Un nuevo paseo por Kioto nos llevaba de nuevo a la zona de Higashiyama para recorrer los más de 8 kilómetros que hay entre el Ginkakuji hasta Gion, en lo que sería nuestro segundo día completo en la ciudad. Aunque los acontecimientos del día nos hicieron hacer alguna que otra cosa más. Si el día anterior habíamos visitado el Sur de Higashiyama, desde Kiyomizudera a Gion, hoy tocaba la zona norte de este barrio tradicional japonés.
Tocaba volver a madrugar, para variar, pero esta vez salimos más tarde del hotel, el Urban Kioto Nijo Premium, ya que nos quedaban algunas cosas de trabajo pendiente por hacer. Tras desayunar en el hotel con las cosas que compramos el día anterior en el supermercado, salimos hacia la parada del autobús.
Esperamos la llegada. No se en que momento me confundí, porque me subí en el que no era. Y es que cogimos el mismo bus que el día anterior, pensando que pasaba por la misma zona pero no me di cuenta, hasta que ya estuvimos de camino, de que nos habíamos confundido. Este bus, en un momento dado gira y cambia de ruta. Bueno, no le di mucha importancia y le dije a Rubén que en la siguiente parada nos bajábamos. Nos bajamos en una parada próxima al Palacio Imperial y esperamos la llegada del bus correcto. Solo con esto ya casi nos había compensado el coger la tarjeta de bus diario, que como cada día comprábamos en la recepción de nuestro hotel.
Ahora sí, pusimos rumbo a nuestra parada del día, el Ginkakuji o pabellón de plata. He de decir, que este día, pese a habernos retrasado por el trabajo, nos vino bien, porque el Ginkakuji no abre sus puertas hasta las 8 de la mañana y todavía tuvimos que esperar, con las escasas 10 personas que había a esas horas, a su apertura.
Podéis seguir nuestra ruta de hoy en el mapa de viaje (puntos amarillos, aunque como el día anterior habíamos visto ya el final de esta ruta, continuamos por el Palacio Imperial):
El Ginkakuji o pabellón de plata (Higashiyama).
Este templo se construyó a finales del S. XV, cuando el shōgun Ashikaga Yoshimasa lo quiso utilizar como retiro y su intención fue construirlo a semejanza del Kinkaku-ji o templo dorado, este último cubierto de láminas de oro. Sin embargo, el Ginkakuji nunca llegó a estar recubierto con láminas de plata. Aún así, es un templo de similar arquitectura al Kinkakuji y desde luego un lugar de los imprescindibles en la visita a Kioto. El templo principal o Kannonden, no está abierto al público, así que tocará verlo desde fuera. El hecho de que no se permita el acceso a las inmediaciones del templo permite poder sacar fotos sin que se vea gente. Claro que a las horas a las que fuimos nosotros no había prácticamente nadie.
El recinto destaca, además, por un enorme jardín de arena perfectamente decorado y colocado. Es impresionante ver como los de mantenimiento, se dedican, minuciosamente a colocar cada piedra en su sitio y retirar las pocas hierbas que crecen donde no deben. Es de destacar el enorme contraste que observamos entre la arena tan blanca del jardín y lo negro de la madera que recubre el templo Ginkaku-ji.
Tras el largo paseo por el recinto del Gikaku-ji proseguimos con nuestras visitas por Higashiyama.
Salimos del templo y nos dirigimos al Ginkakuji-bashi Bridge, punto de inicio del Paseo de la Filosofia.
Paseo de la Filosofía en el Norte de Higashiyama.
Cuando empecé a preparar este viaje de 21 días por Japón en época de floración del cerezo, aunque inicialmente no sabía que estaría Kioto florido, tenía claro que una de las visitas imprescindibles durante el Hanami sería esta: el camino de la filosofía o paseo del filósofo.
Este paseo dura unos dos kilómetros y va paralelo al canal Shishigatani, uno de los canales construidos durante el periodo Meiji en Kioto y en este caso con la función de alimentar la primera central hidroeléctrica del pais. Este camino toma el nombre del filósofo Nishida Kitaro, que hacia este paseo todos los días para ir a la universidad.
El camino propiamente dicho comienza en el Ginkaku-ji y termina en el templo Eikando Zenrin-ji, aunque se supone que el profesor, lo terminaba en el Nanzenji. Así que este paseo no solo es precioso en sí, sino que durante el camino podrás ir visitando otros templos.
Este paseo está especialmente bonito en primavera, con la floración del cerezo, y según íbamos caminando, iba pensando que seguramente, en otras fechas, este paseo perdiese mucho encanto. No se si será así o no, pero lo cierto es que con los cerezos en flor me pareció una maravilla.
Buscamos algún sitio donde sentarnos, algo que no fue difícil, porque no se si es porque todavía la gente no contaba que estuviesen los cerezos en flor o porqué razón, pero la verdad es que no había mucha gente. No nos habíamos encontrado muchos turistas, ni ayer durante todo el día, excepto en Gion a final de la tarde, ni hoy en lo que llevábamos. Así que nos sentamos en un banco a la sombra de un cerezo y tomamos un pequeño tente en pie, algo que se convertiría en habitual durante nuestros paseos en Japón y que me permitió probar multitud de snacks (a los que cada día me vuelvo más adicta).
