Después de 13 días de viaje, trece días por tierras kenitas que nos habían dejado multitud de imágenes espectaculares, llegaba el momento de cruzar al país vecino. Nos íbamos a Tanzania, donde tras cruzar la frontera nos dirigiríamos a nuestro primer parque nacional: El Tarangire National Park.
Después de haber vuelto de viaje, y haber analizado todo lo que fueron estos 18 días, podemos decir que nos hemos arrepentido de haberlo hecho así. Nos arrepentimos de haber hecho esta incursión en Tanzania y os voy a explicar el porqué. Cuando organizamos este viaje pensamos en hacer el mayor número de días de Safari que nuestro bolsillo nos permitiese.
Estando esta zona de Tanzania tan cerca no nos pudimos resistir a visitar, aunque fuese, alguno de sus parques y así decidimos visitar Tarangire, el Lago Manyara y el Ngorongoro. Hoy no lo hubiese hecho así, más que nada porque creo que Tanzania, y esta zona en concreto se merece otro viaje. ¿porqué? pues uno de los motivos es que por falta de días hemos tenido que dejar el Serengueti sin visitar, y hoy sabemos que volveremos, que queremos conocer el Serngueti y todo lo que en él se esconde.
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Hoy nuestro viaje seria distinto, y estos 3 días que pasamos aquí, más el de traslado de Arusha a Nairobi, los hubiese destinado en conocer Samburu, que me quede con la pena de no poderlo visitar, otro más en Masai Mara al menos y el otro me gustaría haberlo dedicado a pasear por Hells Gate, el único parque donde se puede hacer un safari caminando o en bicicleta.
Pero bueno, no podemos volver hacia atrás así que tendremos que volver a Tanzania, repetiremos Ngorongoro, visitaremos el Serengueti y será un viaje maravilloso.
Y ese día llegó. Un 1 de Septiembre del año 2021, tras pasar el trágico año del Covid-19, pensamos que la mejor forma de buscar un poco de tranquilidad tras este año tan complicado, era regresar a África. Y lo hicimos para hacer LA GRAN RUTA NORTE de Tanzania en 15 días, y visitar los mejores parques nacionales de este país. Donde no podía faltar, una nueva visita a Tarangire.
De Amboseli a Tarangire. El cruce de la frontera.
El cruce de frontera de Kenia a Tanzania fue el más peculiar de los que hayamos hecho hasta la fecha.
Amanecimos en el Parque Nacional Amboseli, donde habíamos pasado un par de noches que no nos permitieron ver, totalmente despejado el Kilimanjaro, el techo de África, pero aún así la experiencia aquí nos había encantado y todavía tenía alguna imagen más que mostrarnos antes de abandonar sus tierras: ver la silueta entre neblina del Kilimanjaro al completo y un león más, que nos vino a despedir, antes de salir por la puerta.
Con buena marcha y sin detenernos más, nos dirigimos a la frontera entre Kenia y Tanzania, al cruce de Namanga. Tocaba hacer todos los tramites, despedirnos de David, abandonar Kenia, sacar el visado para Tanzania y encontrarnos con el que sería nuestro chofer hasta Arusha.
Al llegar a la frontera notamos el primer impacto, las notables diferencias entre los dos países pasaban a verse reflejadas en los edificios gubernamentales de la frontera. Mientras Kenia tenia un edificio nuevo y con comodidades, la parte de Tanzania era una casucha, donde solo se resguardaba el personal de frontera y otra zona para el pago de visados, un edificio con muchos años, y que contrastaba bastante con el de Kenia.
Detenemos el coche en un aparcamiento. Desde ahí nos dirigimos hacia el edifico de Kenia y allí hicimos los tramites de salida del país. Una vez terminado todo, caminando, nos fuimos hacia la parte de Tanzania, mientras nuestro guía David, y el chofer que nos llevaría a Arusha, ya habían entablado conversación y cambiado nuestros equipajes de coche.
En la zona de Tanzania un oficial nos revisó la documentación, comprobando que teníamos la vacuna de la fiebre amarilla puesta. Al llegar al mostrador, nos retiraron los pasaportes, cubrieron unos datos en un papel a mano y nos enviaron con esa hoja, a otro mostrador donde debíamos pagar el importe del visado (50 dólares americanos cada uno). Con nuestro cuño en el papel de haber pagado, volvemos al mostrador inicial, y recuperamos nuestro pasaporte con el visado correspondiente. Aunque estábamos en el mismo sitio por el que habíamos llegado, se consideraba que en ese momento ya estábamos en terreno Tanzano. Volvemos al coche donde David se despide de nosotros (mientras nosotros ya estamos en Tanzania y el sigue en Kenia, todavía nos podemos dar un abrazo… físicamente no había diferencia). Asi nos subimos a la furgoneta y pusimos rumbo a Arusha.
La llegada a Arusha.
