Era nuestro segundo día completo en Filipinas. Queríamos ver impresionantes playas, de arena blanca, de un mar lleno de miles de tonos de azul, empezábamos a disfrutar del paraiso mismo y la tranquilidad que nos dejaban estas playas de ensueño. Hoy visitaríamos una «isla virgen», una de tantas de las que pisamos en Filipinas, pero única en sí misma. Hoy disfrutaríamos de un paraiso en Virgin Island, Bantayan Island (Cebú, Filipinas).
Virgin Island se encuentra situada a unos 30 minutos en barca de la costa de Bantayan, más concretamente de Santa Fé. Desde nuestro hotel, situado en Sugar Beach no tardamos ni esos 30 minutos en llegar, eso sí, la vuelta, con el «little tifon» fue otra cosa, una aventura más que contar.
A las 8 en punto nos encontramos con nuestro barquero en la playa, justo delante de su casa. Estaba ultimando los detalles para hacer el trayecto, trayecto que disfrutamos mirando a todos lados y nos maravillamos con el color del agua, con tantos tonos de azul que es imposible de describir. Desembarcamos en la isla unos 20 minutos después de salir y un chico nos vino a recoger. Teníamos que pagar las tasas de acceso a la isla. Otra de las cosas que nos sorprendió en Filipinas (al igual que en otros países como Perú) es que hay tasas para todo, algunas más baratas que otras, pero nos vinimos con tantas que podríamos empapelar una pared con ellas.
Tasas de acceso: 250 pesos por persona (2.19 euros). El precio es válido si desembarcan 2 personas, por cada persona de más solo son 100 pesos más por cada uno.
Virgin Island, Bantayan
Desembarcar en Virgin Island fue como llegar a un pequeño atolón en el medio del mar después de un naufragio, salvo por la presencia del cobrador de tasas, claro está.
Nos encontramos con una isla pequeña, con la arena muy blanca y un mar repleto de luz y de colores. Me quedé impresionada con la cantidad de tonos de azul que había en el mar y que no supe captar con mi cámara, por más que lo intenté.
Buscamos un sitio tranquilo, un poco más, en medio de aquella pequeña isla donde poder encontrarnos a solas con la magia de este lugar. Nos sentamos a un extremo de la playa. Nosotros solos, con unos barcos solitarios a un lado, unas rocas al otro y soledad, y sol, y paz fue lo que tuvimos en Silion Island (más conocida por Virgin Island).
Permanecimos horas reencontrándonos con el silencio, con ese silencio que tanta falta nos hace, pensando en nuestras cosas, en nuestros días, pensando en uno mismo y pensando en lo que teníamos en frente. Un autentico paraiso donde me hubiese quedado por días, así, incluso sin tener nada que hacer. Estamos tan acostumbrados a hacer mil cosas en un día, incluso durante nuestros viajes, yendo de un sitio para otro constantemente, visitando todo lo que la luz del día nos permita, que siempre hecho de menos el poder parar. Si hay algo que me gustaría hacer cuando viajo, es viajar despacio. Siempre que me pregunta que haría si tuviese todo el tiempo del mundo para viajar, mi respuestas es siempre la misma: «viajar despacio». Echo mucho de menos el poder pararme, el poder pensar en lo que estas mirando, en lo que estas viendo, pensar en lo que te trasmite ese lugar, y eso, muchas veces y en la mayoría de los viajes nos es casi imposible.
En este viaje, en estos sitios, eso es posible. Pararte a pensar, o a no pensar, que también es válido y sentirte a gusto con ese sitio, sin tener nada que hacer más que mirar y percibir, sentirte a gusto contigo mismo y con todo lo que te rodea. Eso, justo eso, lo había conseguido.
No se si es porque este fue el primer destino de nuestro viaje a Filipinas, pero me he dejado un trozo de corazón en Bantayán. Un lugar al que recomiendo a todo el mundo y que quizá, solo quizá, lo que yo vi en esta zona, solo lo haya visto yo, pero a mi me pareció el mejor lugar del mundo, donde conseguí desconectar de mi vida y conectarme a su tranquilidad.
Hacia el medio día el tiempo se empezó a poner turbio, el cielo empezó a oscurecer y se cubrió de nubes negras que al rato dejaron caer una gran tormenta de agua. Nos refugiamos bajo un tendejón de paja y allí estuvimos, esperando a que escampara, pero eso no llegó.
Al rato vemos que nuestro barquero parece estar buscándonos. Creemos que se ha empezado a preocupar y vamos a su encuentro. Nos dice que es posible que mejore el tiempo pero que tenemos para rato. Volvemos a nuestra posición bajo la paja y cuando notamos que ha dejado de llover intensamente, salimos con intención de buscar al barquero y regresar de nuevo a Santa Fé.
