Mikumi National Park (Sur de Tanzania)

Un día en Mikumi National Park

Mikumi National Park es uno de los parques Nacionales de Tanzania más visitados por la población local. Su cercanía con dos de las principales ciudades tanzanas, Dodoma (su capital) y Dar Es Salaam, le hacen muy accesible para viajar en familia.

Si tu visita coincide en fin de semana es posible que el parque esté completo, puesto que, desde Dar Es Salaam aprovechan para hacer una escapada de fin de semana y ponerse en contacto con la naturaleza de esta forma tan especial. Además, el que sea uno de los parques nacionales de Tanzania con las tasas más bajas, también lo hacen muy apetecible.

Se encuentra situado a unos 290 kilómetros al oeste de Dar Es Salaam pero la carretera para llegar hasta aquí, si bien está en buen estado, tiene una circulación muy densa, lo que hace el trayecto muy lento. Esta carretera une el puerto de Dar Es Salaam, con Zambia, Mozambique y por ella circulan en camión, la mayoría de los productos de exportación tanto de Tanzania como de los países colindantes. Esta carretera ya la habíamos sufrido el día anterior, en nuestro trayecto desde Dar Es Salaam hasta el Parque Nacional Mikumi. Pero todo se te olvida, cuando ya antes de llegar empiezas a ver impalas, babuinos y hasta jirafas.

Viaja con nosotros

Este viaje Tanzania de Este a Oeste en 19 días, se desarrolló tal y como lo estáis leyendo durante el mes de Agosto del año 2022, en uno de los viajes que realizamos bajo el concepto «Viaje con nosotros». Desde hace años ofrecemos la posibilidad a nuestros lectores, seguidores de redes sociales y clientes de la agencia de viajes a acompañarnos. Y este fue nuestro cuarto «Viaje con vosotros».

Si quieres realizar un viaje similar o parecido a este, consulta las fechas de salida regular o si lo prefieres, pídenos un presupuesto para un viaje en privado a un país que estoy segura que te sorprenderá. Info@viajescallejeandoporelmundo.com

La emoción de ver las huellas de un león

Eran las 8 de la mañana cuando ya desayunados y listos, fuimos apareciendo por el parking de coches. La noche había transcurrido tranquila a pesar de tener un elefante muy cerca y los leones paseando por los alrededores.

No había amanecido igual de tranquilo. Los monos campaban a sus anchas por el campamento y armaban bastante estruendo. Y si, los muy ladronzuelos, a la que te descuidabas se metían en los coches, intentando buscar cualquier cosa que se pudiesen llevar. Son tan listos y están tan acostumbrados a merodear por los campamentos que se suben a los coches, cogen, sobre todo botellas de agua, las abren y beben.

Nada más salir del campamento hacemos la primera parada y no para visualizar animales. Tenemos ante nosotros las huellas de los leones, esos que la noche anterior nos habían hecho paralizar y que un ranger nos tuviese que acompañar en cada movimiento. Los teníamos cerca y eso, cuanto menos, era alucinante. ¿Dónde estarán? ¿Les veremos ahora a la luz del día?

Los leones son muy activos por la noche, cuando ya no hace calor, pero durante el día, se resguardan a la sombra y pasan unas 16 horas dormitando. Así que debemos buscarlos bajo los árboles, escondidos entre los arbustos o incluso subido a los árboles en contadas ocasiones.

Siguiendo las huellas de león.

Con las primeras luces de la mañana, empezamos a percibir un parque con una imagen muy distinta a lo que habíamos visto hasta entonces. Quizá podamos decir que Mikumi es una mezcla entre el Parque Nacional Tarangire (por sus baobabs) y el Serengeti (por sus extensas llanuras, aunque en Mikumi con mucha más vegetación). Aparecen los primeros ñus entre baobabs, pero sobre todo aparecen ellos: los primeros elefantes del viaje.

