La llegada a Riga
Llegamos a Riga a las 22:30 de la noche pasada. Según nos acercábamos a Riga ya empecé a reconocer sitios y a emocionarme con la visita. Según estamos pasando por el restaurante Lido «Recreation Center», que con la iluminación de Navidad destacaba desde la carretera, ya me pareció precioso. En ese mismo momento decidí que teníamos que ir a cenar ahí, pero no le dije nada a Rubén, preferí que fuera una sorpresa.
Al bajarnos del autobús me sentí un poco desubicada, no sabía en que dirección estaba qué y no sabía como orientarme. Esto no suele pasarme y fue un momento de agobio, no me gustan estas situaciones por lo suelo llevar el plano de las ciudades muy bien estudiado. El problema es que google maps no es que sea muy claro con estas ciudades y no estaba bien ubicado ni la parada del autobús ni el resto. Desde la parada del autobús se veía el Mercado central y parte de la ciudad pero no conseguía ubicarme.
Un paseo por Riga hasta nuestro hotel
Así que salimos a la calle y empezamos a andar hacia la izquierda. Lo que me parecía más lógico. Hasta que llegamos a una carretera muy ancha que no se podía cruzar. Teníamos que bajar por unas escaleras y utilizar un paso subterráneo. Y ahí llegó la ubicación, porque si bien en la calle no encontré ni una sola indicación ni nombre de calle en el paso subterráneo había indicaciones así que salimos por aquella que ponía Raina Bulvaris que era justo la calle que estaba buscando.
Bueno, pues nada, una vez en superficie vemos el parque, el Pilsetas. Como acabábamos de llegar a Riga y ya estábamos ubicados dijimos: «vamos a dar un paseo hasta el hotel y así hoy, comprobamos como es el tamaño de Riga».
Nuestro hotel estaba situado en la zona Art Nouveau, justo en el otro extremo del centro de Riga y en la calle Elizabetes. Estábamos alojados en el Monika Centrum.
Empezamos a caminar y el paseo nos pareció precioso. Por un lado todos esos edificios de estilo Art noveau tan bien iluminados y por el otro el parque Pilsetas, con el edificio de la ópera, el monumento a la Libertad. Ya íbamos distinguiendo cosas y para cada sitio que mirábamos nos gustaba más. Habíamos cambiado de ciudad, de estilo y lo que veíamos nos estaba encantando. No nos arrepentimos nada de no haber cogido un taxi o un tranvía, estábamos encantados con el paseo.
La llegada al hotel Monika Centrum
En menos de 20 minutos estábamos en el hotel. Conclusión: Riga es pequeño. No vamos a tener problema con el tiempo.
Hacemos el check in, cogemos unos mapas turísticos en recepción y nos vamos a dormir que al día siguiente teníamos que madrugar para empezar a descubrir la ciudad.
Primer día en Riga en Navidad
Y el día 6 amanece, frío, muy frío. En el Monika Centrum teníamos el desayuno incluido así que después de desayunar salimos a pasear por la zona Art Noveau. Para ello empezamos a recorrer un tramo de Elizabetes Iela hasta llegar a Antonijas Iela, de aquí a Albertas Iela y con Strelnieku iela cerramos el triangulo y regresamos a Elizabetes y al punto de partida. Con esto pasamos por las principales calles de edificios Art Nouveau. Os dejo unas fotos porque describir esto me resulta imposible.
¿Quién podría decir que Riga es el mejor lugar para ver Jugesdstil, la arquitectura alemana de estilo Art Nouveau? Este estilo es inconfundible y solo hay que dar un paseo por el triangulo de calles anterior y mirar hacia arriba. Los edificios ampliamente ornamentados, decorados con estucos, y caras en las fachadas… un autentico tesoro. En la calle Albert se encuentran los edificios de este estilo más importantes de la ciudad. Dar un paseo despacio por la zona y contemplar cada edificio es fundamental.
Emprendemos el camino por Elizabetes Iela hacia abajo, dirección la catedral ortodoxa La Natividad de Cristo. Otra obra de arte de esta ciudad. Entramos dentro y la verdad es que todas y cada una de las catedrales ortodoxas que visitamos en este viaje son espectaculares.
Al lado mismo de la Catedral encontramos el primer mercado de Navidad. Todavía sin abrir la mayoría de los puestos.
