Visita a la Prison Island o la Isla Changuu en Zanzibar
Tocaba un nuevo día en la isla y esta vez tocaba regresar a Stone Town para, entre otras cosas, visitar la Prison Island, otro de esos lugares con marcado carácter histórico. Pero no solo para eso, volveríamos a las calles de la Ciudad de Piedra, volveríamos a comer en Stone Town y teníamos que negociar un coche con conductor para el día siguiente.
Así que todavía nos quedaba mucho por ver y hacer en Stone Town.
Del Sea Cliff Resort a Stone Town.
Cogimos de nuevo el bus gratuito de nuestro hotel que sale a las 9 de la mañana. Quizá si dependiese de nosotros lo hubiésemos cogido antes, ya sabéis que somos de madrugar, pero en esta ocasión tampoco nos importó tanto. No queríamos visitar Prison Island a primera hora de la mañana, cuando se supone que lo harán todas las excursiones.
No teníamos prisa, y por tanto al bajarnos en Stone Town decidimos dar un paseo por el centro antes de dirigirnos al muelle y buscar a algún pescador que nos llevase a Prison Island.
Información útil
Ya os habíamos contado nuestro primer día en Stone Town, donde visitamos lo más importante de la ciudad y algunas cosas menos conocidas. En ese extenso post os contamos todo sobre la ciudad y creo que merece la pena leerlo antes de continuar con este.
Además, si quieres conocer más sobre la historia de Zanzibar siempre puedes empezar por nuestro post Destino Zanzibar, en el que te hacemos un resumen de la historia de la isla, que creo que es fundamental para ponernos en contexto con lo demás.
Nosotros nos alojamos en el hotel Sea Cliff Resort, que tiene traslado gratuito hasta la ciudad.
Pero no fue lo único que hicimos en Zanzibar, donde estuvimos 10 días. Te animo a leer nuestro diario completo: Zanzibar en 10 días.
Visita a Prison Island o la isla de los prisioneros.
Aunque su nombre real es Changuu, la realidad es que todo el mundo (o al menos los turistas) la conoce como Prison Island o la isla de los prisioneros. Esto es así porque fue utilizada como cárcel para esclavos rebeldes. Esto ocurrió desde 1890. Ya os conté en nuestro anterior post (el más histórico de cuantos he escrito sobre Zanzibar) que esta isla fue colonia británica desde 1896, año en el que tuvo lugar la guerra más corta de la historia. En 1893, esta isla fue adquirida por el que por entonces era Visir británico en Zanzibar, Sir Lloyd William Matthews.
En ella construyó un edificio cuya principal función era ser un centro penitenciario. Pero sus muros nunca llegaron a tener ningún preso. A partir de 1923 sus instalaciones fueron utilizadas para tener en cuarentena a las personas que eran tratadas de fiebre amarilla y otras enfermedades contagiosas. Motivo por el que también se le conoce como la isla de la Cuarentena.
La isla es minúscula, tiene apenas 800 metros de largo por unos 230 de ancho, y mi intención inicial era pasar allí unas horas, recorrer todo el perímetro de la isla, darnos algún que otro baño y regresar a Stone Town al cabo de unas 3 horas. Pero todo fue muy distinto a lo planeado.
Cómo ir a Prison Island.
Básicamente hay dos formas de hacerlo. Contratando una excusión guiada o contratando un barquero que te lleve.
Opciones de excursiones, si las quieres con guía de habla hispana, tienes dos opciones: combinando Prision Island con la paradisíaca isla Nakupenda (es uno de los tours más solicitados) o combinando Prision Island, con una visita guiada por Stone Town. Si quieres una excursión con guía en inglés, puedes reservarla allí mismo. El importe va entre los 40 o 50 euros, dependiendo de tu poder de negociación.
Nosotros nos decantamos por simplemente contratar un barquero que nos acercase a Prison Island, que nos esperase y que nos volviese a llevar a puerto. Sólo este servicio nos costó 20 dólares por los dos (unos 17 euros entonces).