Siempre, sea cual sea el parque y sea cual sea la situación, cuando una persona ve elefantes por primera es una explosión de sentimientos que es difícil de explicar. Estaba allí, en aquel coche que en aquel momento, frente a estas moles parecían tan pequeños, con 4 personas que por primera vez veían un elefante.

Y si, estaban algo lejos, pero eso no importa cuando lo que estás viendo es algo tan increíble y fascinante. Y lo más llamativo de todo, es la ternura que despiertan estos grandes de la sabana, cuando la realidad es que si se enfadan imponen mucho y son muy peligrosos. (Lo comprobamos aquella mañana en el Lago Manyara, hacía ya un año, cuando un elefante nos tuvo una hora en vilo).

Seguimos siguiendo huellas de león y de repente vemos esta imagen:

Es muy llamativo cuando estás vagando por un parque como Mikumi, sin muchos turistas en un miércoles como el que era, donde no nos habíamos cruzado con absolutamente ningún coche en lo que llevábamos de safari y que de repente veas varios parados en la misma posición. Si estábamos siguiendo huellas de león y aparece esta estampa ¿Qué creéis que estaban mirando? Efectivamente, un león.

Un león bajo un árbol en Mikumi.

Y si emocionante es cuando ves por primera vez una jirafa, o un elefante, imaginad lo que supone ver por primera vez un león. Estábamos a bastantes metros de distancia. El león, tranquilo, descansaba a la sombra de un gran árbol.

Nosotros, meros observadores en la distancia, no dejábamos, entre susurros, de citar lo maravilloso que era el momento. La mayoría de mis compañeras se movían entre los prismáticos y las cámaras, aunque me dejaron el momento cámara para mi y decidieron disfrutar del momento. Me quedé con la responsabilidad de sacar unas fotos (esperaba no defraudarlas). Llevábamos unos 5 minutos en aquella posición cuando todos los coches arrancan a la vez.

Que cosa más extraña. Entonces Yuma nos dice que nos agarremos, y que preparemos las cámaras porque vamos a acercarnos pero va a ser todo muy rápido. Y tan rápido, escasos dos minutos desde que empezamos a acercarnos hasta que salimos de nuevo al camino. Un coche tras otro nos dirigimos hacia la posición del león, y muy despacio fuimos pasando, sin pararnos ni un segundo.

Las salidas de ruta, de los caminos marcados no están permitidos en estos parques Nacionales de Tanzania (aunque hay parques con sus propias normas, en estos precisamente no). Por eso no sabemos muy bien el porqué nos pudimos acercar. Pero el caso es que lo pudimos hacer y pasar muy cerca de un león que apenas se inmutó con nuestra presencia.

Da igual la cantidad de veces que veas un león en África, da igual cuantos safaris hayas hecho en la vida, porque ver un león sigue y seguirá siendo una experiencia única.

¿Sabías qué…? Parque Nacional Mikumi

• Hasta el año 2019, Mikumi era, con sus 3230 kilómetros cuadrados, el quinto parque más grande de Tanzania. Pero, en un afán por proteger aún más la flora y la fauna de su país, Parques Nacionales de Tanzania (TANAPA) establece en el año 2019, 6 zonas más, cubriendo un total 47.500 kilómetros cuadrados como Parques Nacionales.
  Esto supuso desbancar a Ruaha, como el parque nacional más grande de Tanzania dejando su posición a Nyerere National Park. Con sus 30893 kilómetros cuadrados, cubriendo buena parte de los 50.000 kilómetros cuadrados de la antigua reserva Selous, se convierte en el parque nacional más grande del país. De la misma manera, Mikumi deja su quinta posición y pasa a la octava.
  Desde luego, una buena noticia para Tanzania, para los amantes de los animales y en resumen, para el mundo.

