Parque Nacional Katavi (Tanzania)

Un día safari en el Parque Nacional Katavi

El parque Nacional Katavi, fue durante muchos años, el tercer parque nacional más grande de Tanzania. Con la última incorporación en 2019, de 6 parques más a esta lista, Katavi, ha bajado hasta la sexta posición, superado por el recientemente nombrado parque nacional Nyerere, por Ruaha, Serengeti, Kigosi y Burigi-Chato.

Fue nombrado Parque Nacional en 1974 y tiene una extensión de 4471 kilómetros cuadrados.

La particularidad de este parque, es que por su situación, a 400 kilómetros al sur de Kigoma, a 450 kilómetros de Tabora y a 500 kilómetros de Mbeya, se le considera uno de los parques Nacionales más inaccesibles de Tanzania y uno de los menos turísticos. Además, se le considera también el parque Nacional más caro, ya que para llegar hasta aquí, o lo haces con un coche privado como es nuestro caso, o lo haces volando.

El parque Nacional Katavi, uno de los más caros del país.

Para llegar volando, solo lo puedes hacer con uno de los dos vuelos a la semana que llegan desde Ruaha, por el módico precio de unos 600 dólares el trayecto. Además, todo lo que llega a Ruaha llega volando, por lo que comer, dormir y todo lo que necesites dentro de este parque va a ser caro, muy caro.

Nosotros decidimos alojarnos en una de las opciones más económicas que hay para hacerlo dentro del parque, usar las bandas de Tanapa, gestionados por Parques Nacionales de Tanzania. La otra opción más económica que ésta es acampando en alguna de las zonas designadas para ello.

Por todo ello, hacer un safari en el Parque Nacional Katavi, suele estar destinado a safaris de lujo. No es nuestro caso, pero ya dejamos claro que para llegar hasta aquí, sin dejarnos más de un sueldo, hemos tenido que hacer unos cuantos días de viaje y unas cuantas paradas (lo cual también tiene su coste).

Viaja con nosotros

Este viaje «Tanzania de Este a Oeste» se desarrolló tal y como lo estáis leyendo durante el mes de Agosto del año 2022, en uno de los viajes que realizamos bajo el concepto «Viaja con nosotros». Desde hace años ofrecemos la posibilidad a nuestros lectores, seguidores de redes sociales y clientes de la agencia de viajes a acompañarnos. Y este fue nuestro tercer «Viaje con vosotros».

Si quieres realizar un viaje similar o parecido a este, consulta las fechas de salida regular o si lo prefieres, pídenos un presupuesto para un viaje en privado a un país que estoy segura que te sorprenderá. 

Info@viajescallejeandoporelmundo.com (somos agencia de viajes con licencia AV.240.AS)

Y antes de continuar con el relato de nuestra safari de un día en el Parque Nacional Katavi, os desvelaré, que se ha convertido para mi, en uno de los parques Nacionales más bonitos de cuantos he visto en África. Dentro de esta lista está el Parque Nacional Murchison Falls en Uganda, Tarangire en Tanzania, el Delta del Okavango sobre todo visto desde el aire, Parque Nacional Chobe en Botswana y el Parque Nacional de las cataratas Victoria en Zimbawe.

Tanapa Bandas (Bandas de los Parques Nacionales de Tanzania).

Habíamos llegado el día anterior en día de transición en el que recorrimos unos 500 kilómetros desde la plantación de café, Utengule, en Mbeya. Pasamos la noche en las bandas, alojamientos básicos gestionados por Parques Nacionales de Tanzania (Tanapa).

Aún no eran ni las 7 de la mañana cuando ya estábamos desayunando y preparándonos para un día completo de safari dentro del Parque Nacional Katavi. Durante el desayuno, lo que más nos llamó la atención fue un tipo de miel de Tabora, que llevaba las propias abejas mezcladas con la miel.

Tras el desayuno, nos ponemos en marcha y nos adentramos en el Parque Nacional. ¿Qué nos depararía este parque del que apenas hay información?

