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Día 5
Diario Tanzania de Este a Oeste en 19 días

De Mikumi NP al amanecer hasta el Parque Nacional Udzungwa

Habíamos quedado a las 6 de la mañana en el parking de coches de nuestro campamento. Un safari de madrugada en Mikumi National Park, empezando sin haber despuntado todavía el sol, y sin desayunar. Tras este safari volveríamos al campamento para desayunar, preparar las mochilas y salir en dirección a las Montañas de Udzungwa donde nos esperaban dos días de nuevas aventuras.

Como cada noche, antes de irnos a dormir, habíamos planificado el siguiente día, siendo muy conscientes de que estamos en África y que los planes pueden salir o no. Pero eso, solo el tiempo, la carretera y transcurrir del día lo iban a decidir.

Viaja con nosotros

Este viaje Tanzania de Este a Oeste en 19 días, se desarrolló tal y como lo estáis leyendo durante el mes de Agosto del año 2022, en uno de los viajes que realizamos bajo el concepto «Viaje con nosotros». Desde hace años ofrecemos la posibilidad a nuestros lectores, seguidores de redes sociales y clientes de la agencia de viajes a acompañarnos. Y este fue nuestro cuarto «Viaje con vosotros».

Si quieres realizar un viaje similar o parecido a este, consulta las fechas de salida regular o si lo prefieres, pídenos un presupuesto para un viaje en privado a un país que estoy segura que te sorprenderá. Info@viajescallejeandoporelmundo.com

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Amanecer en el estanque de los hipopótamos de Mikumi N. P.

A las 6 de la mañana y muy puntuales nos fuimos reencontrando todos en la zona del parking de coches del campamento. Era totalmente de noche y así salimos, sin ver mucho más que lo que los focos de nuestro 4×4 alumbraban.

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Llegamos pasados 20 minutos de las 6 de la mañana a la charca de los hipopótamos, que el día anterior nos había brindado unos momentos mágicos y donde nos habían permitido, por dos ocasiones bajarnos del coche. Allí, poco a poco, minuto a minuto fuimos viendo como los colores del cielo cambiaban, de un negro absoluto, a los violetas, a los naranjas y finalmente se hizo la luz. Si hay algo en África que sorprende cuando por primera vez ves un amanecer o un atardecer es lo rápido que sucede todo y es que en menos de 15 minutos habíamos pasado de la oscuridad total a la luz de la mañana.

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A estas tempranas horas de la mañana, el estanque se intuía más tranquilo que la tarde anterior. Es de suponer que los cocodrilos estaban sumergidos y no se dejaban ver tanto como en el día anterior. De cuando en cuando veíamos su paso, porque dejaba ver un trozo de tronco o de cola, o incluso sus ojitos sobresalir del agua.

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Un encuentro inesperado

Dejamos atrás el estanque de los hipopótamos. Iba de pie, contemplando todo lo que me rodeaba. Cuando vamos de safari, no puedo sentarme. Algo me hace ir de pie. Al final se ve lo mismo desde una posición que desde la otra, pero el ir de pie te permite aspirar todo ese aire puro de la sabana, sentir sus olores, percibir mejor sus colores, dejar que la brise te de en la cara. Y así iba, contemplando el maravilloso paisaje de Mikumi, concentrada en mis pensamientos y cada cual iría concentrada en los suyos porque no se escuchaba nada dentro de aquel coche de safari.

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El paso de unos ñus.

De repente, Maria José interrumpe el silencia ¡Un león! No me lo puedo creer. Miro hacia Maria José, situada en la última posición del coche. Miro hacia donde está señalando. Efectivamente, no hay uno, sino dos leones. Le decimos a Yuma que pare el coche y le señalamos lo que estamos viendo. Allá, a lo lejos, en medio de un mar del mismo color que ellos, dos leones están tumbados y agazapados. Lo raro es haberles visto.

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Miro con emoción hacia el otro coche, que iban un poquito más adelante, pero ellos también los debían de haber visto, porque según Yuma, teníamos que seguir. Íbamos a buscar una posición más cercana para poder verles mejor. El otro coche coge un camino a mano izquierda. Nosotros arrancamos el coche, y seguimos su pista.