• De los 3230 kilómetros cuadrados de Mikumi, solo un tercio es accesible para la realización de safaris. La parte que linda con la reserva Seleus, hoy Parque Nacional Nyerere, permanece virgen e inalterada.
• En 1959 se crea la organización hoy en día conocida como Parques Nacionales de Tanzania (TANAPA), y Serengeti se convirtió en el primer Parque Nacional.
• 5 años después, en 1964, Mikumi pasa a formar parte de la lista de por aquel entonces tan solo 5 parques nacionales: Serengeti, Lago Manyara, Arusha, Ruaha y Mikumi.
• Los primeros escritos sobre la presencia de esta zona salvaje, y llena de animales, que consta viene del paso de Henry Morton Stanley en 1872 cuando volvía de aquel famoso viaje en el que fue en busca de Livingstone, y aunque lo encontró a los pies del lago Tanganica (en Ujiji) no consiguió llevarlo consigo de vuelta.

• Pero no fue hasta la construcción de la carretera a Iringa entre los años 1951 y 1954, cuando salió a la luz la presencia de esta zona salvaje. Esto llamó la atención de los cazadores, por lo que antes de que pudiese pasar lo mismo que con otros parques, en 1964 se establece como Parque Nacional y por tanto se protege.
• Mikumi colinda con Selous (hoy en día Parque Nacional Nyerere) y forman parte del mismo ecosistema. La Reserva de Selous no corrió la misma suerte que Mikumi y permaneció como Reserva de caza hasta el año 2019, en el que una gran parte de la reserva pasó a designarse como Parque Nacional. Varias advertencias de la Unesco, la necesidad de recuperar todo lo perdido durante los últimos años, y en un intento de controlar la caza furtiva, hicieron que 30.000 kilómetros cuadrados de los más de 50.000 de Selous se convirtieran en Nyerere National Park.

Los paisajes de Mikumi.

Dejamos al león seguir dormitando debajo del árbol y continuamos el safari por Mikumi. Mikumi aunque sea el octavo parque más grande de Tanzania, puesto que no todo se puede recorrer, el parque se hace pequeño. Ideal para visitar en un día completo o quizá dos, pero lo que si es seguro es que cualquier coche que de safari que esté en el parque tarde o temprano te cruzarás con él.

A Mikumi no solo se puede llegar en coche o en bus, puedes hacerlo en avioneta. En Mikumi hay un «aeródromo» al que puedes llegar alquilando tu propio vuelo. No es tan habitual hacerlo en Mikumi por la cercanía con Dar Es Salaam, pero si es muy común en el resto de los parques que visitaremos, por su lejanía a cualquier otro sitio de interés, y porque la mayoría de estos parques están destinados a safaris de lujo.

De ahí que tengamos que dormir en Bandas o Cottages del parque, porque aquí no existe el término medio como en el resto del país. Aquí o te alojas en los campamentos del TANAPA o tendrás que ir a lodges de lujo. Y son ellos, los que se alojan en este tipo de lodge, los que suelen llegar en avioneta. Quizá algún día hagamos un safari así, por el momento nos conformamos, que no es poco, con nuestro safari de aventura.

Lo cierto es que los paisajes de Mikumi son espectaculares. La luz que hay en este parque, solo la había percibido en Tarangire, al norte de Tanzania, y precisamente por esa luz considero ese parque uno de los más bonitos de Tanzania. Mikumi iba subiendo puestos por momentos. Y es que esas extensas praderas cobrizas donde se camuflan perfectamente gacelas e impalas, regadas de cuando en cuando por un babobab, un tamarindo o por alguna acacia, con el telón de fondo de alguna colina o cordillera, hacen de la imagen todo un espectáculo para cualquiera que le guste la fotografía o simplemente contemplar un lugar único.

Mikumi está rodeado de montañas: Las más conocidas son las montañas Uluguru que se encuentran en la parte este del parque. En el oeste y el norte se encuentran las colinas de Mazunyungu, las colinas de Madzini y las colinas de Mbesera. Y eso, le da a todo el conjunto, una enorme belleza.

Las gacelas, los impalas y las cebras, era el mejor elemento compositivo para hacer el cuadro perfecto.