Por lo pronto partíamos sabiendo que se trata de uno de los parques más salvajes, más alejados y menos turísticos, donde además del Lago Katavi hay un río, el Katuma, entorno a los cuales se suele concentrar toda su fauna en época seca.

En Katavi podremos ver jirafas, búfalos, cebras, topis, leopardos, leones, cocodrilos y más de 400 especies de aves, entre otros.

Safari de mañana en el parque Nacional Katavi.

Al igual que las jirafas fueron las primeras que nos dieron la bienvenida el día anterior entrando en Katavi, hoy fueron ellas las que nos dieron los buenos días y las que fueron acompañándonos durante gran parte del camino en el entorno boscoso de Katavi. Bueno, ellas y otro coche de safari, con el que empezamos a recorrer este sendero, y como no hay muchos más en esta zona, con ellos recorrimos parte del camino.

Y además de las jirafas, aparecen las cebras. Ambas formando un gran grupo y una gran familia que se nos quedan mirando según vamos pasando.

Los Topis del Parque Nacional Katavi

Nos paramos frente a un grupo de Topis. A estas alturas del viaje, llevábamos ya 13 días y varios parques visitados, no sabía muy bien si ya lo habíamos visto en éste o no. Así que, nos paramos un rato. Es un antílope que se distingue fácilmente por su pelo brillante, oscuro con toques negros. Es uno de los antílopes más veloces y es muy habitual verles en Masai Mara.

Y aparecen los elefantes, que no pueden faltar en ningún parque y en ningún safari.

Hasta el momento, lo que llevábamos visto del Parque Nacional Katavi, es que no tiene tantos caminos como otros, y que el único camino visible por el que íbamos pasando, hacía de frontera entre una parte boscosa, a la izquierda, y una sabana a la derecha. Y entre todo ello, ellos, los grandes protagonistas, los animales en libertad.

Hace unos días, leía un diario de viaje de una chica visitando los parques Nacionales de Estados Unidos, y me llamó la atención que cada dos por tres repetía la misma frase: «Es que esto no es un safari, son animales en libertad». Y me dio que pensar. Ella hablaba de esto cada vez que se encontraban con un bisonte, con un oso o con un alce. Y lo repetía sin cesar. ¿Será que nunca ha hecho un safari en África? ¿Será que piensa que hacer un safari en África es ir a un zoo donde te ponen los animales delante para fotografiar? Ciertamente, me hizo pensar que haya gente en el mundo que piense que hacer un safari en África, no es ver animales en libertad.

La charca de los hipopótamos.

Éste es uno de esos puntos del Parque nacional Katavi, donde podemos bajarnos del coche, lo cual es una gran satisfacción. Aquí hay una zona de camping y una zona de alojamiento de Tanapa, en estos momentos creemos que cerrado al público, porque no lo vimos muy acondicionado para ello. En este alojamiento, era en el que inicialmente nos íbamos a alojar, al lado de los hipopótamos, pero supongo que por no estar en condiciones, nuestra agencia en Tanzania, nos reservó en el otro.

Estuvimos un largo rato contemplando el comportamiento de los hipopótamos en la charca. Y es que no solo se ven hipopótamos, a poco que observes verás muchos más animales.

Quizá sean los hipopótamos los grandes protagonistas, junto con los cocodrilos, de este parque. Aquí, en la charca, les vimos disfrutar de sus baños de barro e incluso de cómo se volteaban para que, con el nivel bajo del agua, llegase el barro a todos los puntos del lomo.

Es cierto que esta zona del parque, con su charca, es una zona bonita y especial, donde aprovechamos para sacarnos unas fotos de grupo, pero lo que para mi hace que este parque sea tan especial y uno de los más bonitos de África, es la zona del río Katuma

Safari por el río Katuma en el Parque Nacional Katavi.

