¿Qué mejor cosa que hacer tras haber dormido unas 9 horas seguidas que salir a descubrir Bangkok? ¿Qué mejor forma de conocer una ciudad que empezando por su cultura? Hoy, nos adentraríamos en el Bangkok más cultural, hoy veríamos con nuestros propios ojos los mejores templos de la capital tailandesa.
Nos levantamos a las 7:00 de la mañana y nos planteamos madrugar para llegar lo antes posible al Grand Palace, intentando así evitar las grandes aglomeraciones de las horas punta en la que llega el tropel de excursiones.
Desayunamos a las 7:30 de la mañana en el mismo Café del día anterior, mientras nos empezaba a llamar la atención cada cosa mínima que veíamos, como los periódicos.
Como solo nos separaba una parada del BTS del embarcadero decidimos ir caminando, porque al ser tan temprano todavía el sol no caía a plomo, aunque el bochorno lo hacía igual. Dimos un paseo y al llegar al embarcadero del Chao Phraya Express Boat, nos encontramos con el primer problema. Nos encontrábamos en uno de los embarcaderos más concurridos así que saber cual era el barco que teníamos que coger resultó ser más complicado de lo que pensamos. Allí había colas para todo, rutas turísticas, rutas contratadas, otras que nos sabíamos exactamente que eran… al final, tras preguntar unas cuantas veces y no llegar a ninguna conclusión, distinguimos que una de las colas que ponía «sin ticket» o algo así era la que debíamos coger. Nos pusimos a la cola, que no había porque hacía muy poco que había salido un barco con bandera naranja (por eso supimos que debía ser ahí), y al cabo de un rato pasó una chica a vender los billetes.
Recordad que solo debéis coger el barco de bandera naranja o amarilla, el resto o son turísticos o no os sirven.
En la mayoría de foros y blogs recomiendan que nunca se debe comprar los billetes fuera del barco, ya que estos se pagan en el interior del mismo y el pagarlo fuera puede llevar consigo una estafa. En este tipo de viajes, donde se mezcla mucho el turismo y el local suelen darse muchos casos de estafas de este tipo, con ventas de billetes más caras de lo normal (no quiere decir que después no puedas viajar, pero el precio será desorbitado con respecto al real). Como habíamos leído esto nos negamos a pagar. Recibimos una serie de improperios por parte de la señora que los vendía pero pusimos cara de muy dignos y no entender nada y allí seguimos, en la cola, mientras esta iba creciendo y creciendo y todo el mundo pagaba sus billetes. Tras fijarnos comprobamos que el precio era el mismo que yo tenía anotado, así que decidimos pagarlo y no hubo ningún problema.
Precio hasta la parada del Palacio Real / Tha Chang: 14 bahts (unos 30 céntimos de euro).
Una vez dentro comprobamos como la chica que vende los tikets va pasando por el barca agitando una lata dentro de la que van, tanto las monedas como los tikets en venta:
Bueno, pues con los tickets comprados, y ya sentados en el barco de bandera naranja disfrutamos del paseo por el río Chao Phraya, con ese color amarronado tan característico (cualquiera mete un brazo dentro). Las vistas desde aquí son muy buenas y ves los altos contrastes que tiene esta ciudad: edificios modernos y dignos de la mayor y más cosmopolita urbe, edificios antiguos, palacios y templos, casas construidas sobre el mismo río y soportadas por pilotes de madera… en fin, un ambiente muy dispar.
Tras un paseo de más de media hora por fin desembarcamos en Ta Chang y nos dirigimos al Palacio Real. Para ello solo tienes que ir bordeando el muro blanco hacia la izquierda y así llegarás a las taquillas.
Otra recomendación: tanto al estar esperando el barco para llegar hasta aquí, como cuando te bajes del mismo en la parada, evita toda aquella persona que amablemente se te acerque y te diga que el Palacio está cerrado por un motivo u otro. Esto siempre lleva detrás alguna que otra artimaña para engañarte y llevarte a otro sitio. Es muy raro que el Palacio Real cierre sus puertas, pero antes de nada asegúrate por ti mismo que las puertas están cerradas.
