Era nuestro primer día completo en Kioto, el primer día que íbamos a utilizar para hacer visitas por la ciudad y como habíamos dormido mucho y bien, nos levantamos muy temprano. Era hora de ponerse en pie, de empezar a patear la ciudad y para el primer día en Kioto decidimos que íbamos a hacer una ruta a pie desde Kiyomizudera a Gion.
El mapa de Japón.
Cuando hacemos un viaje, sobre todo un viaje como este en el que es mucho de ciudad, en el que hay muchas cosas que ver y hacer, lo solemos organizar todo por puntos y rutas a pie, de forma que teniendo, como era nuestro caso, conexión a internet pudiésemos ir siguiendo la ruta y no dejarnos nada en el tintero.
Cuando empecé a crear mi mapa de Japón, no sabía que iba a tener tantos puntos, así que no creí que fuese necesario hacer capas, o hacer mapas individuales de cada zona o ciudad, por ello, me quedé corta y al final no me dio para ponerlo todo, así que en el mapa hay una parte que flojea más, que es la de Tokio, pero toda la parte de Kioto creo que está bastante completa y os puede servir de ayuda.
En este caso, el día de hoy, lo íbamos a dedicar a ver los puntos de la ruta verde de Kioto y si nos sobraba tiempo, enlazar con algunos de los puntos amarillos de la ruta siguiente: de Ginkakuji a Gion.
Esta ruta fue realizada el 26/03/2018, por lo que Kioto se encontraba en pleno Hanami y por tanto teníamos que valorar que posiblemente a nosotros nos llevase más tiempo realizarla que si se hace fuera de una época tan vistosa. En este caso, no solo nos dio tiempo a cumplirla entera, sino que pudimos enlazar, tal y como preveíamos con los último puntos de la ruta amarilla.
(este mapa será actualizado conforme vaya avanzando el diario de viaje, con nuevos puntos, sobre todo restaurantes que hayamos visitado).
Como llegar a Kiyomizudera desde nuestro hotel
Lo teníamos claro, hoy empezábamos con las visitas a tope, así que lo mejor era hacernos con una tarjeta de bus diario, que no solo es más cómoda de usar, sin tener que pagar por cada traslado, sino que además te suele compensar ya que nada más que hagas dos viajes y un trasbordo, habrás gastado más. El billete ha subido este año y de los 500 yenes que valía pasó a los 600 yenes, pero aún así sigue compensando, ya que un solo billete sin trasbordos cuesta 230 yenes. El billete nosotros lo adquirimos cada día en la recepción del hotel, así que más cómodo imposible. Se puede comprar también en el bus, aunque antes de ir este dato no lo tenía muy claro.
El uso de esta tarjeta es muy fácil, ya que solo en el primer viaje que hagas en el día debes introducir la tarjeta, al bajarte en la máquina que hay al lado del conductor. Al meterla te la devolverá con la fecha impresa y en el resto de los trayectos solo le debes de enseñar al conductor la fecha impresa de la tarjeta.
Además el bus tiene tantas combinaciones y lineas disponibles que es muy difícil que desde cualquier punto no puedes ir de forma directa al punto de interés que necesites.
En nuestro caso, en la esquina de la calle de nuestro hotel, cogimos el bus 202 que tras unas 15 paradas y unos 21 minutos nos dejó en en Kiyomizu-michi y desde ahí, caminando, nos fuimos al primer templo de la ruta de hoy, Kiyomizudera.
El uso de los buses es muy intuitivo: te debes subir por la puerta de atrás y bajarte por la de delante, donde al bajarte o pagas el billete o enseñas tu tarjeta de bus diaria. Dentro del bus todo es muy intuitivo también. Todas las lineas tienen una pantalla en la parte de delante del bus, donde te indica la parada en la que estás y la parada siguiente, y en la mayoría de ellas vienen tanto en Japonés como en inglés, con lo cual es muy fácilmente entendible.
Nosotros en las pocas lineas que nos subimos que no estaban en inglés, nos guiábamos con el gps del móvil para saber cuando se aproximaba nuestra parada. Así que no tuvimos ningún problema con los trasportes dentro de la ciudad.