Estuvimos un rato descansando hasta que retomamos el camino.
Santuario Kumano Nyakuoji
Esta fue nuestra primera parada en el camino de la filosofía. Subimos las empinadas escaleras hasta dar con un pequeño remanso de paz lleno de cerezos en flor.
Templo Eikando Zenrin-ji
El camino termina en el templo Eikando Zenrin-ji, donde entramos y no nos arrepentimos para nada. El templo no solo es precioso y estuvimos bastante tiempo en él, además tiene buenas vistas y nuestra visita estuvo acompañada de los cánticos de los monjes, a los que tuvimos el gusto de escuchas y ver después cambiarse de lugar. Fue un momento muy bonito. Además, en el templo, no sabemos porqué razón, no había prácticamente nadie y nos pareció muy raro (por la época que era, y por, a mi entender, ser uno de los lugares inevitables si pasas por el camino de la filosofía). Quizá sea más visitado en otoño, cuando las hojas de los arces se tiñen de un color naranja intenso, pero lo cierto es que el templo nos gustó mucho y lo recomendamos totalmente.
Templo Nanzen-ji de Kioto.
Teóricamente es la zona donde el filósofo Nishida Kitaro terminaba su paseo. el templo Nazen-ji destaca por su imponente puerta de entrada.
Actualmente, el templo Nanzen-ji es considerado uno de los templos zen más importantes de Kioto. Fue fundado en el siglo XIII como villa secundaria del emperador Kameyama y hoy en día alberga la escuela Rinzai del budismo zen.
En los terrenos del templo Nanzen-ji hay un acueducto de piedra roja que también vale la pena visitar.
Cuesta Keage.
Este es un otro de los puntos habituales de visita cuando se llega a Kioto en Hanami, y dado que estos días estábamos con la máxima floración del cerezo, no pudimos resistirnos a visitarlo. Eso sí, aquí si que había gente, mucha gente.
La cuesta Keage conectaba los canales de Kioto con el lago Biwa. Los carriles que se ven, son los que se construyeron en su día para que los barcos que navegaban por los canales pudieran superar el desnivel. Fue utilizado para este uso entre los años 1891 y 1948, y posteriormente en el año 1996 fue nombrado lugar de interés histórico nacional.
El sitio estaba precioso con todos los cerezos en flor, a ambos lados, haciendo un precioso paseo.
Si venimos desde el paseo de la filosofía no pasará desapercibido un túnel de ladrillo rojo, el más antiguo de Japón de similares características.
Nuestro paseo consistió en subir hasta la parte de arriba de la cuesta donde se ve el inicio de los carriles y de la cuesta. Desde allí bajamos lentamente, admirando los más de 90 cerezos que hay a ambos lados, intentando sacar alguna que otra foto entre la multitud que a esas horas, abarrotaba la famosa cuesta.
El final de la cuesta concluye cuando llegamos al canal Okazaki, otro de los sitios recomendados para ver la floración del cerezo.
Canal Okazaki.
Y es que un paseo por este canal, con todos los cerezos en flor, nos llevará hasta el templo Heihan. El siguiente punto del itinerario del día.
Comer Ramen en un Jamaicano.
Pero era la hora de comer y el hambre empezaba a apretar. Hicimos uso de nuestras aplicaciones y encontramos un restaurante, cercano a Heian, muy recomendado. El problema es que a esas horas en Kioto, y en esta zona particularmente, había muchísima gente, lo que hizo que la cola del restaurante llegase a varias manzanas. No estábamos por la labor de esperar tanto tiempo en aquella cola, así que decidimos que lo mejor para ese día y viendo la cantidad de gente que había era buscar un 7 eleven, comprar algo de comer y hacer un pic nic. Aquí surgió otro problema. Había tanta gente en la zona que ni en el 7 eleven quedaba nada para comer, así que empezamos a deambular por las calles cercanas.
El Foursquare nos daba otro restaurante, jamaicano al parecer, que recomendaban para comer Ramen. Lo buscamos. Quedaba en una calle nada frecuentada por gente, y he de reconocer que porque lo habíamos visto recomendado sino, posiblemente, jamás hubiésemos entrado. Pero entramos. Y fue un acierto total.
Yo nunca había probado un Ramen, y en esta ocasión estábamos en un jamaicano. A ver, igual no era el momento más adecuado ni el mejor lugar, pero el olor que llegaba de la cocina invitaba a pedir algo, así que yo me pedí un Ramen de tomate (vegetariano) y Rubén uno de pollo si no recuerdo mal. Todavía ahora al escribirlo y recordarlo se me hace la boca agua. Estaba impresionantemente bueno. No me lo podía creer pero allí, en aquel jamaicano, con música reage de fondo, y en Japón, comimos un Ramen buenísimo (y además muy barato).
El sitio no tengo ni idea como se llama pero es este: いっちゃんラーメン y lo tenéis localizado en el mapa de nuestro viaje, en los alrededores de Heian.