Para acceder al Palacio debes de ir con indumentaria apropiada: pantalón largo y los brazos cubiertos. Esto es en teoría porque menos gente con tirante hemos visto de todo. De hecho, tanto Tino como Rubén, al ver lo que pasaba dentro decidieron quitarse la camiseta de manga larga e ir con la de manga corta. Todo el mundo iba igual. En cuanto a las piernas cubiertas: hemos visto chicas con falda corta y esto no creo que sea muy habitual, lo digo porque a mi para entrar en otros templos (no en este que iba con pantalón largo) si me hicieron poner el pareo, pero vamos que con pantalón pirata puedes entrar perfectamente.
Tenéis opción de alquilar allí ropa así que si no vais adecuadamente vestidos, no os preocupéis que sin entrar no vais a quedar (con lo que vale la entrada no os la negarán nunca).
Ir así de ataviados, con esta calor insufrible, es mortal. Os digo que se aguanta muy mal. Las piernas empiezan a chorrear, el cuerpo no aguanta los pantalones, la camiseta por muy fina que sea parece que se convierte en un mantón sobre los hombros. La visita, no se hace cómoda.
Precio de la entrada: Para nuestra sorpresa había subido, de 300 a 500 bahts (una pasada, la verdad, porque sinceramente a mi ya me parecía que los 300 bahts estaban sobrados, pero 500!!!). Pues nada, 500 bahts por 4 personas: 2000 bahts que dejamos en la taquilla.
Al entrar en el Palacio nos quedamos con la boca abierta. Por muchas fotos que veas, por muchos detalles que te muestren o por mucha descripción que te hagan jamás podrás llegar a imaginar ni a acercarte lo más mínimo a lo que es el Gran Palacio de Bangkok. Si te acercas a los edificios o a las esculturas verás que están hechos con piezas tan pequeñas que no puedes imaginar como han hecho para que colocadas así, una a una y cada una de un color puedan llegar a formar tal belleza. Nos pareció increíble y así lo fuimos comentando durante todo nuestro largo paseo por el palacio.
Si os fijáis en la fotos siguiente, el chedi dorado, está formado por cristalitos muy pequeños. Espectacular, sin más.
Cada sitio por el que pasábamos, cada rincón que descubríamos, cada mirada que dirigíamos a algún lado nos hacía quedar, cada vez, más asombrados. La cámara no paraba de sacar instantáneas, de buscar enfoque, de tirar fotos… cada cosa era más bonita que la anterior.
Y cometimos un grave error: entramos al recinto sin agua. Y dentro no hay donde comprarla, así que recorriamos el palacio medio deshidratados. Nos sentamos bajo un poco de sombra y allí intentamos reponernos un poco. Había un surtidor de agua, pero claro, ¿qué tipo de agua sería? ¿sería agua apta para beber? Bueno, pues llega un momento, cuando estás en estas condiciones que aunque todas estas preguntas te las haces, el resultado es el mismo: «me da igual». Y bebimos, no mucho, es cierto, pero lo suficiente para calmar la sed y no desmayarnos allí mismo. Y nada nos pasó.
Continuamos por el palacio hasta el recinto destinado al Buda Esmeralda (Phra Kaew Morakot). Dentro del recinto no se pueden sacar fotos y por alguna extraña razón la persona de seguridad creyó que Rubén estaba grabando con la GoPro. Allí estuvieron un largo rato revisando todo lo que tenía dentro grabado hasta que se dieron cuenta que no había grabación posible. Así que tened cuidado con las cámaras porque os pueden hacer perder un bonito tiempo y llevaros un susto importante.
La historia del buda Esmeralda es cuanto más entretenida de leer. Se dice que fue creado en la India en el 43 a.C. Durante la guerra civil, 300 años después, fue trasladado a Sri Lanka. Posteriormente el rey de Birmania solicitó la presencia del buda esmeralda en su país para así apoyar y potenciar el budismo. En el viaje en barco de vuelta, este se perdió y acabó desembarcando en Camboya, donde permaneció hasta que los tailandeses ocuparon el Templo de Ankor, momento en el que el buda fue trasladado a Ayutthaya. Tras una serie de peregrinaciones del mismo por este pais y su vecino Laos, el buda acabó en este templo en el año 1784.