Nos acercamos «puerto». Básicamente vimos unas cuantas lanchas de pescadores amarradas y le preguntamos al primero. Yo iba con la idea de pagar 20 dólares así que aunque al principio nos pidió más, le dijimos que 20 dólares estaba bien y nos llevó sin problemas.
Qué ver en Prison Island (o no ver).
Prison Island está situada justo enfrente de Stone Town, a unos 20 o 30 minutos de lancha (dependiendo del estado del mar). Nada más desembarcar y empezar a explorar la isla, ya me di cuenta de que todo lo que yo quería hacer no iba a ser posible.
Mi intención de circunvalar la isla se iba a quedar en nada, ya que prácticamente el 100% de la isla está ocupado por lo que dicen ser un hotel de lujo. Digo yo que lo será ahora a mi me pareció más bien un hotel venido a menos. No se si es que ya no está abierto, pero ciertamente, la parte del hotel que vimos no invitaba a quedarse.
De la parte que sí puedes transitar una de ellas está ocupada por un recinto vallado donde se encuentran las famosas tortugas gigantes de Prison Island, y la otra son las zonas del hotel que sí puedes visitar para hacerte una idea de cómo era aquel antiguo hospital / centro penitenciario que hubo antaño. También dicen que aquí hay un restaurante pero lo cierto es que nosotros lo vimos cerrado y bastante dejado.
El centro de las tortugas gigantes de Prison Island.
En 1919 el gobernador de Seychelles regaló a la isla de Zanzibar 4 ejemplares de esta tortuga gigante. La población de tortugas empezó a crecer en Zanzibar hasta alcanzar los 200 ejemplares en el año 1955. A partir de aquí todo fue a peor. Empezaron a capturarlas para venderlas a otros países, y así la población fue decreciendo hasta quedarse en tan solo 8 tortugas en el año 1996.
A partir de este momento, el gobierno de Zanzibar, decidió proteger esta especie en peligro de extinción. Las metió en el lugar en el que hoy en día podemos verlas, cuidándolas. A este centro llegan tortugas gigantes desde otros países para intentar proteger la especie.
Acceder al centro de recuperación de las tortugas gigantes de Prison Island, cuesta unos 6 euros por persona. ¿Merece la pena? Si has llegado hasta aquí sí que merece la pena, además de que no vas a tener la oportunidad de verlas en muchos sitios más. Yo tenía mis dudas antes de venir, pero no me arrepiento.
Se las ve muy cuidadas y sobre todo, por lo menos cuando nosotros estuvimos, la gente se porta bien, les dan las lechugas de comer pero no las tocan, con lo cual es algo de agradecer. Hay vigilantes cada poco cuidando de ellas y no había mucha gente en el recinto. La mayoría de la gente se dedica a sacarles fotos, sin más.
Una vuelta a Prison Island.
Aquí fue cuando me di cuenta de que no podía hacer nada de lo que tenía pensado. Me encontré, de repente, con un muro rojo que no me permitía ir más allá. Así que mi opción de visitar los miradores que parecía haber en el mapa, se quedó en nada. Visitamos el que era el hospital de cuarentena, o una parte de él, que es lo único que se permite visitar y regresamos a la zona de los embarcaderos. Poco más se podía hacer.
Teníamos intención de darnos un baño, pero ciertamente, no apetecía mucho, así que nos limitamos a dar unos paseos por las pasarelas de madera, viendo como el cielo cada vez se nublaba más y cuando por fin decidimos dar por concluida nuestra visita a Prison Island (antes de lo calculado) nos fuimos a intentar localizar a nuestro barquero, para regresar de nuevo a Stone Town.
Al regresar de nuevo a puerto, negociamos el precio para un taxi para el día siguiente y llegado a un acuerdo nos fuimos a comer.
Donde comer en Stone Town.
En el post anterior (Stone Town en un día) ya os hablé de los sitios que habíamos escogido para comer en Stone Town. Esta vez no me decanté por ninguna recomendación. Aquella mañana, al llegar a Stone Town, vimos un restaurante que tenía muy buena pinta. Decorado en estilo muy marinero decidimos darle una oportunidad y probar.
