Port Barton. Suena bien ¿verdad?. La primera vez que leí sobre un lugar en Palawan llamado Port Barton, solo con el nombre, ya supe que algo especial debía tener. Port Barton, suena a inglés, y de inglés tiene poco. Port Barton. Piensas en este nombre y te imaginas algo elegante. Y elegante no es. Y pese a que puede que nada de lo que pueda evocar su nombre sea real, lo cierto es que Port Barton es especial y engancha. Port Barton solo son dos calles paralelas al mar, dos calles llenas de casitas humildes y alojamientos básicos (unos más que otros), pero lo cierto es que Port Barton enamora y todos los días que decidas quedarte serán pocos. Eso te lo puedo asegurar.
Decidimos ir a Port Barton por casualidad. Cuando preparaba el viaje era uno de mis sitios imprescindibles. El problema es que todo no se puede ver en 21 días, así que algo había que quitar. Me apetecía mucho ir al Rio Subterraneo de Sabang, pero no quería perder la oportunidad de pasar, aunque fuese poco tiempo, en el pueblo con nombre inglés. Así que dejamos esa parte del viaje para decidirlo sobre la marcha y sobre la marcha decidimos, que Port Barton sería nuestro próximo destino en Filipinas (el río subterráneo quedaría pendiente para la siguiente).
De El Nido a Port Barton
Miércoles, 8 de Abril de 2015
Dejamos nuestra «casa» en Corong Corong muy temprano. Sabíamos que llegar a Port Barton no iba a ser fácil y pese a que disponíamos de poca información sobre ello, lo que sí sabíamos era que debíamos llegar a Roxas (el pueblo al lado de la carretera por donde pasa el bus y donde debíamos de coger un jeepney hasta Port Barton) antes del medio día. Así que madrugamos. Llegamos muy temprano hasta la estación de buses de El Nido y como estaba siendo habitual en nuestro viaje, en menos de 10 minutos, salió un bus hacia Roxas.
El trayecto en bus hacia Roxas fue de lo más entretenido, así que el tiempo voló. Entre observar el raro comportamiento de alguno de los individuos que iban en el bus, como aquel que, con toda su mala educación y su extrema chulería, se situó en el medio del asiento (asiento normalmente pare 3 personas) e impidió que nadie se sentase a su lado. Incluso en una ocasión, una chica se intentó sentar con él, y ni se inmutó. Hizo todo lo posible para que ella se sintiese lo suficientemente incómoda como para que a la mínima abandonase el asiento. O ver como los niños, agotados por las horas de la mañana que eran, dormían como podían en el incómodo bus. Eso sumado a la contemplación del paisaje tan peculiar de Filipinas, y la forma de vida tan humilde de sus habitantes hizo que el tiempo volase. Y en nada llegamos a Roxas.
Nos bajamos del autobús y ya estaba nuestro «mini – bus» esperando para llevarnos a Port Barton. No sabemos que pasó en ese momento con el conductor pero hubo un pequeño malentendido. Con nosotros viajaban otra pareja de españoles que llevaban recorriendo el sudeste asiático desde hacía 5 meses y este era su último destino antes de regresar a España. Algo comentaron sobre el excesivo precio del trayecto (100 pesos por persona), que nos quisieron bajar a todos del autobús. Que carácter. Bueno, por fin ya sentados en aquel destartalado autobús, nos dirigimos por la carretera de tierra hacia nuestro nuevo paraíso.
Port Barton
Llegamos a la estación de Buses de Port Barton. Allí mismo está el centro de información turístico, donde dejamos las mochilas mientras nos dirigíamos, con nuestros nuevos amigos, en busca de un lugar donde alojarnos. Y que mal lo pasé. Era ya medio día en Port Barton. Hacía un calor extremo. No estábamos acostumbrados ya a pasar tanto tiempo sin meternos en el agua y aquel paseo entre casas y calles fueron mortales. Ni se la cantidad de alojamientos que visitamos, pero cuando ya lo dábamos por perdido, cuando ya no sabíamos donde íbamos a quedarnos, allí apareció nuestra mejor opción en Port Barton: Besaga Cottages. Nos alojamos en una preciosa casita a pie de playa por 1000 pesos. Podéis leer más sobre este alojamiento en Alojamientos en Filipinas.