Hay muchas y entretenidas historias sobre el Buda Esmeralda que os invito a que leáis.
El Buda esmeralda está hecho de jade, y vestido con oro. Inicialmente el buda no tenía estas vestimentas, pero hoy en día tiene tres. El traje se lo cambia el rey con cada cambio de estación (invierno, verano y época de lluvias; marzo, julio y noviembre aproximadamente) en una ceremonia muy especial para los tailandeses.
Con esta visita dimos por concluido el paseo por el Palacio Real y al salir vimos un bar que nos dio la vida. Continuamos el paseo hasta el templo del Buda Reclinado (Wat Pho), cuyo precio es de 100 bahts. (eso sí con la entrada te regalan una botella de agua, gran detalle después de ver lo que habíamos pasado en el Gran Palacio).
Nos sorprendió comprobar que no había mucha gente y que podíamos sacar fotos a nuestro antojo. El buda reclinado está metido en un templo y parece haber sido metido con calzador. Sus dimensiones impresionan (43 metros de largo y 15 de alto). Se trata del buda reclinado más grande de todo Tailandia. El templo donde se encuentra este buda es el más antiguo de la capital y data de mucho antes de que Bangkok fuera establecida como capital del reino.
Aunque parezca de oro no lo es. Está recubierto de pan de oro y tanto los pies como los ojos están hechos de madreperla.
Llaman la atención la base de sus pies, donde si os fijáis, encontrareis grabados las 108 formas distintas en las que puede representarse a buda. A ver si tenéis paciencia y las contáis todas.
Cuando esteis inmersos en la contemplación del gran buda os llamará la atención un sonido que interrumpe el silencio. Se trata del sonido de las monedas al caer en los cuencos que hay justo detrás buda. Vereis una serie bastante larga de cuencos de madera en la que los fieles van pasando y depositando monedas en cada uno de ellos.
Aquí se encuentra uno de los más famosos centros de masaje a donde acude gente de todo el mundo para aprender la técnica. Si os queréis dar un masaje este puede ser un buen momento ya que los precios son más económicos que en otros centros de igual categoría ya que te los dan los aprendices.
Justo enfrente del Wat Pho se encuentra el Wat Arun, pero al otro lado del río, con lo que para llegar debemos coger un transbordador que cruza el río cada poco tiempo.
El precio: 3 bahts por persona y trayecto.
Aunque está perfectamente indiciado, como nos parecía que por donde ponía la entrada era una especie de casa no entramos y dimos un paseo por los alrededores lo que nos llevó a ver como viven los habitantes de Bangkok en esta zona. Vimos mucha pobreza y unas condiciones muy poco higiénicas. Pero aún así no sentimos inseguridad en ningún momento. No sería la primera vez que pasaríamos por sitios así que nos llamarían mucho la atención por el enorme contraste que suponen con el resto de la ciudad.
Entramos en el recinto tras pagar los 50 bahts de la entrada y tras contemplar el impresionante templo, nos armamos de valor y empezamos a subir las escaleras bajo el sol abrasador. Paula se tuvo que dar la vuelta porque su vértigo le impedía seguir subiendo y nos esperó sentada en la parte de abajo del recinto y sin una mínima sombra.
El Wat Arun es uno de los principales templos de Bangkok. Su nombre significa templo del Amaneder y su torre es la más alta de los templos de Bangkok. Fijaros que toda la torre está decorada con porcelana china. El templo me pareció el más bonito de todos.