Nada más poner un pie en la zona del río Katuma ya tuve claro, lo maravilloso que era estar aquí, lo bonito del sitio y lo especial. Y no solo por el paisaje en sí. Un río serpenteante en medio de una zona de cambios de color de verde a amarillo, con zonas de bosque, y zonas de claro, pero sobre todo, porque pusieses donde pusieses un ojo, allí había un animal (un hipopótamo, un ave, un impala, un cocodrilo…. o un león). No hay ninguna de mis fotos con las que haya podido captar la belleza de esta zona del parque nacional Katavi.

La cantidad de animales que vimos aquí es incontable, porque allá donde ponías el ojo, había algo aunque pensases inicialmente que no. Era como un arca de Noe de hipopótamos, aves, cocodrilos, … conviviendo en total armonía.

Los leones del Parque Nacional Katavi.

Avanzábamos por el parque, por esta zona en el entorno del río Katuma, obnubilada con la belleza de este sitio hasta tal punto que fue la primera vez que en un parque nacional africano, que no usé la cámara ni un solo momento durante una hora. Me parecía un lugar único. Y en eso iba cuando de repente, paramos el coche, porque allí, a la sombra de un gran árbol estaban ellas, dos grandes leonas.

Estuvimos un rato observándolas, pero la mayoría del tiempo estaban tumbadas entre los dos árboles y solo en un par de ocasiones levantaron la cabeza. Este vez yo iba en el coche con Sam y Samuel. Nos dijeron que nos íbamos a mover, porque por el comportamiento que tenían parecían haber comido hace poco, y no solo eso, se veían unos pájaros volar encima de nosotros. Habían cazado y comido hacía poco y la comida andaba cerca, por lo que posiblemente el resto de la manada no estuviese lejos.

No se equivocaron. Al dar vuelta en la siguiente curva, allí estaban ellos. Una serie de leones, también tumbados, y junto al río, restos de la comida de esa mañana. Esto es lo que significa llevar buenos guías, que conocen perfectamente el comportamiento animal y saben donde pueden estar o por donde buscar.

Elefantes de Katavi

Se acercaba la hora de comer, así que decidimos buscar un lugar donde hacer un pic nic. En los parques de Tanzania suelen tener lugares destinados para ello, donde te puedes bajar del coche, estirar las piernas y sentirte en contacto con esta naturaleza abrumadora. Con la incertidumbre de si cerca de ti tendrás algo más que algún hipopótamo, un cocodrilo, o unas impalas.

Antes de llegar a la zona de pic nic, hicimos una última parada. Porque allí estaban de nuevo ellos, los elefantes y no podíamos parar sin parar.

Comiendo al lado del río.

Llegamos a la zona de pic nic y nos hicimos con una de las mesas. Aprovechamos para ir al baño, ya que hay poquitas zonas donde podamos encontrar un servicio público. Y allí, a escasos metros de un río plagado de hipopótamos y de cocodrilos, comimos, disfrutamos del entorno y comentamos lo que llevábamos de día.

Una hora después, nos poníamos de nuevo en marcha. Aún nos quedaban muchas horas de luz y mucho día por delante.

Un momento inolvidable en el Parque Nacional Katavi.

Dicen que muchas de los grandes momentos de la vida se producen de forma casual y sin buscarlos. Lo real es que uno de los momentos más mágicos y especiales que pasamos en el Parque nacional Katavi, lo vivimos por una de esas casualidades.

Acabábamos de terminar de comer y continuamos el safari por el interior de uno de los bosques de Katavi. En todo nuestro día de safari, prácticamente no nos habíamos cruzado con ningún otro coche, salvo aquel de primera hora de la mañana. La casualidad fue que, no llevábamos ni 300 metros recorridos por el bosque, cuando vemos aparecer un coche que nos hace parar. Una chica, muy nerviosa, baja la ventanilla y nos hace detenernos y solo escuchar, ya que no nos dejaba hablar. Balbuceando y como pudo, nos indicó que más adelante, a mano derecha, había un león en un árbol. Al principio no le entendíamos, pero poco a poco, la cosa se fue aclarando.