El Santuario Heian
Fue la última visita importante del día y una forma ideal de terminar nuestro segundo día en Japón. Aquí, en Heian, se encuentra uno de los Toris más grandes del país, que no el más grande, ya que este lo visitamos en nuestro deambular por Kumano Kodo. Sinceramente es espectacular, por lo grande y llamativo (en color rojo) en medio de la ciudad. Accedemos al Santuario por esta puerta, llamada Otorii.
En números: construida en 1929, mide algo más de 24 metros de alto y tiene una anchura en su base de unos 34 metros.
La imagen de este gran tori, en primavera, con todos los cerezos en flor, visto desde la calle Niomon, es espectacular.
Realmente el complejo es enorme así que id con tiempo porque, al menos nosotros, invertimos bastante tiempo, tanto en la visita al santuario como en la visita a sus impresionantes jardines (esos que son famosos por salir en «Lost in traslation».
Como era muy temprano aún para dar por concluido el día, y viendo lo que aún nos quedaba por visitar de Kioto, decidimos, por cercanía, acercarnos hasta el Palacio Imperial.
El palacio Imperial de Kioto.
No teníamos intención de visitarlo, pero acabamos dando un paseo por sus jardines y por sus exteriores. Hacía mucha calor a esta hora en Kioto y eso que estábamos a finales del mes de Marzo. No parábamos de pensar en la suerte que estábamos teniendo con el tiempo y con la floración del cerezo. Básicamente lo que hicimos en el Palacio imperial fue disfrutar de un largo paseo y de sus jardines, aprovechando para sentarnos y reposar en bancos a la sombra.
Canjear la JR Pass en la estación central de Kioto.
Cuando nos pareció tomamos la siguiente decisión del día ¿qué hacer ahora?. Teníamos que canjear la JR Pass, que no habíamos hecho en el aeropuerto, así que hoy que nos veíamos con tiempo, salimos hacia la estación central. Cogimos un nuevo bus y en nada nos bajábamos delante de la Central Station de Kioto. Canjear la JR Pass fue rápido y fácil. Había mucha gente en la cola pero también había mucha gente atendiendo así que los trámites fueron muy rápidos. Aprovechamos también para reservar el trayecto más complicado de todos los que teníamos, el que nos llevaría de Kioto hasta Katsuura, un trayecto que era necesario reservar ya que no hay muchos trenes ni muchas combinaciones en el día, con lo cual perder la única opción que barajábamos, no lo veíamos viable. Así que reservamos este primer tramo.
Íbamos a reservar también el resto, pero no lo hicimos. Llevábamos anotados todos los trayectos que íbamos a hacer y las combinaciones de trenes que queríamos reservar, de esta forma era más fácil para nosotros y para quien nos iba a atender si no entendía muy bien el inglés. Pero no hizo falta mucho ya que la mayoría de los que nos atendieron en la estación central hablaban perfectamente.
De cena en el Kaneyo.
Nuestra cena de hoy teníamos muy claro cual iba a ser. Llevábamos media tarde hablando con Aida del blog De tu mano por el mundo, sobre nuestra cena de hoy. Nos recomendaron un restaurante, el Kaneyo, que me costó localizar pero finalmente dimos con él. ¿Y sabéis que íbamos a comer aquí? Pues es un restaurante especializado en Unagi, que es anguila. Yo me lo pensé dos veces, no os creáis, porque donde vivo, cuando era pequeña, había un río donde se daban muy bien las anguilas, y a mi, me daban un asco que me moría. Jamás las comí y ahora, años después, iba a comerlas en Japón. Que cosas y que cambios da la vida. (Solo pensaba, como me vea mi madre, me mata).
Bueno, el caso es que entramos, ya tarde, y nos sentamos en una mesa de 4. Algo más tarde llegaron una pareja china y se sentaron con nosotros. Pedimos dos platos: Unagi-don, un plato de arroz con anguila a la brasa, para Rubén. Para mi, y por cambiar, el mismo plato pero con una tortilla a la francesa encima. Este plato se llama Kinshi-don. Comimos bien aunque yo me saturé un poco con el sabor de la anguila, porque tuve que comer la mía y la de Rubén. ¿Me gustó? pues si, me gustó mucho más de lo que yo pensaba pero es algo para comer en poca cantidad, porque el sabor es fuerte.
Así acabamos el día. Salimos del restaurante y estuvimos dando unas vueltas por el barrio, por Pontocho, antes de coger el bus de vuelta a nuestro hotel.
Gastos del día:
- Ticket del bus diario: 600 yenes (4.77 euros)
- Entrada al Ginkaku-ji: 500 yenes (3.98 euros)
- Entrada al templo Eikando Zenrin-ji: 600 yenes (4.77 euros)
- Comida Ramen: 725 yenes (5.77 euros)
- Entrada Heian: 600 yenes (4.77 euros)
- Cena en el Kaneyo: 2400 yenes (19.09 euros)
- Compra desayuno y snacks: 575 yenes (4.57 euros)
Gastos del día por persona: 47.72 euros.
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