Nos bajamos en la parada y, era muy temprano todavía. Daba la sensación de que todavía no habían puesto las calles, así que se notaba muchísima tranquilidad por una zona, por la que habíamos visto fotos con cientos de personas. Según subíamos por la calle hacia el templo, empezamos a sacar alguna que otra foto. Ver estas calles tan tradicionales japonesas, con la floración del cerezo y sin gente era algo que nunca me hubiese imaginado.
Templo Kiyomizudera (templo del agua pura).
El templo Kiyomizudera es patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1994 y no es de extrañar. Fue construido en el año 774 en las colinas del este de Kioto, justo donde se encontraban las cascadas Otowa. Los edificios actuales no datan de esta fecha, ya que dado que está enteramente construido en madera ha sufrido numerosos incendios a lo largo de la historia.
Desde enero de 2017 y en principio hasta el 2019-2020, el salón principal y más conocido de Kiyomizudera se encuentra en obras y totalmente tapado, así que nos hemos perdido esta visita. No obstante y pese a ello merece mucho la pena ir igual, porque Kiyomizudera es mucho más que el salón principal.
Accedemos al complejo de templos de Kiyomizudera por la puerta Deva, donde pagamos los 400 yenes de entrada.
El sitio es maravilloso, la verdad, y ahora escribiendo estas lineas me doy cuenta de que cada vez que visitábamos un templo decíamos que «ese es el más bonito de todos» pero lo cierto es que no creo que se puedan catalogar tan alegremente. Todos los templos, sin excepción, son una maravilla.
Aquí accedemos por la gran puerta roja «Deva» para ir poco a poco ascendiendo hasta llegar al salón principal Hondo de Kiyomizudera, después de dejar atrás muchos otros pequeños templos y pagodas.
Y como allá donde fueres, haz lo que vieres, también nos purificamos (manos y boca) en la zona de ablución temizuya.
Tras este paseo llegamos al salón principal Hondo, el que está en obras y totalmente tapado. Esta zona es una de las imágenes más conocidas de la ciudad de Kioto así que fue una pena verlo así, pero aún así merece mucho la pena la visita, ver como está construido, sobre los grandes pilares de madera, en una colina verde y florida. Desde aquí se tienen unas preciosas vistas de la ciudad.
Otro de los sitios o rincones que más me gustaron del templo, fue el Santuario Jishu, dedicado al Dios del amor o del matrimonio, y sobre todo las preciosas escaleras de subida con el Tori enmarcándolas.
La visita a este templo da para muchas horas, son muchos templos más pequeños y todos preciosos. Pero destacaremos entre todos otra de las atracciones y otra de las zonas más visitadas de Kiyomizudera, la cascada Otowa.
Dicen que el agua de esta cascada tiene propiedades terapéuticas y además de quien bebe de ella tendrá grandes éxitos en el amor o en los negocios. Nosotros tuvimos la gran suerte de verlo despejado, sin gente, y esta es otra zona donde casi todas las fotos que había visto estaba hasta arriba de gente haciendo cola. Nosotros no la tuvimos que hacer, simplemente me acerqué, vi que lo que otros chicos hacían y yo seguí las pautas y bebí. Me di cuenta de que a diferencia de otros templos o zonas del planeta donde hay sitios semejantes, aquí, los vasos que se usan para beber, los tienen bajo una luz ultravioleta (supongo que para quitar los virus y microbios y no contagiarse de nada).
El sitio por lo tranquilo que lo encontramos, sin gente, me pareció maravilloso y se respiraba una paz absoluta. Desde esta zona tuvimos también unas de las mejores vistas del templo y nos volvimos a lamentar por haberlo visto tapado.
Acabamos la visita muy contentos y ahora, ya sí, había más movimiento en las calles aledañas al templo. Eso sí, nada comparable con lo que yo me esperaba encontrar y por supuesto con la tranquilidad para sacar fotos sin prácticamente nadie.
Cuesta Kiyomizuzaka.
Tras la visita al templo toca bajar la cuesta que habríamos subido esa mañana. Ahora las tiendas estaban ya abiertas, y había un poco más de movimiento. Esta calle, o cuesta, es muy comercial. Bajando a mano izquierda veremos la señalización hacia la cuesta Sannenzaka, donde ya habríamos parado esta mañana al subir, dado que no había gente y aprovechamos para sacar algunas fotos. Ahora tampoco había mucha gente y se podía disfrutar mucho de esta zona tan comercial y a la vez tan tradicional.
