy no comiesen, así que decidimos darles una propina extra para comer.
Nosotros nos íbamos a gastar una pasta para comer aquí, y la verdad es que nos sentíamos mal por ellos, así que les fuimos a buscar y les dimos dinero extra, haciendo incidencia en que era para comer y que no tenía nada que ver con lo que les teníamos que dar por el servicio. Pero les hicimos prometer que se irían a comer.
Restaurante The Rock, playa de Pingwe, Zanzibar
Y por fin dieron las dos y nos fuimos a comer. Nos dimos cuenta de dos cosas: la gente es muy insolidaria y el restaurante, supongo que por los precios que tiene para ser Zanzibar, no imponen sus propias normas. En teoría el restaurante tiene dos horarios para comer y hacen bastante hincapié en eso, en que para el siguiente turno tienes que haber terminado de comer.
Lo cierto es que había reservado para la mesa 2, que no es seguro que te la den pero tampoco creo que haya mucha gente que reserva una mesa en particular. Al llegar me confirmaron, que nuestra mesa aún no había sido desocupada por la pareja anterior. Me quedé un poco parada, la verdad, no sabía que decirle. Nos dice que podemos esperar a ver si terminan o comer en otra mesa. Yo miro a Rubén, miro nuestra mesa ocupada, intuyo que no tienen prisa por levantarse, y decido comer en otra, al final tampoco es tan importante. Lo que más rabia da es que la gente no tenga en cuenta que otros vienen detrás.
Comiendo en el The Rock
Bueno, nos sentamos en otra mesa, nos trajeron el menú y empezamos a escoger. A nuestro lado, solo separados por una ventana, porque ellos estaban en la terraza, un grupo de italianos celebraba un cumpleaños (bonito sitio para hacerlo).
Pedimos un entrante, un segundo plato para cada uno, cerveza para mi, un zumo para Rubén, y el postre. Una gran comida sin duda. La comida era de calidad, eso sí, y estaba todo muy bueno. Se come a base de platos de marisco o de carne, y el precio es como en España más o menos. El plato de Rubén llamaba la atención por la presentación, y el mio más normal pero de sabor exquisito.
Precio: Aproximadamente 100 dólares, con los cócteles y las propinas incluidas.
Sobremesa en The Rock.
Estábamos acabando nosotros de comer cuando se levantaron los chicos de la mesa 2 y había gente esperando para sentarse. Es normal si alguien tarda casi el doble de lo que se permite que alguien al final tenga que esperar para sentarse. Porque sí, se llena, y eso que era lunes, pero como en cualquier isla turística, aquí todos los días son domingo.
Nos levantamos y le dijimos a nuestro camarero que si era posible, nos íbamos a tomar un cóctel en la terraza (ya de perdidos….). Nos dijo que sin problema, así que pedimos un mojito y un cóctel de frutas rojas, y nos fuimos a la terraza, donde ahora ya no había gente y se estaba de lujo. Las vistas eran maravillosas, sobre la playa de Pingwe, ahora en marea muy baja.
Nos sentamos en uno de los sofás y allí estuvimos, recordando este gran viaje que acabábamos de hacer. Nos parecían muy lejanos aquellos días en Uganda y ahora sólo nos quedaban estas últimas horas para disfrutar de un paraíso con el que había soñado tantas veces y que no me defraudó. La isla merece la pena para pasar unos cuantos días, y cuantos más mejor.
Atardecer en el Sea Cliff.
Era nuestra última noche en el Sea Cliff, aunque aún nos quedaban unas horas del día siguiente para disfrutar de sus mágicas piscinas, así que nos acomodamos en una de las terrazas con vistas a las piscinas y a la puesta de sol. Disfrutamos así de nuestro último atardecer en Zanzibar.
Así dimos por concluido nuestro último día completo en Zanzibar, pero aún nos quedaban unas horas más. Después de una copiosa cena en el Sea Cliff Resort, nos fuimos a dormir para madrugar y aprovechar nuestras últimas horas en Zanzibar.
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