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Día 9
Diario Estonia, Letonia y Lituania en Navidad

Nos levantamos temprano, pero no nos dábamos nada de prisa. Hoy íbamos a disfrutar de Tallin, a callejear, a pasear por sus calles sin rumbo fijo. Esta idea me encantaba. Me encanta disfrutar de las ciudades sin mapa, sin rumbo, sin nada.

Salimos a la calle y con mucho cuidado fuimos ascendiendo hasta Margarita la Gorda, esta vez entrando por la mano izquierda. Y digo con mucho cuidado porque había una helada impresionante. 

Y eso fue lo que hicimos, callejear. Empezamos rodeando Tallin por su parte Oeste, justo por donde la muralla y calles cercanas. La iglesia de San Olav, seguía  cerrada así que continuamos el paseo. Íbamos observándolo todo, encantados con la ciudad, con lo que veíamos, con el entorno, con los edificios, con el sitio tan tan singular. Que bonito era todo. 

Poco a poco fuimos ascendiendo hasta Kiek in de Kök,una de las torres defensivas de la ciudad. Para subir hay que pagar. Arriba no hay mucho que ver solo las vistas y una cafetería por si se quiere entrar en calor.

La verdad es que el sitio es muy bonito y hay unas buenas vistas de la iglesia del Niguliste.

Cuando bajamos nos vamos de nuevo a la plaza de la catedral donde estuvimos un buen rato disfrutando de los renos. Nunca había tenido un reno tan cerca, jeje.

Vamos a tomar un chocolate. Esta vez comprobamos tras mirar la carta detenidamente que aquí si que tenían buen chocolate solo que a la chica a la que se lo pedimos le resultó raro y preguntó varias veces: ¿pero éste es chocolate derretido? y nosotros: si, si, éste. No se creían que queríamos tomar un chocolate real porque cada vez que pedimos chocolate siempre nos dieron una especie de Cola Cao.  

La verdad que la mayoría de las cafeterías en las que entramos en Tallin tenían cosas muy peculiares. Este era como si estuviera escavada en la roca. Muy bonita y el chocolate muy bueno (eso si, ya nos  lo trajeron con un vaso de agua para ir tragando). 

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Continuamos nuestro paseo por el maravilloso Tallin.

Y llegamos de nuevo al principio, a Margarita la Gorda, y como habíamos hecho algunas compras nos acercamos al hotel a dejar la bolsa.

Volvemos de nuevo al callejeo por Tallin y pasamos por la Casa de la Hermandad de los Cabezas negras.

Que bonito es Tallin. Como disfruté este día.

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Como teníamos que ir despidiéndonos de Tallin ya que aunque nos quedaban dos noches al día siguiente nos íbamos a Helsinki, subimos hasta Toompea para volver a echar un vistazo general a Tallin.

Hoy no hacía tanto frío como ayer y pudimos disfrutar con más tranquilidad.

Bajamos de nuevo y nos vamos a tomar unas sopas a la plaza del ayuntamiento. Madre, que bien se estaba aquí dentro, con el calorcillo, el vino, las sopas….

Bajamos de nuevo y nos vamos a tomar unas sopas a la plaza del ayuntamiento. Madre, que bien se estaba aquí dentro, con el calorcillo, el vino, las sopas….

Cuando salimos era de noche cerrada. Aprovechamos para mirar el mercadillo, los villancicos, las actuaciones de los niños, y así fue pasando el tiempo, hasta que se puso a llover. Y vaya como llovía, así que armados de paciencia emprendimos el camino hacia el hotel. No teníamos paraguas así que era mejor caminar rápido e ir buscando cobijo. 

Al llegar al hotel nos cambiamos, cogimos el paraguas y salimos de nuevo. Ya no llovía. 

Para cenar nos vamos a un restaurante que servían crepés dulces y salados. Cuando entramos, la verdad es que el sitio desmerecía mucho, no nos gustó, estaba un poco desangelado, muy … industrial diría yo, eso si, que bien comimos, demasiado para mi gusto. Pedimos un crepé salado cada uno, y no pudimos con el postre. Para beber, sidra de pera que ya que me había aficionado a ella en Londres quería rememorar. Buenísimo todo y muy muy abundante. 

Lo bueno estaba por llegar. Salimos a la calle. Estaba nevando. Fuimos poco a poco caminando hacia el hotel. Al día siguiente teníamos que madrugar mucho, así que más nos valía dormir pronto. Cada vez nevaba más, hasta que llegó el punto en que tuve que cerrar el paraguas porque ya no podía con él del peso que llevaba encima. Y me paré y contemplé, porque jamás en mi vida había visto nevar de semejante manera. No podía creer lo que estaba viendo. Unos copos tan grandes!!! y en un sitio tan bonito!! Estaba maravillada!!!

Aquí termina el día y termina nuestra estancia en Tallin aunque no terminaban nuestras noches en Tallin y si es cierto que nos quedaron cosas por ver, pero disfrutamos tanto de Tallin, nos gustó tanto, que nada nos importó.

Diario completo de viaje: Estonia, Letonia y Lituania en Navidad

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