Pagoda Yasaka.
Sinceramente no me esperaba encontrar esta zona a esta hora (serían más o menos las 9-10 de la mañana) en un día del mes de marzo, en pleno hanami, sin gente. Me sentí la persona más afortunada del mundo por estar paseando, con sol, con luz, con una temperatura ideal en marzo, sin gente, por una zona tan tradicional de Japón. Realmente cuando empecé a planear el viaje lo que más me llamaba la atención del país Nipón, era precisamente esta faceta tradicional y era lo que más ilusión me hacía conocer, así que me sentía enormemente agradecida por haberlo podido disfrutar así.
Después de dar un paseo alrededor de la pagoda Yasaka, lo que queda del templo Hokanji, y maravillarnos con su construcción continuamos nuestra ruta, callejeando por la zona de Higashiyama, esta zona de casas bajas y tradicionales de Kioto.
Cuesta Ninenzaka.
Después de visitar la Pagoda Yasaka, volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la Cuesta Ninenzaka, otra zona de casa muy tradicionales donde suele ser costumbre probar alguna casa de té. A nosotros no nos apetecía mucho hacer esta parada así que seguimos el camino hacia el Ryozen Kannon.
Ryozen Kannon.
Antes de continuar nuestro camino por las interesantes calles tradicionales de Higashiyama, nos desviamos hacia el templo al soldado desconocido. Tal y como ocurre en otros países con los memoriales al soldado desconocido, en Japón también han construido uno, que lo más llamativo de todo es las grandes dimensiones de la diosa Kannon y se realizó para conmemorar a las víctimas de la última guerra, la del Pacífico. Una estatua de más de 500 toneladas y unos 20 metros de altura, que está hueca y dentro hay otras estatuas más pequeñas.
En Hanami, además, está especialmente bonito, ya que tiene bastantes cerezos en flor lo que le dan una belleza aún mayor al resto del complejo, ya que ciertamente lo que más llama la atención del mismo es la gran imagen de la diosa Kannon contrastando con el verde de las colinas de Higashiyama.
Precio: 300 yenes. .
Calle Nene.
Esta es otra calle de visita obligada y de casas muy tradicionales. En esta calle encontramos el acceso al templo Kodai-ji, al templo Daiunin, justo al final de la calle, y por esta zona podremos encontrar muchas chicas vestidas como geishas o maikos, ya que hay una gran cantidad de centros que se dedican a realizar esta transformación. La calle es de lo más llamativa y en sus alrededores, como hemos dicho, encontramos muchos puntos de interés turístico, así como el inicio de la calle Ishibei Koji.
Templo Kodai-ji.
Una maravilla. No sabría como describir lo que este pequeño templo trasmite. Solamente sus jardines japoneses, con todo perfectamente colocado, la arena perfectamente rayada, la distribución de los árboles en perfecta armonía con el entorno, y más en Hanami, con esos cerezos en flor, aportan una total y absoluta tranquilidad. Te podrías quedar aquí, el día entero, solo contemplando esta perfecta sintonía entre todo. Pero no solo por eso debemos acudir a Kodai-ji, ya que aquí, además podremos adentrarnos en un pequeño bosque de bambú.
Precio: 600 yenes.
En esta zona además podremos visitar los templos Daiunin o al templo Tokeiji, a los que nosotros solo visitamos por fuera.
En teoría aquí acababa lo que teníamos planificado para el día de hoy, bueno, más bien terminaba una parte porque lo siguiente era continuar hacia Gion, pero dado que el día siguiente, el día en teníamos pensado hacer nuestra ruta amarilla (ver mapa), creíamos que era mucho más compleja y que no nos daría tiempo a todo, decidimos continuar la ruta del día hoy por el parque Maruyama y el templo Chion-in para así ganar algo de tiempo.
Continuamos el paseo por la calle Ishibei Koji, donde creí entender que no se podían sacar fotos para preservar el entorno y la intimidad. No se si será verdad o simplemente lo entendí mal, pero me pareció bastante raro.
Parque Maruyama.