Yo me puse más nerviosa aún. 3 safaris me costaron poder ver un león en un árbol y era posible que allí, en el Parque Nacional Katavi, un lugar no habitual para ver este tipo de actitud por parte de un león, podría llegar a verlo.

En nuestro primer safari en África, en aquel Kenia y Tanzania en 19 días, buscamos sin parar, una tarde entera, un león subido a un árbol en el Parque Nacional Manyara. Años después visitamos Uganda en 14 días, y allí, Ishasha, un sector del parque Nacional Queen Elisabeth, dedicamos un día entero a lo mismo, ya que es uno de los pocos lugares del planeta donde los leones han adquirido esta habilidad. Tampoco lo conseguimos. Hace tan solo un año, repetimos safari en Tanzania, 14 días de safari por el norte de Tanzania, y allí, nuestro guía sabía que era algo que yo buscaba y quería ver. Lo buscamos sin éxito en Serengeti, pero por fin pudimos verlo en el Parque Nacional Manyara. Con estos antecedentes, comprenderéis, que ver un león subido a un árbol no es algo habitual.

No quería que el coche de atrás se enterasen de la información que teníamos. Cada poco miraba hacia ellos, que nos miraban con incredulidad porque no sabían que era lo que pasaba y qué estábamos buscando. Fuimos poco a poco mirando todas las copas de los árboles a mano izquierda, pero nada, no veíamos nada. Y os puedo asegurar que aún sabiendo que a mano derecha hay un león subido a un árbol yo jamás lo hubiese conseguido ver. Pero nuestros guías si lo hicieron y en nada pararon el coche, y señalaron hacia un árbol. Y si, nos costó verlo, pero allí estaba. Una leona que aún no sabemos muy bien como, con esa envergadura y peso, consiguen mantenerse en una rama tan fina.

Sam, natural de Iringa, guía experto en estos parques, era la primera vez en su larga vida como guía de safaris, que veía un león subido a un árbol. Así que todos nosotros, incluidos los guías, vivimos este momento con muchísima emoción.

Un safari de tarde por el río del Parque Nacional Katavi.

Después de haber visto un león subido a un árbol me sentía como que ya no podía haber nada en este parque que me sorprendiese más, así que lo que hice fue disfrutar muchísimo de la tarde en Katavi. Seguimos paseando por los márgenes del río, donde cuanto más bajaba el sol más bonito me parecía. Con las luces del atardecer, el color con el que se volvía el entorno, lo hacía mucho más bonito y especial que por la mañana. No podía parar de mirar, y si, no saqué tantas fotos como se podía esperar de un lugar así, porque estaba tan encantada con la imagen del parque, que solo podía mirar, contemplar, y disfrutar de un lugar así.

A media tarde regresamos a la zona donde habíamos visto la manada de leones. A ver si con el paso de las horas se encontraban más activos. Y vaya que si los encontramos más activos. Aquí fuimos por primera vez conscientes, en todo lo que llevábamos de día, que no solo estábamos en un parque nacional con vida salvaje, sino que además nos encontrábamos en un parque nacional recóndito de Tanzania, donde el poco turismo que tienen hace que los animales no estén tan acostumbrados a la presencia de coches.

Paramos el coche frente a ellos. Seguían descansando pero al menos se les veía más activos, más erguidos. Cuando llega el segundo coche a nuestra altura, se cruza por delante, momento en el que uno de los leones, hace un movimiento de querer saltar, y nos suelta un gran gruñido. Nos quedamos paralizados.

Sam nos dijo que nos sentásemos un rato, a esperar que el león se tranquilizase y cuando lo hizo pudimos volver a levantarnos y a disfrutar de la imagen que nos dejaban unos 5 leones al lado de río Katuma.

Puente sobre el río Katuma

Hicimos una parada en un puente sobre el río donde la imagen no dejaba de sorprender. Allí, parados, sin nada más que contemplar un tramo de río, podíamos ver un montón de animales. Y si mirabas bien, en cada punto donde ponías la vista, algo podías ver.