Fue subirnos en la lancha, dejar la costa, y empezar a llover con más intensidad. Empieza a llover y la barca se para. Al pararse notamos mucho más el oleaje que se está levantando. Miramos hacia el barquero. Mi cara debía de ser de pánico. Dice que no pasa nada, que hay que achicar agua. Y achica con una taza de café. Empiezo a preocuparme. Miro a mi alrededor. En estos momentos es cuando notas de falta cosas que en otras ocasiones estarían en su sitio. No hay chalecos salvavidas en la barca. No se ve la costa y no porque no esté cerca, si no porque el agua cae tan fuerte que es imposible ver nada. No sabemos donde estamos. En este momento nos notamos en medio del océano, bajo un gran oleaje y la barca que no arranca. Tras varios intentos consiguió ponerla en marca. Respiramos aliviados pero aún nos quedaba un largo camino por recorrer.
Si el viaje de ida había sido un camino de rosas, más parecido a un «crucero de lujo», nuestro viaje de vuelta se parecía más a «Titanic». Empezaba a pensar que aquello no iba a terminar bien. La barca se movía muchísimo, seguía lloviendo y la barca vuelve a pararse. Volvemos a ver como achica agua. Pienso en el olor que nuestro barquero desprende a alcohol. Se ríe. No me rió. Se vuelve a reír y nos tranquiliza: «Nos pasa nada. Es un pequeño tifón». Pequeño tifón dice. Que tranquilidad.
Este es el vídeo que grabamos en aquel momento de pánico.
El caso es que no sabemos cuanto tiempo después llegamos a la costa. Pagamos nuestra deuda con el barquero y nos fuimos a duchar. Necesitábamos relajarnos. Semejante aventura nos había dejado los nervios a flor de piel.
Tras la ducha me asomo a la ventana. Toda nube negra había desaparecido y el sol volvía a lucir. Salimos a la calle con el objetivo de pasear por el pueblo, disfrutar de las horas de luz que aún nos quedaban y despedirnos de Santa Fé. Esta era nuestra última noche en la isla.
Nos sentamos en un bar a tomar una cerveza y una cocacola y probé por primera vez el Halo Halo, que tenía mejor pinta que el gusto que le encontré. La verdad es que no se si es que lo probé en un sitio en el que no se lucieron haciéndolo pero no me gustó nada. El Halo Halo es un postre filipino que lleva un poco de todo: hielo picado, gelatinas de sabores, fruta (en mi caso mango que fue lo que más me gustó), leche evaporada, judías, garbanzos, ube halaya, helado y hasta cereales… un conglomerado de cosas que a mi no me gustaron nada.
Precio de la merienda: 160 pesos (3.5 euros)
Salimos de nuevo a la calle, a pasear, nos acercamos a un mercado local. Me encanta ir a estos sitios, ver que compra y que come la gente, ver como se desenvuelven y es el mejor sitio para conocer gente y entablar conversación. Los mercados locales son el mejor sitio para conocer a la gente.
El paseo nos llevó de nuevo a entablar conversación con los niños. Lo mejor de lo que hemos visto en Filipinas está en la cara y en la sonrisa de los niños, siempre dispuestos a hablar contigo, a bañarse contigo, a contar contigo, porque si hay algo que tenemos en común es parte del idioma y les encanta contar, ya que les parece muy raro que sepamos sus mismos números y algo que repiten constantemente en cuanto saben que somos españoles.
Acabamos la tarde en la playa de nuevo, viendo la puesta de sol que al estar nublado no fue nada del otro mundo. No llegamos a saber como sería una buena puesta de sol en Bantayan, pero realmente nos da igual, porque el lugar es una maravilla con puesta de sol o sin ella. Volveremos, seguro.
Cenamos en un puesto local de pollo a la barbacoa. Estaba todo buenísimo, el pollo, el arroz con ajo, los calamares que no podían faltar en nuestra dieta, todo y esta vez fue más barato. Pagamos por la cena, con las bebidas (mi cerveza y la cocacola), 415 pesos, unos 9 euros.
Nos fuimos pronto a descansar ya que al día siguiente tocaba un largo trayecto hasta Moalboal.
Gastos del día;
Alquiler de la barca hasta Virgin Island: 350 pesos (7.65 euros)
Si quieres que te ayudemos a organizar un viaje igual a este o parecido, por libre o con agencia receptiva, o que simplemente te coticemos los hoteles que hayas elegido, no dudes en ponerte en contacto con nosotros, haremos de tu sueño una realidad.
Callejeando por el Mundo es un blog de viajes propiedad de Viajes Callejeando por el Mundo, agencia con licencia AV-240-AS.