No habían pasado ni 20 minutos tras cruzar la frontera cuando la furgoneta empieza a aminorar el paso. Me fijo. Llevamos delante un camión y no consigo ver mucho. Nos detenemos y me doy cuenta de cual es el motivo del parón: en ese momento esta cruzando una jirafa. Este viaje nos esta dando tantos momentos que es difícil quedarse con uno solo, pero éste fue uno de esos momentos que recordaremos siempre y es una de esas anécdotas que siempre contamos del viaje, porque lo animales en África no solo están en las reservas, porque las reservas no son zoos, los animales se mueven en libertad por allá por donde quieren y este es un claro ejemplo de ello.
Antes de llegar a Arusha ya habíamos notado diferencias entre los dos países. Aquí, en Tanzania, las casas de los Masai son distintas. Si bien en otros muchos aspectos no había mucho cambio, en este el cambio era evidente ya que el paisaje hacia que camiase bastante, todo regado con estos poblados, en mi opinión mas avanzados.
Al llegar a Arusha nos vamos directos al hotel Monte Meru, donde hicimos el cambio de coche, nos encontramos con el que seria nuestro guía en Tanzania, George, y cogimos un pic nic para el camino. Cuando planificamos el viaje nos habían preguntado si preferíamos comer en Arusha o coger algo para el camino y comer sin perder tiempo. Ya sabéis la respuesta. Cuanto antes llegásemos a Tarangire, antes empezarimos el Safari y antes volveríamos a vivir lo que veníamos buscando.
En el coche, George, que hablaba perfectamente español aunque según él había perdido mucho, ya que con la crisis en España y desde entonces, el número de turistas españoles que llegaban a Tanzania había disminuido notablemente, nos invitó a ir comiendo para así no perder tiempo y en cuanto llegásemos a Tarangire empezar ya el safari, dejando el check in en el hotel para cuando terminásemos el safari. La verdad es que eso estaba muy bien y aprovechamos mucho mejor el tiempo. Desde luego los guías que teníamos se merecían esa propina que les dejamos.
Tarangire National Park.
Quizá lo que me pasó en Tarangire fuese distinto a lo que vivimos en Amboseli el día anterior, a donde sí llegamos sabiendo que centraríamos nuestra visita en ver elefantes. Sobre Tarangire y sobre el resto de los parques de Tanzania no llevaba ninguna expectativa. No había buscado casi información y no sabía que me podía esperar. En Tarangire vivimos momentos mágicos con los elefantes y es que en este parque estuvimos rodeados por ellos en todo momento. Aquí si vimos que el parque estaba totalmente dominado por elefantes, allá donde mirabas no encontrabas uno, ni dos… encontrabas manadas enteras. La diferencia fundamental comparándolo con los parques que habíamos visto hasta entonces, era que aquí, además de por elefantes, el parque brillaba por los baobabs.
En Tarangire nos encontramos un parque con mucha vegetación. Ayuda el ir en época de lluvias cortas, pero es cierto que lo vimos todo mucho más verde que cualquiera de los parques de Kenia. Toda esa vegetación verde, junto con arboledas de baobabs que hasta ahora solo habíamos visto en la costa de Kenia, hacían que el paisaje fuese muy singular. En Tarangire volvimos a ver cebras, jirafas, leones (aunque en esta ocasión, al haber tanta vegetación costase más, y el que estuviesen al otro lado del río no facilitó el safari fotográfico), búfalos, muchos pájaros, pero sobre todo muchos elefantes y alguna tortuga.
El momento más feliz de nuestro paso por Tarangire fue haber presenciado el baño de un bebe elefante en una charca de barro. Fueron momentos inolvidables, donde no solo el bebé se bañaba, si no que parte de la manada vigilaba el baño y en ocasiones le ayudaban a girar sobre sí mismo para poder embadurnarse bien.
Otra de las cosas que no contábamos ver en un parque nacional en Tanzania eran las tortugas. El ir sin casi información hace que no tengas unas grandes expectativas, y cuando George paró su coche y señaló en un punto al lado del camino por el que íbamos, me sorprendí muchísimo: ¡Era una tortuga! No fue la única que vimos, incluso tuvimos que parar el coche y George tuvo que salir a quitar una del medio del camino para evitar aplastarla. También vimos alguna aplastada, posiblemente por una manada de búfalos que acaban de pasar por allí: ¡Así es la vida en la sabana!.
Y con estas imágenes nos despedíamos del safari de tarde, viendo, según el coche avanzaba hasta nuestro alojamiento de hoy, como caía la tarde sobre Tarangire National Park.
Cuando llegamos a nuestro alojamiento, el Tarangire Sopa Lodge, la puesta de sol estaba en su máximo esplendor. Un sol rojo, intenso, grande, se dejaba ver tras la cristalera del restaurante. No llegué con tiempo suficiente para preparar la cámara y sacar una foto, pero no me hizo falta, el momento fue muy mágico y simplemente lo disfrutamos.
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Tras una buena ducha reparadora, que ya a estas horas del día hacía mucha falta y sobre todo después del día intenso que habíamos tenido, nos vamos a cenar. Éstas, las cenas, son otro gran momento del día ya que permiten hacer un paréntesis en la intensidad del día, dialogar sobre lo vivido, relajarnos con una buena cena y además, a estas alturas del viaje, también con un buen cóctel.
Si quieres leer el diario completo: 19 días en Kenia y Tanzania.
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