El restaurante se llama Zafarani y está muy cerca de la casa de Tippu Tib.
Una de las razones por las que decidimos comer aquí, además de por que nos gustó el local en sí, fue que nos estábamos quedando sin chelines, bueno en realidad nos habíamos quedado sin chelines. Sólo habíamos cambiado 50 euros el primer día. No queríamos volver a cambiar ya que solo nos quedaba un día completo en Zanzibar y no queríamos que nos sobrase nada. Hay muchos sitios que aceptan dólares, la mayoría diría, pero aquí además aceptaban Visa.
Comimos de maravilla y volveríamos a repetir. Además lo hicimos solos. No sé que pasaba estos días en Stone Town pero no encontramos mucho turismo ninguno de los dos días, salvo en el museo de la Catedral Anglicana.
Que otras cosas hacer en Stone Town.
Aunque esto que os voy a contar ahora fue lo que hicimos antes de ir a Prison Island y antes de comer, prefería invertir el orden para aquellos que lleguen aquí buscando información sobre Prison Island. Sin embargo todo esto lo hicimos a primera hora de la mañana, sin saber que lo íbamos a hacer ya que surgió sobre la marcha.
Visita a la Catedral de San José.
Entramos en la catedral de San José sin tener intención de hacerlo. Al pasar por delante de la fachada, fachada que se ve desde muchos puntos de la ciudad, estaba abierta, había mucha gente y decidimos entrar. Comenzaba la misa, así que nos colocamos en la parte de atrás, sin hacer ruido (ni fotos) y allí estuvimos un rato.
El interior es muy distinto a como nos imaginamos aquí una catedral. Está lleno de color, verdes, amarillos, azules, y llama muchísimo la atención. Después de estar un rato, decidimos salir con la intención de volver para poder sacar unas fotos del interior, ya que nos había parecido muy bonita y llamativa. Pero lo cierto es que no pudimos volver a entrar. No se si es que solo la abren para la misa o que tiene horarios muy limitados de apertura, pero lo cierto es que la encontramos cerrada.
Visita a las Hamamni Persian Baths
No era algo que tuviesemos intención de visitar en Stone Town, pero tal y como nos había pasado con la visita a la catedral de San José y tal y como nos pasó con el Museo de la Princesa Salme, pasando por delante decidimos entrar. Además el cuidador de los baños se ofreció a hacernos una visita guiada y accedimos encantados.
Creo que esto se debe en parte, a que no había nadie, ni se veía gente por las calles, con lo que el señor, al menos así, estaba entretenido.
La entrada no es gratuita, tiene un coste de unos 50 céntimos de euro, además de que le dimos todo lo que nos quedaba en chelines al buen hombre por habernos hecho a la visita, desde luego, más amena.
Hamamni significa el lugar de los baños. Y el nombre lo ha tomado el barrio en el que se encuentran ubicados. Fueron mandados construir por el Sultán Bargash entre los años 1870 y 1888. Aunque fueron construidos como baños públicos, lo cierto es que tenía coste el acceder a ellos y solo se lo podían permitir los ricos. Fueron construidos con el estilo persa y fueron los primeros baños públicos que se construyeron en Zanzibar.
Los baños son bonitos pero tienen mayor interés si tienes a alguien que os vaya contando la historia, sino puede que se hagan bastante aburridos. Además, tuvimos la suerte de que nuestro guía se ofreció a subirnos al tejado, para ver como funcionaban los baños y cómo caía el agua. Muy muy interesante y entretenido. Y no nos llevó más de media hora.
Visita al Museo de la Princesa Salme
Pese a ser otro de esos lugares que no hubiese visitado en Stone Town, al pasar por la puerta y ver el nombre, no pude resistirme a entrar. En ese momento la historia de la Princesa Salme se me vino a la cabeza y ya no había vuelta a atrás. Tuve que entrar.