Que guay chicos, que bien nos viene esta info fresquita para cuando vayamos para allá esperamos q dentro de muy poquito! Nosotros estamos ahora en Borneo, asi que a ver si nos cruzamos por estos mundos de Dios! Saludos de Pablo y Elena http://www.laaventuradepabloyelena.blogspot.com
Hola chicos!!! Pues a ver si algún día nos encontramos en el camino, jeje, por el momento nosotros hemos vuelto a casa. Espero que disfrutéis de este país tanto como nosotros.
Me encanta! Y me encanta cómo lo cuentas todo! Este viaje a Filipinas me está dando unas ganas tremendas de ir yo también solo que sé que nuestro viaje sería distinto, puesto que visitaríamos a los familiares de mi novio, por lo que viviríamos bastante la vida cotidiana filipina. Es cierto que a los filis les encanta el cerdo, nunca puede faltar! Qué ganas de leer tu próxima entrada! 🙂
Hola Judith, esa es la mejor parte de los viajes, cada uno lo vive a su manera y seguro que vosotros compartiéndolo con la familia más todavía. Te recomiendo totalmente que hagas el viaje, ya verás como vienes encantada con todo, con la gente, con los paisajes y las playas… con todo.
Pues en el vídeo no se ve tanta tormenta! Que exagerados 😉 Y el Halo Halo este es una mezcla un poco rara? Aunque cuando vayamos, Neus seguro que lo probará ;P Y tenéis razón que cuando viajamos, solemos hacerlo con prisa, para no dejarnos nada del destino… habrá que probar eso de "viajar despacio", es todo un lujo! Saludos
Exagerados, no, no, que la tormenta era impresionante. Es cierto que en el video no se aprecio pero ya sabéis que siendo de Asturias acostumbrados a llover estamos un rato. Pues el Halo Halo… no, no estaba bueno, ahora, probarlo había que probarlo.
¡Menudo susto el pequeño tifón! :s Respecto a "viajar despacio" es cuestión de proponérselo. Nosotros hace unos años "cambiamos el chip" y probablemente vemos muchas menos cosas que los demás, pero hay momentos que jamás olvidaremos. 🙂
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
9 Comentarios
Que guay chicos, que bien nos viene esta info fresquita para cuando vayamos para allá esperamos q dentro de muy poquito! Nosotros estamos ahora en Borneo, asi que a ver si nos cruzamos por estos mundos de Dios! Saludos de Pablo y Elena
http://www.laaventuradepabloyelena.blogspot.com
Hola chicos!!! Pues a ver si algún día nos encontramos en el camino, jeje, por el momento nosotros hemos vuelto a casa. Espero que disfrutéis de este país tanto como nosotros.
Un saludo.
Me encanta! Y me encanta cómo lo cuentas todo! Este viaje a Filipinas me está dando unas ganas tremendas de ir yo también solo que sé que nuestro viaje sería distinto, puesto que visitaríamos a los familiares de mi novio, por lo que viviríamos bastante la vida cotidiana filipina. Es cierto que a los filis les encanta el cerdo, nunca puede faltar! Qué ganas de leer tu próxima entrada! 🙂
Judith
Ameseros Viajeros
http://www.ameserosviajeros.com
Hola Judith, esa es la mejor parte de los viajes, cada uno lo vive a su manera y seguro que vosotros compartiéndolo con la familia más todavía. Te recomiendo totalmente que hagas el viaje, ya verás como vienes encantada con todo, con la gente, con los paisajes y las playas… con todo.
Un saludo.
Menuda mezcla el Halo Halo, judías y garbanzos con helado y cereales!! A mi tampoco me hubiese gustado seguro!
Ya te digo Laura, y eso que yo pensaba que me iba a gustar, pero NO, no le he encontrado el gusto, jeje.
Pues en el vídeo no se ve tanta tormenta! Que exagerados 😉
Y el Halo Halo este es una mezcla un poco rara? Aunque cuando vayamos, Neus seguro que lo probará ;P
Y tenéis razón que cuando viajamos, solemos hacerlo con prisa, para no dejarnos nada del destino… habrá que probar eso de "viajar despacio", es todo un lujo!
Saludos
Exagerados, no, no, que la tormenta era impresionante. Es cierto que en el video no se aprecio pero ya sabéis que siendo de Asturias acostumbrados a llover estamos un rato. Pues el Halo Halo… no, no estaba bueno, ahora, probarlo había que probarlo.
Un saludo.
¡Menudo susto el pequeño tifón! :s
Respecto a "viajar despacio" es cuestión de proponérselo. Nosotros hace unos años "cambiamos el chip" y probablemente vemos muchas menos cosas que los demás, pero hay momentos que jamás olvidaremos. 🙂