Contentos por nuestro hallazgo, regresamos al centro de visitantes para recoger nuestras mochilas. Port Barton no es más que dos calles, pero me sentí perdida. El sol abrasador de ese día hizo que perdiese el norte, y me desorienté totalmente, así que en ese momento, ni sabía donde estaba la estación de bus, ni sabía donde teníamos el bungalow, ni sabía nada. Solo quería un poco de paz y descanso después de tanto trajín.
Una buena ducha y salimos hacia el centro del hotel, donde tienen una pequeña cocina que se puede utilizar, y donde hay café gratis a cualquier hora. Allí nos encontramos con Patricia y Alejandro, con lo que compartimos una buena tarde de charlas viajeras y café solo. Allí nos dimos cuenta de lo pequeño que es el mundo, ya que no solo teníamos conocidos comunes si no que nos habíamos cruzado por las redes alguna que otra vez.
Pasamos casi toda la tarde allí sentados, a la sombra, que de sol ya habíamos tenido bastante. Y allí, sentados, protagonizamos otro desagradable momento, cuando una de las inquilinas del hotel protestó fuertemente por el hecho de que ya no había wifi disponible. Y yo me preguntaba ¿pero es que la gente no sabe a donde viene?. Esta mujer protestaba porque tenía que trabajar, y no le entraba en la cabeza que el router se había quedado sin batería, y claro, estando en un lugar donde solo hay red eléctrica desde las 6 de la tarde hasta las 12 de la noche, pues es complicado que le vuelva a funcionar si ya no hay batería.
El momento fue muy desagradable y la dueña del hotel no conseguía hacerle comprender que si no hay red eléctrica no le quedaba otra que esperar hasta las 6 de la tarde para volver a conectarse. No lo pensé dos veces. Fui a por mi batería portátil y enchufé el router. Así, la señora, se tranquilizó porque ya podía volver a estar conectada. No entiendo que la gente venga a paraísos como estos y no sepa estar ni un minuto desconectada del mundo. Y si no puedes hacerlo, si no puedes estar ni un minuto desconectado, entonces trae tu mismo los medios para que eso no deje de ocurrir.
Bueno, tras estos momentos tensos salimos a ver la puesta de sol. Otra puesta de sol que no nos decepcionó.
(Como veis, este día, me olvidé totalmente de la cámara. Yo si que desconecté del mundo al llegar a esta parte del planeta, y no me importaba nada. No me importaba la wifi, ni me importaban las fotos, solo me importaba disfrutar de ese paraíso, de algo que no podemos ver todos los días, así que las fotos que tengo son las pocas que saqué con el móvil).
Salimos a cenar. Cenamos en un local muy local, donde la variedad de comida tampoco era excesiva. Pero cenamos bien. Y lo hicimos en muy buena compañía. No recuerdo lo que pagamos por cenar, pongamos que 150 pesos cada uno, que hasta me parece mucho. Porque estos días me encontraba tan a gusto, tan relajada, me había olvidado de todo, y hasta me olvidé de tomar notas. Quería aprovechar al máximo el poco tiempo que ya nos quedaba en Filipinas, y deja de anotar.
Gastos del día:
Tour B en el Nido: 1000 pesos (21.52 euros)Triciclo hasta Las Cabanas: 20 de ida y 20 de vuelta (0.86 euros)Cena en Pizza El Nido: 240 pesos (5.16 euros)Triciclo de regreso a Corong Corong: 30 pesos (0.64 euros)
Total gastos del día por persona: 28.18 euros.
Si quieres leer el diario completo de viaje: 23 días en Hong Kong y Filipinas.
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