No se como será de bonito este parque cuando no es temporada de floración del cerezo, pero lo cierto es que durante el hanami, me quedé tan eclipsada con los cerezos que no recuerdo nada más allá de esto. Precioso es poco. Tenía los cerezos tan floridos, de un color tan intenso que no podía parar de mirarlos y de sacarles fotos por todos los lados. Bueno, he de reconocer que nos eramos los únicos, ya que la mayoría de la gente la encuentras sacando fotos flor por flor de los cerezos. Es realmente muy peculiar observar como los propios japoneses disfrutan tanto de la floración y como sacan millones de fotos a cada uno de los árboles y de las flores.
Templo Chion-in.
Caminamos por el parque con intención de llegar al templo Chion-in, y llegamos como por la parte de atrás. Estuvimos mucho tiempo allí, intentando encontrar el acceso a la parte más importante del templo, por que aquí, en el parque de Maruyama y en los entornos del templo Chion-in hay multitud de templos más pequeños, es más, el complejo está formado por 106 templos. Llegamos incluso a un cementerio, nuestro primer cementerio en Japón que tampoco deja indiferente, ya que son muy distintos a los nuestros.
Finalmente vimos que el pabellón mayor del templo también se encontraba en obras, así que volvimos a bajar y accedimos al templo, ahora sí, por su puerta principal, que es enorme y muy llamativa. Se llama puerta Sanmon y se trata de la mayor puerta de madera de todo Japón. Casi nada.
Os puedo decir que aquí, en este templo tenéis para pasar el día, ya que hay muchos rincones que ver, muchos sitios que recorrer y es especialmente llamativo y bonito. Nosotros estuvimos por las zonas principales, en la zona norte, por donde accedimos primero, en la zona baja, por donde accedimos después, entrando por la impresionante puerta Sanmon.
Cuando terminamos de recorrer el templo, estábamos ya tremendamente cansados. Hacía calor en Kioto, empezaba a cascar el sol de lo lindo, y nos fuimos a refrescar un rato, bebiendo algo muy frío de una de las miles de maquinas expendedoras que se encuentran por la ciudad. Habíamos madrugado mucho, era nuestro primer día en Japón y los kilómetros del día de hoy empezaban a notarse. No obstante, seguimos caminando. No podíamos dejar de pasar por el santuario Yasaka, ya que lo teníamos al lado. Además, aprovechamos para verlo y después buscar un sitio donde comer. Se nos había hecho muy tarde y el hambre empezaba a apretar.
Santuario Yasaka.
Lo reconozco, pese a ser un santuario muy bonito y con muchas cosas que ver, hicimos la visita muy rápida. El hambre empezaba a ser poco controlable y prometimos volver, aunque finalmente no lo hicimos. Dimos un paseo por interior y nos pareció realmente precioso. Teníamos además intención de volver por la noche porque nos imaginamos que tenía que estar muy bonito iluminado y aunque el día que volvimos lo vimos desde fuera, no tuvimos tiempo a más, porque aquel día íbamos a hacer una visita muy especial, pero eso ya os lo contaré más adelante.
Justo enfrente del santuario comimos en un restaurante que os podemos recomendar. Esta fue nuestra primera comida en Japón, nuestra primera comida de verdad, sentados en un precioso local donde comimos de maravilla.
Restaurante Izuju.
Izuju está situado en el barrio de Gion. Habíamos llegado al final de nuestro recorrido del día de hoy y era hora de comer y comer bien. Hicimos una visita rápida a Foursquare, la aplicación que llevamos siempre al viajar para buscar restaurantes por la zona y hasta la fecha no nos ha fallado y nos recomendaba este local. Esperamos pacientemente en la puerta. Era tarde y aún así había cola para comer.
Izuju es un restaurante coqueto y antiguo, especializado en sushi, pero en sushi típico de Kioto que es un poco distinto al que estamos acostumbrados a comer, al menos en España. Comimos de maravilla y los platos son asequibles en precio y además, el té es gratuito, como en el resto del país, con lo que ahorras las bebidas, y por otro lado la carta la tienen en inglés. El restaurante nos gustó mucho, tanto por la comida por la decoración y porque nos pareció que era un restaurante añejo, con solera, que es algo que nos suele gustar probar sobre todo en este tipo de países, donde hay una tradición y cultura gastronómica.