Y como recompensa a la dura subida… las vistas que se obtienen del río, de Bangkok, de los templos…
Nos quedaba aún un tramo más de ascenso:
Cuando llegamos a abajo nos reencotramos con Paula que estaba a punto de abandonarnos para ir a tomar un helado porque decía que se moría de calor y se estaba achicharrando. Empezamos a caminar hacia los puestos con intención de tomar algo y por el camino Tino nos empieza a decir que no se encuentra bien, que necesita agua y que se va a desmayar. Apuramos un poco el paso y llegamos a donde estaban los puestos con bebida. Menos mal que no solo estaban a la sombra sino que tenían algún banco para sentarse delante. Se tuvo que tumbar, le pusimos las piernas en alto, le compramos Gatorade y patatas fritas para reponer fuerzas. La parte simpática fue cuando en medio de todo el momento «desmayo» oímos a Paula decir «túmbate y levanta las piernas» y cuando la miramos estaba, tan tranquila comiendo sus patatas fritas. Vamos, que le había dado una importancia al tema… jeje. La verdad es que sirvió para que nos tomáramos el momento con muchas risas y nos sirvió para bromear todo el día con el tema.
Estuvimos un rato esperando a que se recuperara y cuando él dijo que podía seguir, seguimos con nuestra ruta.
Lo que si decidimos fue no ver más templos e ir directos a Khao San para comer. Si queréis aprovechar el día para ver más templos yo os recomiendo:
– Wat Benjamabophit, es una obra de arte y merece mucho la pena su visita. La entrada cuesta 20 bahts. Este templo tiene una imagen de uno de los budas más venerados de todo el pais, una réplica del que hay en Phitsanuloke.
– Wat Idrawiarn, se encuentra en la zona cercana a Khao San y no se cobra entrada. Tiene un buda de grandes diensiones en color dorado (32 metros de altura).
Y si os sobra tiempo siempre podeis ir a Wat Makhut, Wat Bowornivet, Wat Mahatat, Wat San Phraya o al Wat Suthat, que alberga más de 400 estatuas de buda. Se encuentra frente al columpio gigante de color rojo.
El trayecto hacia Khao San no se nos hizo cómodo ni agradable. El sol calentaba mucho y si los demás lo llevábamos regular, Tino no podía seguir, las piernas le flaqueaban y solo decía que le había entrado una «pájara» como a la de los ciclistas. En mitad del camino paramos para comprar agua, pero esta vez para echársela por encima, lo que le alivió bastante así como ir echando alcohol del de lavar las manos por la nuca, la frente… Así, en estas condiciones llegamos a Khao San y solo con ver el cartel de McDonalds parece que su cara mejoró. No lo pensamos más y entramos y el aire acondicionado hizo que solo con eso la recuperación fuera casi inmediata.
La comida no fue barata precisamente. casi 700 bahts los 3 menús de pollo y uno de carne. Eso si, salio todo más caro por no tomarlo con Cocacola, al pedir otras bebidas el precio sube.
Bueno, pues después de este pequeño susto y después de haber recuperado un integrante del grupo que lo dábamos ya por perdido empezó nuestro largo paseo por Khao San. Esta abarrotada calle es conocida como «la calle de los mochileros» por la multitud de hoteles / hostales a bajo coste que tiene. Nosotros lo descartamos por varios motivos, uno de ellos por estar mal comunicado con el resto de las zonas. Aunque de haber escogido esta zona posiblemente nos hubiéramos quedado en Rambuttri Village, situado en la calle paralela a esta y menos ruidosa.
Llegar a Khao San es como llegar a Times Square en Nueva York, pero a estilo tailandés. Una aglomeración de carteles, tiendas, bares, tenderetes, … una explosión de colorido a su más puro estilo.
Recorrimos la calle dos veces y empezamos con las compras y el regateo. Cuando llegamos de nuevo al inicio de la calle entramos en un local a tomar unas cervezas y unos zumos y así fue como descubrimos que donde esté la Chang que se quite la Shinga. A partir de este momento la Chang se convirtió en nuestra bebida favorita (bueno, siendo sinceros, la mía y la de Tino, los demás se iban a por los zumos y demás…).
Una vez que ya parecía que todo signo de desvanecimiento había desaparecido, planteamos nuestra siguiente visita: El Golden Mountain, un templo situado en la cima de una colina. Hacia allí nos dirigimos. Otra caminata nos llevó hasta los pies del Wat Saket, como realmente se le conoce. Desde la cima tenemos unas esplendidas vistas de la ciudad.