En este momento, hacía memoria de los días que llevábamos de viaje, 13 ya, y estaba segura que este sitio, este lugar, este puente sobre el río Katuma, era una de las imágenes más bonitas que había visto en todo lo que llevábamos de viaje.

Estaba atardeciendo a gran velocidad. Esa es una de las cosas que llaman la atención de África, que el atardecer es un visto y no visto y el sol va bajando a la velocidad de la luz. Estábamos en un lugar alejado del Parque Nacional Katavi y aún nos quedaba un largo trayecto para llegar al alojamiento de Tanapa, a la entrada del parque.

Nos pusimos en marcha, a gran velocidad. En un momento dado, nos encontramos con unas obras en el camino. Cosas de África. No vemos prácticamente ningún coche durante todo el día, y cuando tenemos prisa, cuando debemos salir ya del parque, cuando intentamos llegar a nuestro alojamiento, y allí, en mitad de una llanura, había obras. Nos avisan que «la carretera» está cortada y que debemos dar la vuelta. Así que como pudimos nos metimos en los matorrales, llegamos a un claro, dimos la vuelta, y volvimos sobre nuestros pasos.

Cada vez apremiaba más llegar al alojamiento. En los parque Nacionales de Tanzania, está permitido hacer safaris durante todas las horas del día, pero no se permite estar a los coches por el parque cuando ya ha caído la noche. Así que debíamos salir antes de que el sol se ocultase.

No os podéis ni imaginar la velocidad a la que íbamos por aquellos caminos polvorientos, pero de repente Sam detiene el coche. Poco a poco va a minorando la marcha, para, mira hacia atrás, y empezamos a ir marcha atrás. Era evidente que había visto algo.

Una pitón al atardecer

Lo que no nos podíamos imaginar es que lo que había visto era un pitón en un árbol. ¿cómo habría podido, a la velocidad a la que íbamos, con muy poca luz ya, y además con el sol justo enfrente, ver una pitón enroscada sobre si misma en un árbol? Pues esos son los grandes misterios de los grandes guías.

Un atardecer movido

Continuamos el camino y continuamos a gran velocidad. La mayoría de nosotros íbamos de pie contemplando el amanecer, sin mucha posibilidad, a esas velocidades de sacar alguna foto. Yo lo intenté y esto fue lo que conseguí.

El coche de detrás, aún iba peor, porque además de todo lo que vivíamos en el coche de delante, con las moscas pse pse más activas que nunca, con poca visibilidad y con el pelo al viento, los de detrás se estaban comiendo todo el polvo que levantábamos al ir a estas velocidades por el parque.

Resultado: cuando nos bajamos del coche las risas fueron para no olvidar. Al son de «soy minero» se bajaron los del coche de detrás. Rubén, Silvia, María José y Maialen, parecían salir del fondo de una mina. A ver cómo se quitaban esta noche toda la roña que llevaban en sus pieles.

Se asearon un poco, porque no había tiempo para más, cenamos y ya después de cenar, nos fuimos a duchar y a dormir. Poco más podíamos hacer en el medio de la nada.

La noche.

Y la noche fue movida, porque si bien hemos estado en este viaje en muchos alojamientos en los parques, creo que fue este en el que más silencio había, o por lo menos en el que más sonidos del exterior se percibía. Posiblemente porque las ventanas tenían mosquitera, y para no pasar calor, teníamos las ventanas abiertas, así que parecíamos estar durmiendo en el medio del bosque. Y si, se oyen muchas cosas, y muchas cosas te hacen despertar a lo largo de la noche, sin saber qué es lo que escuchas, pero el sonido es maravilloso y algo que me hacía recordar nuestro viaje emocionante por Botswana, donde vivimos muchas noches así, durmiendo en nuestra tienda de campaña de lujo, acampados en plena naturaleza.