Y efectivamente, nos pusimos en la mejor posición que podíamos para poder verles. Y no, no es la primera vez que en un safari nos encontramos con la situación que íbamos a vivir a continuación. Ya nos había pasado aquel día en Savuti (Botwsana) cuando encontramos a unos leones, apareándose.

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Primero encontramos a una pareja de leones tranquilamente dormitando en el medio de la nada. Cuesta creer que no estén resguardados del sol, y estén en medio de un terreno abierto, lo que nos ha permitido verles mejor. Eso también tiene que ver con la hora que es, muy temprano, y donde el sol todavía no pega fuerte. Se les ve tranquilos, relajados, y la leona dormitando. El león se le ve más activo. De vez en cuando levanta la cabeza, se mueve, se levanta. Y en un momento ocurre lo que ninguna nos esperábamos.

El apareamiento de los leones.

Yuma nos repite lo que unos años atrás, ya nos había contado Moshe, en Botswana, sobre lo que estábamos viendo o lo que estábamos a punto de ver: «Nos cuenta como las leonas están listas para aparearse a los 4 años de edad, mientras que los leones lo hacen a los 3 años. Durante el proceso de celo de las leonas, pueden llegar a practicar el apareamiento alrededor de 20 veces al día. También nos cuenta que en ocasiones, como podría ser este caso por la falta de empatía de la leona, cuando la leona tiene cachorros y para evitar que un león los mate, oculta a los cachorros e imita el estado de celo. El acto suele durar en torno a 30 segundos y podría repetirse cada pocos minutos. Durante los días de celo y apareamiento, los leones pueden llegar a no comer».

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La despedida de Mikumi National Park.

Un águila, cientos de gacelas, gallinas de guinea, unos facóqueros (pumbas) y un búho que solo dejaba ver uno de sus ojos y que me pareció de lo más simpático, observándonos detrás de una rama, como si por no mostrar más que un ojo no le pudiésemos ver.

Así transcurrió el resto de lo que quedaba de safari. Regresamos al campamento, desayunamos, recogimos nuestras cosas, nos subimos a los coches y nos vamos de nuevo a la carretera. Tocaba cambiar de tercio y de parque. Nos vamos al Parque Nacional de las Montañas de Udzungwa.

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Búho medio escondido, solo se le ve un ojo y el resto del cuerpo

De Mikumi a Udzungwa N.P

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Nos quedaban por delante unos 85 kilómetros y algo más de dos horas, con suerte, de viaje.

Ya lo sabíamos por lo que nos había pasado hacía dos días en el trayecto desde Dar Es Salaam hasta Mikumi, que lo que pueden ser 4 horas de viaje se pueden convertir tranquilamente en 6, en 7 o incluso más. Todo depende de cómo te encuentres la carretera, de qué te encuentres en ella, y del tráfico, que puede ser infernal en esta A-7. Cierto es que en este caso el trayecto por la A-7 fue bastante corto.

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24 kilómetros sufriendo la A-7 hasta conseguir llegar al desvío, tras pasar la población de Mikumi, hacia el Parque Nacional de las Montañas de Udzungwa.

Cuando nuestro coche giró y nos metimos de lleno en la carretera rumbo a Udzungwa el paisaje cambió drásticamente. De la locura de camiones, coches, motos y gente de la carretera A-7, pasamos a la tranquilidad de esta zona rural, verde y calmada, del interior de Tanzania.

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El encuentro con Yusto y las primeras fotos de Sanje Falls.

Llegamos a la población de Ruaha (sí, mismo nombre que el famoso parque nacional pero nada tiene que ver con él ¿o sí?). Allí nos estaba esperando Yusto. Sería nuestro guía local y descubriríamos que aún podía existir alguien más loco que este grupo en el que íbamos y ese era él. No pudimos tener un mejor guía en esta zona, pero eso lo iríamos descubriendo con el paso de las horas.

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Yusto en su moto

Acabamos cruzar el Gran Río Ruaha, río que le da nombre al pueblo donde recogimos a Yusto y que a su vez le da nombre al Parque Nacional que visitaremos dentro de unos días. Así que en realidad, aunque a muchos kilómetros de distancia, el pueblo algo tenía que ver con el parque.