Nuestro siguiente paso, ya que nos encontrábamos en una zona de la ciudad sin comunicación por BTS o metro con nuestro hotel fue coger otro de los medios de transporte más habituales en la ciudad. Uno de los botes que los locales cogen a modo de autobús por los cientos de canales que cruzan Bangkok. Así que bajamos al embarcadero y nos dirigimos a la parada del MBK o de la Casa de Jim Thomson, de cualquiera de las maneras os entenderán.
Precio del trayecto: 10 baths.
La pena es que el barco navega a bastante velocidad y se complica el sacar fotos, pero el trayecto merece la pena.
Aquí es donde nos encontramos con otro gran momento de contrastes porque nada más salir del embarcadero y con imágenes como la anterior, nos dimos de frente con el gran lujo de los centros comerciales de Siam, Siam Centrer, Siam Paragon…
Desde aquí vimos la puesta de sol y después del baño en la piscina del hotel nos pusimos monos y salimos a buscar un taxi que nos llevara al restaurante The Deck, situado justo enfrente del Wat Arun. Ahora veríamos el templo iluminado lo que nos hacía una enorme ilusión.
Teníamos reserva para las 8 y a las 7:30 estábamos en la calle buscando un taxi. La tarea no fue fácil ya que ningún taxi nos quería poner el taxímetro, ningún tuk tuk nos quería llevar… pero a las 8 menos diez, cuando ya casi nos dábamos por vencidos y estuvimos a punto de anular la reserva apareció el taxi que se ofreció a llevarnos y a ponernos el taxímetro. Nos costó la carrera 70 bahts, y 10 que le dimos de propina porque el buen hombre se esmeró para que no llegáramos tarde. (De mano los taxistas nos pedían por llevarnos 200 bahts, y la cosa se quedaba en 150 regateando, pero no aceptamos en ningún casi y así nos salió la cosa).
Las vistas desde el restaurante nos decepcionaron un poco y no por las vistas del Wat Arun, que estaba precioso, sino porque la visión no es clara y hay un edificio en un lateral que ensucia bastante la imagen. No obstante, con zoom, esto es lo que se veía:
La cena no nos gustó en absoluto y nos pareció que el precio que se paga por comer aquí, solo por las vistas es excesivo dada la calidad de los platos. Ninguno de los platos nos gustó y por si fuera poco el precio, aunque barato para España, excesivo para Tailandia: 60 euros / 4 personas.
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Pero como este día tan largo y tan bonito no podía acabar de esta manera, cogimos otro taxi y le dijimos: «Al Sirocco». Y en menos de 20 minutos entrabamos por la puerta de este elegante hotel y al cabo de un rato nos encontrábamos saliendo por la puerta del bar donde una amble señorita nos indicaba donde estaban los escalones para no tropezar. Accedimos a una sala y preguntamos si no podíamos salir a la zona donde está la barra de color, al exterior y nos dijeron que había mucha gente, pero que si pedíamos allí nos pasarían al otro lado. Vamos, nos vino a decir que si no consumíamos no podíamos pasar a la otra zona, pero que si íbamos a tomar algo entonces sí. Como nuestra intención era tomar unos gintonics pedimos (precio: entre 590-800 bahts, la copa) y mientras esperábamos nos comimos nuestra fuente con pistachos.
No tardaron nada desde que nos trajeron la copas en pedirnos que les acompañáramos. Y así, llegamos a las famosas escaleras desde donde se grabaron las imágenes de «Resacón en Tailandia».
Hacía mucho viento pero aún así se estaba de maravilla.
Me quedé de piedra cuando, creemos que por efecto de la diferencia de temperatura entre el hielo y nuestra mano, el fondo de mi vaso se desplomó al suelo. En un minuto tenía a dos personas al lado recogiendo y limpiando y en otro minuto tenía en mis manos otra copa, mientras me preguntaba como podían haber sabido que estaba tomando si ni siquiera preguntaron. Esto es lo que pasa en sitios de esta categoría.
A las 12 de la noche llegamos al hotel y así dimos por concluido este ajetreado día.