Pagamos por comer: 2486 yenes, es decir, no llegó a 20 euros (para que luego digan que Japón es caro).
Después del descanso merecido y de la comida (más merecida aún) salimos con intención de pasear por Gion y por Pontocho, las dos áreas más tradicionales de la ciudad y donde se pueden ver geishas y maikos. Es cierto que no llevábamos la idea de verlas, pero sí que habíamos decidido terminar dos días en esta zona por si las podíamos ver. Os lo adelanto. Hoy no sería el día porque el día dio otra vuelta más.
Nos fuimos de paseo a Gion, pero había demasiada gente. No se podía ni caminar. Decidimos parar a tomar un café, pero estaba todo lleno de gente. Al final, miramos hacia el interior de una cafetería y vimos una mesa, casualmente con dos sillas, en un rincón, donde podríamos sentarnos un rato y degustar un «buen café». Entrecomillo lo de buen café porque buen café no hay en Japón. Ya sabéis que es un país en el que tradicionalmente se toma té y hasta hace relativamente poco tiempo el café era el gran desconocido. Así que tomamos nuestro café (el mio) y Rubén un donut y mientras, esperábamos a ver si bajaba el nivel de gente por las calles de Gion. Pero no fue así y parecía que con los minutos la cosa iba a más, así que salimos y nos fuimos hacia Pontocho.
Área de Pontocho.
En un paseo abriéndonos paso entre las millones de personas que abarrotaban las calles de Gión, cruzamos el rio Kamo, y nos adentramos en el Area de Pontocho, donde el nivel de gente bajó considerablemente. Al menos aquí se podía caminar. Esta zona, con los cerezos en flor estaba radiante. Así que no nos cansamos de pasear calle arriba y calle abajo. Por el lado del canal y por el lado más cercano al río. Tanto la zona del canal con los cerezos floridos, como las estrechas calles de la tradicional zona de Pontocho, me parecieron una auténtica maravilla.
Empezamos a recorrer lo que es la ruta granate del mapa anterior.
Estuvimos un largo rato calle arriba y nos dimos cuenta que ya que teníamos tiempo (eran ya pasadas las 4 de la tarde) que estábamos muy cerca del inicio de Teramachi shopping arcade, así que nos acercamos hasta su inicio y continuamos la ruta de hoy.
Teramachi shopping arcade
Esta calle es una calle cubierta comercial. Es muy adecuada para cuando llueve en Kioto, porque podrás pasear como si estuvieses por la calle pero sin que te caiga una gota encima, así que anotadlo por si algún día os llueve en Kioto.
La calle Teramachi es larga, muy larga y llena de tiendas, así que entre que miras un escaparate, entras en una tienda y te maravillas con la cantidad de cosas raras que tienen a la venta, acabas avanzando y llegamos a la siguiente calle de nuestra ruta del día, la calle donde se encuentra el Mercado de Nishiki.
Mercado de Nishiki.
La calle Teramachi Shopping Arcade llega a cruzarse con la calle del mercado Nishiki, que sigue siendo una zona cubierta e ideal para pasear. El mercado se encontraba a esta hora en plena ebullición de gente, pero que queréis que os diga, estos sitios son perfectos con tanta gente.
Al inicio de esta calle hay un templo chiquitito pero muy bonito que merece la pena que le echéis un vistazo. Se trata de Nishiki Tenman-gū Shrine que es muy popular entre los comerciantes de la zona, ya que acuden a él para tener prosperidad en los negocios. No paséis por alto el toro del que se dice que si le tocas las cabeza tendrás suerte en los estudios.
Empezamos desde aquí a recorrer el mercado, que desde luego es muy llamativo. Aquí podéis encontrar un montón de cosas raras que comer y probar. Nosotros estábamos llenos así que nos costó comer algo y lo poco que comí estaba picante a morir. La verdad es que nos dio pena no haber ido antes para poder comer ahí, pero no contábamos con estar a estas horas en el mercado ni si quiera contábamos con ir. Rubén probó un helado de sésamo, que pese al color que tenía, negro, estaba muy rico, a mi me gustó.
Llaman la atención los pulpitos, que incluso teniendo hambre creo que no hubiese probado porque me dan bastante asco, pero bueno, para el que quiera es algo que llama la atención. El paseo por el mercado nos gustó mucho y también pensamos en volver a comer, pero eso tampoco llegó a ocurrir. Hay tanto que ver y hacer en Kioto que al final, decidimos hacer otras cosas antes de volver a aquí.