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La caña de azúcar

Nuestra primera parada, donde realmente nos presentamos a Yusto, fue en el medio de la nada, un punto que ni siquiera se poner en un mapa, pero donde teníamos, a un lado las plantaciones de caña de azúcar. Y al otro, las fantásticas vistas de las Sanje Falls, a donde iríamos al día siguiente.

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Estas grandes plantaciones de caña de azúcar en la actualidad son privadas, pero hubo un tiempo en el que pertenecieron al gobierno. Hoy en día, es una empresa Tanzana la que hace la explotación de la caña de azúcar que se comercializa hasta Sudáfrica. Esta zona donde nos encontramos, desde Mikumi hasta Udzungwa viven de la agricultura. Básicamente aquí se produce toda la azúcar y caña de azúcar que se comercializa en Tanzania. Pero además también se cultiva arroz y maíz.

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Nos explican también que existen dos tipos de producciones de caña de azúcar: la que se va a usar para producir azúcar en sí, y la que se usa para comer como tal, sin refinar, como caña de azúcar. Aquí recordé cuando en aquel viaje a Uganda, Ana había comprado una caña de azúcar en un mercado, de la que dimos buena cuenta a lo largo del viaje.

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Desde luego el paseo fue interesante pero lo más interesante de todo, bajo mi punto de vista, es tomar distancia y ver las famosas Sanje Falls, desde la distancia. Aquí nos empezamos a alarmar con la ruta, entre espesa vegetación, según parecía, que nos tocaría hacer mañana de camino a las cascadas. ¿Estaríamos preparados para una ruta así con este calor, esta humedad, y con esta vegetación? Ya veremos.

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El camino hacia nuestro hotel

Udzungwa Twiga Hotel.

Llegamos al hotel en el que íbamos a pasar las siguientes dos noches. En estos días íbamos a explorar el entorno de Udzungwa Mountains. En la misma entrada del hotel hacemos otra parada. Yusto, un hombre que mostraba interés por mostrárnoslo todo, nos enseñó, allí mismo, dos cosas interesantes: Unas hojas secas de un árbol con los que le hizo a Carmen unos pendientes, y unos frutos de los que sacaban ¡una esponja para el baño!

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Tras esto, hacemos el check in en el hotel, ocupamos nuestras habitaciones y ya nos empezamos a dar cuenta de algo que sería la tónica del viaje. Los hoteles/campamentos/bandas de esta parte de país, no tienen un buen mantenimiento, y es algo que da una verdadera pena. Porque tienen los hoteles, tienen unas buenas instalaciones y solo con un poco de manteamiento, a veces mínimo, estarían mucho mejor.

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La llegada a Udzungwa Twiga

Porque aquí nos dimos cuenta de que si en una habitación faltaba una toalla, en la otra, no había agua, si a unos el agua salía hirviendo, a los otros les salía fría. En una de las habitaciones había una fuga de agua, y en otra la tapa del retrete, donde te sientas, estaba rota. Cosas que con poco se pueden solucionar. Nosotros al ser muchos teníamos una buena solución: compartirlo todo, pero en realidad las cosas deberían funcionar un poco mejor. Solo nos quedaba pensar que estábamos en África y que aquí nada es lo que parece.

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Comimos en el hotel y en nada nos pusimos de nuevo en marcha. Nos íbamos a vivir uno de los mejores momentos del viaje, o al menos el más divertido sin duda. Nos vamos a visitar a la etnia Hehe.

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Un simpático encuentro: la etnia Hehe.

He tenido que dejar pasar dos días desde que comencé a escribir este artículo para poder procesar todo lo que ocurrió esta tarde a los pies de las Montañas de Udzungwa. Y es que vivimos un momento tan único, tan especial y tan intenso que es difícil de contar, pero más difícil es aún trasmitir todo lo que vivimos con la etnia Hehe.

He de reconocer que mi visita la la etnia Hehe la había visualizado como algo muy distinto, algo más parecido a la visita del año anterior a la etnia Hadzabe en el Norte de Tanzania, algo más tipo a visitar una etnia milenaria, y no tanto como un encuentro folclórico festivo en un pueblo de Tanzania. Pero lo que ocurrió aquí, estoy segura que no se le olvidará a ninguno de los componentes de este viaje fácilmente.