No tengo fotos del interior, ya que no es más que una sala con fotos, documentos y accesorios de la princesa, así que voy a contaros de forma resumida quién fue Salme.
Os recomiendo, para seguir el hilo de la historia, leer antes, si no lo has hecho aún, los dos artículos siguientes:
La princesa Salme era hermana del sultán Bargash y del sultán Majid, e hija del Sultán Seyyid Said. A la muerte de este último, le sucede en el sultanato su hijo Majid, el menos preparado, según sus hermanos, para ocupar este puesto. Sus hermanas Salme y Khole apostaban por un Sultanato con Bargash, mucho más inteligente, al frente. Pero no fue así. Y tras ocupar su puesto, Majid intentó matar a su hermano Bargash. Para evitar esto, las dos hermanas urdieron un plan para sacar a Bargash de Zanzibar y lo hicieron ocultándolo en un barco británico con destino a Bombay.
Cuando Bargash regresó a la muete de Majid, para ocupar el puesto, Salme ya no estaba allí.
Años atrás, en 1866, Salme se había enamorado de un comerciante alemán llamado Ruete, del que se quedó embarazada. Esto en el sultanato llevaba implícito la decapitación, así que Salme tuvo que huir. Ayudada por su hermana Khole y por un oficial británico, se escondió en un navío y partió rumbo a Alemania. Allí, Salme y Ruete se casaron y tuvieron 3 hijos.
Las leyes son como las salchichas, es mejor no ver cómo las hacen.
Otto von Bismarck, político, diplomático y jurista.
En 1884, Salme ya viuda, regresó a Zanzibar en un barco por orden del Otto von Bismarck. La orden que llevaba aquel navío era convencer al sultán Bargash de que sus territorios debían aceptar la protección de Alemania. Salme no era bien vista en el sultanato y para su hermano Bargash ya no existía como tal, hacía años que había fallecido, en el mismo momento en el que decidió huir. Bismark la envió a ella con un doble sentido, ya que si finalmente el sultán decidía matarla tendrían un motivo para atacar Zanzibar y hacerse con el territorio. En aquel momento Salme era ciudadana alemana.
Pero Bargash acabó cediendo, y Bismarck se quedó con la mitad de su reino, mientras Salme regresaba a Alemania.
La historia de Salme es tan épica que hay sobre ella un libro. Realmente fue ella misma quien lo escribió, así que si queréis saber más sobre su historia lo podéis hacer en su libro: Memorias de una princesa árabe. Es un libro descatalogado así que si te quieres hacer con él tendrás que buscarlo de segunda mano.
Regreso al Sea Cliff Resort: la puesta de sol.
La puesta de sol desde el Sea Cliff Resort es maravillosa. El contraste entre el color anaranjado del cielo, las palmeras por delante, el bar sobre el agua, hace que la estampa sea maravillosa, pero sobre todo, relajante.
Nos acomodamos en una zona de la piscina y allí estuvimos viendo la bonita puesta de sol con la que hoy despedíamos el día. Y nos preparábamos para cenar, en uno de los hoteles de playa en los que mejor hemos comido. He de decir que la comida del Sea Cliff Resort es una maravilla, tanto en calidad como en diversidad.
Cena en el Sea Cliff Resort.
Después de dos noches en el Sea Cliff,, ya nos conocían y teníamos nuestra mesa, la mesa que habíamos utilizado para cenar el día anterior reservada para nosotros. Hoy tocaba cenar a lo grande, y lo hicimos con langostas a la plancha. Además también cenamos la típica pizza zanzibarí, que es una especie de empanadilla rellena con pollo, mahonesa, algunas especies y queso.
Tras esto nos fuimos a dormir ya que al día siguiente sí que íbamos a madrugar algo más que los últimos días. Tocaba visitar las playas del este, y aunque no hay una gran distancia en kilómetros hacia allí, la escasez de carreteras y el estado de las mismas hace que se tarde mucho tiempo en llegar.
Habíamos negociado un precio para hacerlo: 40 dólares por un chófer con coche durante todo el día.
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