Cuando llegamos al final de la calle y por tanto del mercado, decidimos ir hasta el Daimaru Kyoto, un gran centro comercial donde lo que hicimos fue básicamente aprovecharlo para ir al baño. Dicen que en los bajos comerciales de este centro comercial hay un montón de tiendas y puestos de comida. No los llegamos a ver.
Regresamos dando un paseo de nuevo a la zona de Pontocho, que con la luz cayendo y las luces encendidas estaba mucho más bonito si cabe que durante el día. Dimos otro paseo por la zona y cuando el sol cayó totalmente decidimos que era hora de ir terminando este gran y largo día.
Buscamos un sitio donde cenar antes de regresar al hotel, y Rubén llevaba desde que salimos de casa diciendo que quería gyozas, así que nos buscamos un buen restaurante donde poder probarlas. Ciertamente nos costó encontrarlo porque no tenía ningún nombre entendible por nosotros en la puerta, pero finalmente allí estábamos y así que cenamos unas gyozas en Hohoi, donde esperamos para comerlas más de hora y media.
Aquí entendimos lo que ya habíamos visto por la mañana. En los restaurantes de Japón, cuando llegas te tienes que apuntar en una hoja. Apuntas tu nombre y el número de comensales y ellos van llamando por orden. Si cuando llaman no estás pierdes el turno. Nos apuntamos, esperamos pacientemente la hora y media que transcurrió y por fin nos sentamos en una mesa. Pedimos las gyozas y al rato, pasa el camarero, tropieza con la pata de la mesa y me tira la salsa de soja encima. No os podéis imaginar el apuro que pasó el pobre hombre. Me trajo un montón de servilletas y en nada, el restaurante quedó vacío, porque cuando iban saliendo los que estaban dentro no metían a nadie más. Y cuando solo quedamos nosotros dentro, se pusieron a limpiarlo todo con una pulcritud intachable. Se disculparon un millón de veces, pero bueno, al fin y al cabo lo peor había estado en los pies así que tampoco había mucho problema.
Las gyozas estaban buenas, pero tampoco como para esperar una hora y media y eso que había muchísima gente haciendo cola, por eso la hora y media de espera, claro.
Cogimos el bus de vuelta que nos dejó al lado del hotel y fuimos a comprar algo para desayunar. Así terminó uno de los día más completos que vivimos en Kioto (aunque hubo alguno más).
Gastos del día:
- Tarjeta diaria del bus: 600 yenes (4.77 euros)
- Entrada a Kiyomizudera: 400 yenes (3.18 euros)
- Entrada Ryozan Kannon: 300 yenes (2.39 euros).
- Bebida: 75 yenes (0.60 euros)
- Comida en Izuju: 1243 yenes (9.89 euros)
- Cafe en Tullys: 345 yenes (2.74 euros)
- Cena en Hohoi: 1110 yenes (8.83 euros)
- Para desayunar y beber: 375 yenes (2.98 euros)
Gastos por persona y día: 35.38 euros.
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2 Comentarios
Vamos en 20 dias a Japon. Mi duda es , comentais lo de los pases que coges a diario . Donde los comprais? solo se puede en los hoteles?? No valen las tarjetas pasmo o suica si las llevas desde tokyo? Nosotros las llevaremos ya cogidas desde tokyo pero no sabemos. podrias recomendarnos??
Buenos días Mire,
Los pases diarios para el bus den Kioto se pueden comprar en el propio bus, en las estaciones, como la estación central que es donde está la estación del bus central, y en muchos hoteles. No usamos la pasmo porque con la pasmo o la suica, lo único que te ahorras es no llevar dinero encima, pero pagas el billete al 100% por lo que si vas a hacer muchos viajes en un día (3 por ejemplo) ya no te compensa. Nosotros la Pasmo solo la usamos en Tokio y muy poco también. Solo le vemos utilidad en Tokio cuando no está muy claro cuanto valen los billetes de metro, por ejemplo, y es cómoda pasarlo. Aún así, nosotros en Tokio usamos tarjeta de trasportes también.
Saludos y feliz viaje.