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Llegamos con nuestros dos coches 4×4 a un pequeño pueblo. Unas cuantas casas distribuidas al rededor de una plaza central donde aparcamos el coche. Bajo un gran árbol, un grupo de hombres y mujeres vestidos de un llamativo color rojo comienzan a tocar, bailar y cantar. Algunos llevaban en los pies una especie de calzadores llenos de grandes semillas que con el movimiento acompasaban a la música de los bombos.

A los que habitualmente seguís este blog ya sabréis que las visitas a poblados y sobre todo a etnias, con vidas muy opuestas a las nuestras, me suele causar incomodidad. Quizá por meternos en algo donde no deberíamos estar, o no lo se exactamente, pero no me siento bien. Aquí en seguida se me pasó esta sensación. Nos acercamos al grupo y les fuimos acompañando con las palmas (muy a lo español) hasta que nuestro guía local Yusto, nos invitó a compartir los bailes con ellos. Aquí fue cuando poco a poco todo fue subiendo de intensidad hasta convertirse en la auténtica fiesta que fue.

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Rubén y Samuel integrándose en los bailes

Rubén, que siempre se apunta a estas cosas, Rosa y Ana, fueron los primeros en apuntarse a acompañarles en sus bailes. Poco a poco se fueron acercando más niños a la zona, y mujeres, y hasta más hombres, hasta que el pueblo entero salió a la calle, y se unió a nuestra fiesta.

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Bailamos, cantamos, jugamos con los niños. Aquello se parecía más a la fiesta de mi pueblo que a una visita a una etnia tanzana. Risas, cantos, algarabía, subía la intensidad de todo y cada vez éramos más. Creo sinceramente, que hacía mucho tiempo que aquí no venía un grupo de turistas dispuestos a hacer de una visita, una fiesta.

Yusto nos dice que si queremos podemos enseñarles una canción de nuestra tierra, y un baile, y que así entre todos compartiremos cultura. No se nos ocurrió nada mejor que enseñarles una canción típica española, fácil de seguir con los bombos, fácil de bailar, y pegadiza: «La Macarena». Y aquello ya fue el culmen de una fiesta que una vez más volvía a subir de intensidad.

Sobre todo las mujeres del pueblo se unieron a aprender el baile y la canción y allí estuvimos a ritmo de «La Macarena» un buen rato, mientras las risas cada vez iban a más.

Silvia, había llevado una bolsa con bolígrafos y libretas, así que decidimos dejar parte de nuestra carga en este pequeño pueblo, cuyo nombre ni siquiera se. Se lo dijimos a Yusto, y enseguida fue a por la profesora del pueblo. Ella, mucho más avergonzada, recibió con gusto la bolsa de detalles, y aseguró que, como no había para todos, se lo daría a los niños en función de sus notas. Nos pareció bien y seguimos con los bailes.

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Y a ritmo de «La Macarena» decidimos acabar la fiesta. Nos dio una verdadera pena tener que irnos, pero aún quedaban cosas por hacer este día, que como siempre digo, siempre se pueden evitar, pero ya que teníamos tiempo decidimos continuar. El pueblo también nos despidió con pena, y nos subimos al coche, y sin dejar de mirar hacia atrás, les dijimos «Adiós» con nuestra mano.

La fábrica de caucho.

Cuando planifiqué inicialmente este viaje, en uno de los primeros correos con la agencia receptiva en Tanzania, les había puesto que queríamos ver una fábrica de caucho. Después y con el paso de los correos y los meses, la fábrica quedó en el olvido y no volvimos a hablar de ello. Pero ellos que siempre están a todo, justo antes de salir de viaje me enviaron los siguiente: «María, en uno de tus primeros correos recuerdo que nos hablaste de visitar una fábrica de caucho, pero ahora no consigo encontrarlo ¿me puedes enviar de nuevo esa información?». Me quedé de piedra porque lo había olvidado completamente. Les dije que no era necesario hacerlo ya que al fin y al cabo no lo habíamos reflejado en el itinerario de cierre de viaje, pero ellos insistieron en, si no impedía la realización de otras actividades, meterlo. Y así hicimos.