Desde aquí ya divisamos el Monumento a la Libertad. Este monumento fue levantado como símbolo de la nación en el año 1935 y pese a todo sobrevivió a las 4 décadas de dominio soviético. Se cuenta que durante la época de ocupación soviética existía una broma popular que decía que el monumento era en realidad una agencia de viajes, ya que todo aquel que depositaba flores a sus pies tenía garantizado el billete de ida a Siberia. Que buen humor, no?.
Hoy en día es un lugar sagrado para los letones y a sus pies siempre hay un par de soldados montando guardia como símbolo de la protección de la independencia. Durante el momento en el que pasamos por aquí presenciamos el cambio de guardia.
Sobre el plano parece que todo está lejos pero una vez allí va todo sobre ruedas, una cosa a continuación de otra y es que desde el mismo Monumento a la Libertad ya se divisaba la plaza Livu laukums, donde estaba el segundo mercadillo de Navidad, este ya en pleno funcionamiento.
En esta misma plaza es donde se encuentra, quizá, el edificio más fotografiado de Riga: La Casa del Gato. No tiene pérdida ya que está en uno de los extremos. Esta casa de color amarillo destaca por tener en su tejado figuras de gatos negros. Cuenta la historia que un comerciante indignado por no ser admitido en el Gran Gremio mandó colocar estas estatuas en el tejado de su casa. Estas estatuas mostraban gatos negros en posiciones un poco embarazosas y el Gran Gremio, cuya sede se encuentra justo en frente no tuvo más remedio que admitirlo por su gran ingenio y el comerciante a cambio debía quitar las estatuillas.
Y desde aquí y como lo teníamos al lado pues nos vamos hacia el museo Letón de la Guerra o la Torre de Polvo. Vamos que realmente es un torre de ladrillo rojo del Siglo XIV en el que se exponen colecciones sobre diversas guerras que han sacudido el país a lo largo de su historia. No entramos.
Aquí nace la Smilsu iela, la calle más importante de la época medieval ya que era la calle de entrada de Riga. Por otro lado desde este punto también nace Torna Iela donde se encontraban los Barracones de Jacobb. Estas no son más que una hilera de casas, actualmente pintadas en color amarillo, construidas durante el siglo XVIII cerca del bastión de Jacobb y enfrente de las murallas. Actualmente el único resto de la muralla original que queda en Riga se encuentra enfrente de estas casas.
Si avanzamos un poco por la calle y justo al terminar el trozo de muralla de ladrillo rojo nos encontramos con la puerta Sueca, la única puerta de entrada a la antigua ciudad de Riga que todavía se conserva.
En lugar de entrar en la parte antigua por la puerta sueca seguimos el camino y entramos por Jekaba Iela. Desde aquí podíamos ver la torre de la Catedral de Santiago de Riga.
Y pasito a paso llegamos a la plaza de la Catedral (no nos confundamos que la Catedral de Riga no es la Catedral de Santiago de Riga). La Rigas Doms es el edificio religioso más fotografiado de Riga y del que hablaré más adelante.
En la plaza de la catedral se encuentra el tercer mercadillo de Navidad de Riga. Preciosa plaza, la más bonita sin dudas de las que nos encontramos por Riga y la más entrañable, con su mercadillo, su árbol de Navidad, su Papá Noel, coronado todo con la Catedral de Riga (aunque estaba en obras) y todos los edificios de alrededor. Pasamos mucho tiempo en esta plaza porque además, amenizada con los villancicos lo hacían todo tan tan bonito y tan tan navideño que era difícil sacarme de aquí. Eso si, hacía mucho mucho frío, así que tomamos un brebaje de limón que estaba muy bueno, pero tomado al aire libre… uff, que frío.
Que bonita plaza. No paraba de mirar a todos lados, de empaparme de todo lo que había alrededor, de sentir el espíritu navideño… impresionante. Empezaba a pensar que estábamos en Navidad, a sentir eso que estaba buscando en estas vacaciones.
Y para empezar a recorrer calles de Riga nos vamos por la Pils Iela hasta el final donde nos encontramos con esta bonita iglesia y el castillo de Riga del que hablaré mañana.
Dimos la vuelta porque aprovechando que había salido el sol queríamos aprovechar para subir a la torre de la Iglesia de San Pedro y así lo hicimos.
Y si, sol hacía pero … un frío. Había que respirar profundamente para aguantar. Eso si, como hacía frío no había mucha gente. La Iglesia de San Pedro es otro de los edificios más visitados y característicos de Riga. El precio de la entrada es de 2 Lats.
Desde allí arriba se veía todo, no hay más que verlo. Todo lo que habíamos visto ya y todo lo que nos faltaba por ver, así que iba diciéndole a Rubén lo que era cada cosa.