Gastos del día:
Barco Chao Phraya Express: 0.34 € Entrada al Grand Palace: 11.36 € Entrada al Wat Pho: 2.27 € Entrada al Wat Arun: 1.13€ Entrada al Wat Saket: 0.45 € Comida en el McDonalds: 4 € Trasporte en bote por el canal: 0.23 € BTS de vuelta al hotel: 0.95 € Taxi de ida al The Deck: 0.45 € The Deck: 15 € Taxi de vuelta al Sirocco: 0.45 € Copas en el Sirocco: 14 € Aguas, refrescos y demás: Unos 2 euros. Total: Unos 52€
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Qué buenísimos recuerdos nos trae leer estas entradas, parece que estamos volviendo a los mismos lugares en los que estuvimos hace ya unos años! Eso sí, no recordamos que hubiese ni McDonald´s, ni KFC, Subway…en Khao San! En aquellos años había mucho comercio, restaurante, terracitas, pero todas de comida local. Si ha cambiado tanto en esa zona, ahora entendemos como será cuando nos cuentes la experiencia en Krabi! Seguimos atentos a las entradas 😉
Que agobio me ha entrado leyéndote con el calor que debisteis pasar! Con lo mal que lo llevo yo no creo que hubiese podido disfrutarlo en esas condiciones. Eso si, los palacios se ven preciosos.
Imagino que con el calor que describes hacer dos pasos se convierten en 5 y si hay escaleras no me quiero ni imaginar el esfuerzo que supone, aunque los templos son chulísimos. Veo que supisteis compensar muy bien el día terminando con una copa en el sirocco… jejeje.
Jolin, Vero, si supieras el calor que hacía, era brutal, pero bueno, con el paso de los días el calor lo hace igual, o peor, pero te vas acostumbrando. Aunque las sudadas son brutales.
Madre mía qué día más completo!!! Hicistéis en un día lo que nosotros hicimos en dos!!! :O Y lo del calor sofocante es tremendo!! Pero con el paso de los días uno se va haciendo a ello!
La verdad es que cuando estabamos allí no lo vimos tan denso pero ahora, puesta a escribir, me he dicho ¿pero cuanto hicimos este día? Es eterno, jeje,
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10 Comentarios
Qué buenísimos recuerdos nos trae leer estas entradas, parece que estamos volviendo a los mismos lugares en los que estuvimos hace ya unos años!
Eso sí, no recordamos que hubiese ni McDonald´s, ni KFC, Subway…en Khao San! En aquellos años había mucho comercio, restaurante, terracitas, pero todas de comida local.
Si ha cambiado tanto en esa zona, ahora entendemos como será cuando nos cuentes la experiencia en Krabi!
Seguimos atentos a las entradas 😉
Pues en los mismos términos que esto ha cambiado, lo de las playas igual, ya verás cuando llegue.. mortal.
Un besito y gracias por leernos.
Que agobio me ha entrado leyéndote con el calor que debisteis pasar! Con lo mal que lo llevo yo no creo que hubiese podido disfrutarlo en esas condiciones. Eso si, los palacios se ven preciosos.
jaja, Laura, me entra a mi el agobio solo con escribirlo, imagina allí.
Un besito.
Imagino que con el calor que describes hacer dos pasos se convierten en 5 y si hay escaleras no me quiero ni imaginar el esfuerzo que supone, aunque los templos son chulísimos. Veo que supisteis compensar muy bien el día terminando con una copa en el sirocco… jejeje.
Un abrazo!
La verdad es que calor… mucho, pero la recompensa del día hace que todo se olvide, jeje.
Un abrazo.
Madre mía! A mi con ese calor me da un chungo de los guapos!
Pero las visitas pintan muy interesantes ^_^
Jolin, Vero, si supieras el calor que hacía, era brutal, pero bueno, con el paso de los días el calor lo hace igual, o peor, pero te vas acostumbrando. Aunque las sudadas son brutales.
Un besito.
Madre mía qué día más completo!!! Hicistéis en un día lo que nosotros hicimos en dos!!! :O Y lo del calor sofocante es tremendo!! Pero con el paso de los días uno se va haciendo a ello!
La verdad es que cuando estabamos allí no lo vimos tan denso pero ahora, puesta a escribir, me he dicho ¿pero cuanto hicimos este día? Es eterno, jeje,
Un besito.