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Plantación de caucho

Hoy visitamos esta fábrica de caucho, sin tenerla prevista en el itinerario final del viaje. En lo personal, tener la oportunidad de ver cómo se fabrican o de donde salen determinadas cosas de nuestro uso cotidiano siempre me pareció muy interesante. Así que teníamos delante de nosotros una plantación de Caucho Natural.

El caucho natural se obtiene de los árboles de caucho. De la semilla de Hevea brasiliensis brota un árbol que a los 8 años puede empezar a generar el caucho natural.

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El proceso por el que se obtiene el caucho natural se llama «sangría». Consiste en hacer una serie de cortes en la corteza del árbol por donde emana una especie de lechada, llamado latex líquido, que en contacto con el medio ambiente solidifica. Pero esto no se usa tal cual, sino que tiene que ser sometido a distintos procesos químicos para obtener el caucho tal y como lo conocemos. Uno de esos procesos es el vulcanizado, con el que se obtiene un caucho mucho más duro y resistente.

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La estación del tren de Mangula (Tanzania)

Mangula es la población tanzana, ubicada a los pies de las Montañas de Udzungwa, donde teníamos nuestro alojamiento para las siguientes dos noches. Yusto nos pregunta si nos apetece dar un paseo por el pueblo y evidentemente le decimos que sí. Estaba empezando a atardecer y no teníamos mejor plan que este.

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Nos bajamos de los coches cerca de la parada del tren. El ambiente a esta hora de la tarde era muy intenso. Decenas de personas se situaban a lo largo de las vías del tren. Unos lo hacían esperando la llegada del tren y tomar rumbo hacia el sur. Otros lo hacían intentando vender algo a los que se subían o a los que se bajasen. Y luego estaban los niños, que esperaban con entusiasmo esta llegada, como un reclamo más de diversión y entretenimiento.

También nosotros fuimos un entretenimiento para ellos. En lugares donde no están habituados al turismo, es normal que a nosotros nos llamen la atención ellos y a ellos, nosotros.

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El mercado de Mangula.

Dejamos atrás las vías del tren cuando éste hacía su aparición y se levantó una gran expectación, jolgorio y movimiento a su alrededor. Nosotros continuamos el camino atravesando el pueblo y su mercado.

Y todo nos llama la atención. Su colorido, sus verduras y frutas, y diversidad en cuanto a todo lo que se puede vender en un sitio como este. Yusto nos va explicando qué es cada cosa, pero de repente tenemos que parar ante un puesto. ¿Qué es esto?

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Son piedras sucias. Eso lo tenemos claro. Ahora ¿para qué se usan ya que hay un puesto de ellas? Yusto nos explica que la gente las chupa y saca los beneficios de ellas. ¿Beneficios? ¿Qué beneficios se puede sacar de chupar una piedra sucia? Imaginad nuestra cara de perplejidad. Nos invita a probar. Hay alguien del grupo, Carmen, que se ofrece para la cata. No es la primera vez que Carmen viaja con nosotros. Ya lo hizo en el viaje a Uganda de 2019, también se vino con nosotros a Polonia, y el año pasado a Tanzania, con lo que no nos sorprendió para nada, que ella se apuntase para la prueba. Y lo hizo. Y os podéis imaginar las risas. «¿A qué sabe Carmen?» «A piedra con tierra». Y más risas.

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Continuamos el paseo. Nos paramos un rato a conversar con un chico. Nos cuenta que es el profesor de inglés de la escuela y que tiene 150 niños a los que dar clase.

La luz caía demasiado pronto, y llegamos ya de noche cerrada al hotel. Ducha, cena rápida y a dormir porque el día había sido intenso. Este es uno de esos días que parecen de mera transición y que se convierte en un día especial, con mucho que decir, con mucho que contar y con mucho que recordar.

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Teníamos que descansar. Nos íbamos a levantar muy temprano porque al día siguiente nos tocaba, entre otras cosas, hacer la ruta hasta Sanje Falls, hasta donde no teníamos muy claro cuantos kilómetros iban a ser ni cuanto tiempo nos iba a llevar. Esto es África. La información no fluye.

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