Cuando llevábamos un rato allí arriba viene Rubén y me dice: «Si no bajamos ahora tenemos que esperar 20 minutos para bajar» ¿20 minutos aquí arriba? Que va, eso no lo puedo aguantar. Así que sacamos las últimas fotos y nos vamos al ascensor. El problema es que el ascensor sube, está arriba 10 minutos, baja, está abajo 10 minutos y así todo el día, por lo que o estás arriba 10 minutos o estas media hora. Así que para abajo que ya estaba petrificada.
Bajamos y seguimos con el callejeo por Riga. Allí mismo nos encontramos con la Casa de los Cabezas Negras que fue la sede del Gremio de mercaderes del gótico tardío. Tiene un peculiar estilo y sin duda es otro de los singulares edificios que se pueden ver en Riga.
Justo al lado está el edificio que alberga el Museo de la Ocupación Letona del que hablaré más adelante. En un plaza cerca de esta nos encontramos con el cuarto mercadillo de Navidad. Cuantos mercadillos!! Yo estaba en mi salsa. Disfrutaba de cada uno de ellos y cada uno de ellos me gustaba más. Que bonito estaba todo, que buena decoración.
Ahora si, había llegado la hora de comer y allí mismo nos vamos al Lido (al Alus Seta) que por 12 euros comimos de forma muy contundente, con postre y zumos. Impresionante. Lo que yo comí era una especie de lasaña a base de patatas y carne. Estaba muy rico.
Ya sentados en la mesa decidimos que íbamos a tomar un chocolate a otro sitio. Habíamos estado mucho tiempo sin resguardarnos del frío y necesitábamos un buen aporte de calor. Justo en frente del Lido, vimos una cafetería con muy buena pinta. Casi nos costaron más los dos chocolates que tomamos que la comida, jeje.
De nuevo en la calle nos dirigimos a la plaza de la catedral con intención de cruzarla y dirigirnos a ver los famosos «Tres Hermanos». Se trata de tres singulares casas que son ejemplo de la arquitectura popular de Riga.
Damos la vuelta y ahora si vamos a la Catedral de Riga. He de decir que no se si fue por el echo de estar en obras, tanto por dentro como por fuera, no se si fue por estar medio desmantelada pero la verdad es que no me llamó nada la atención. El recuerdo que tengo de ella es de ser sumamente pobre y estar muy ruinosa. Uno de los pilares estaba sujeta por hierros para que no se cayera. Vamos que no me inspira ningún comentario agradable.
Al salir de la catedral ya había oscurecido y si Riga me estaba encantando de día, me fascinaba mucho más de noche. La iluminación navideña, los villancicos, el ambiente en general. Sin palabras.
Dimos un paseo por los tres mercadillos del centro de Riga, por el de la plaza de la catedral, por el de Livu Laukums y por el que está cerca de la Iglesia de San Pedro.
Solo hay que verlo para apreciar lo bonito que estaba todo.
Y si bonito es el edificio de la Casa de los Cabezas negras de noche llama muchísimo más la atención.
Callejeamos sin mucho rumbo al final acabamos llegando al Glerija Centrs, un centro comercial en el que entramos porque teníamos que volver a entrar en calor. Y allí mismo tomamos un café y un pastel, riquísimo todo. (Bueno el café en su linea, que he tomado pocos cafés decentes excepto cuando me entendían y ponían la leche a parte y yo me la echaba a mi gusto).
Y ya de vuelta al hotel apreciamos lo bonito que estaba el Parque Pilsetas, tan bien iluminado.
Llegamos al hotel e intentamos decidir donde íbamos a cenar, porque no podíamos movernos mucho del sitio, era un poco tarde ya y además empezaba a llover. Salimos con intención de ir a un restaurante Ruso pero cuando llegamos allí… no nos llamó mucho la atención así que dimos media vuelta y entramos en un restaurante que tenía una rana gigante en la puerta. Nos llamó la atención y entramos. Y la verdad es que dentro el restaurante era muy muy bonito. Tenía una chimenea que se agradecía y la decoración llamaba la atención. Volvimos a cenar muchísimo. Los platos eran muy abundantes y yo para variar no llegué al postre.
Después de cenar nos fuimos al hotel. Llovía bastante y empezaba a caer agua nieve.
Se terminó un día que dio para mucho. Nunca hubiera pensado que en un solo día nos diera tiempo a recorrer tanto así que sabíamos que teníamos tiempo para disfrutar de la ciudad. Nos acostamos con la sensación de haber tenido un día sensacional.
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