Ellas nos fueron acompañando hasta que llegamos al estanque de los hipopótamos.

El estanque de los hipopótamos

Si sois de los que soléis leer este blog de viajes, ya habréis leído en más de una ocasión lo que voy a poner a continuación, pero la realidad es que estos momentos son algunos de los más especiales de los safaris. En un safari es raro que te puedas bajar del coche. Te pasas muchas horas circulando por los parques y visualizando animales, pero sin bajarte. Es una de las normas del parque y os imaginaréis porqué.

Solo hay sitios donde sí está permitido hacerlo. Y como no son muchos y no es frecuente que lo puedas hacer, cuando el guía te dice «nos bajamos», suele ser un momento de subidón de adrenalina.

Esto ocurrió aquí, en el estanque de los hipopótamos de Mikumi.

Pasaba algo de las 9:30 de la mañana. Ya habíamos dado un paseo por Mikumi, viendo el despertar del día entre cebras, ñus y algún elefante. Habíamos visto el dormitar de un león y ahora, en medio de aquel entorno tan bonito, con la luz de la mañana, nos podíamos bajar del coche.

Os podéis imaginar que aunque nos podamos bajar del coche, no podemos aventurarnos más allá de donde el guía te dice o de donde el guía puede tenerte controlado. Los peligros de una zona como esta son muchas aunque nosotros, ignorantes de la vida salvaje, no nos demos cuenta de ello. Di un pequeño paseo hacia los baobabs, esos grandes de África que me tienen enamorada, pero no tardé en dar la vuelta.

Estábamos en medio de un par de estanques. Uno sin mucho movimiento de animales, y donde se veía que unos trabajadores del parque estaban o habían estado haciendo mantenimiento. El otro un estanque donde a nada que te fijabas veías muchas cosas. Es un lugar que parece sacado de un cuento, y aunque te parezca que no hay nada más que un grupo de hipopótamos descansando en el medio, la realidad era bien distinta. Nos íbamos a dar poca cuenta ahora, mientras nos sacábamos fotos y disfrutábamos de un tiempo al aire libre, con un paisaje tan bonito como el que Mikumi nos brindaba a estas horas de la mañana.

Aprovechamos este parón para hablar con los integrantes del coche A, para saludar a los guías Sam y Samuel que iban en el otro coche y para seguir conociéndonos un poco. También para sacarnos un montón de fotos, ya no tanto de los animales, sino de nosotros mismos, algo que tampoco abunda en los safaris.

Hipopótamos. También era la primera vez que los veíamos en este safari, y también causaron una gran admiración entre el grupo. La pena es que no se les veía bien la cabeza pero tendríamos tiempo. Aún nuestra aventura estaba comenzando.

Comiendo a la sombra de un baobab

El resto de la mañana transcurre entre elefantes, búfalos y cebras. En nuestra primera parada con los elefantes nos lamentamos de la situación en la que están, metidos entre una alta vegetación y además no nos muestran su cara. Pero allí estamos, contemplando el espectáculo en la distancia y en silencio. Se ve que en esa zona tienen agua, porque la vegetación está más verde en un entorno de absoluto secarral.

Habíamos salido de safari con nuestra caja para el pic nic, así que teníamos que buscar un lugar donde comer y lo hicimos en una área de pic nic, y a la sombra de un espectacular baobab. Que mejor lugar que este para disfrutar de una comida. Ni el mejor restaurante del mundo puede ofrecer lo que este baobab nos ofrecía hoy.

Allí si vimos algunos coches, cuyos ocupantes, en parte habían terminado ya de comer. Buscamos unas cuentas mesas y allí degustamos nuestra comida mientras comentábamos los mejores momentos de la mañana.

Lilac breasted roller (Coracias caudatus)

En los safaris por África, aunque no sea lo que vas buscando, encontrarás un montón de pájaros. Cada uno más llamativo que otro. Pero sin lugar a dudas uno de los que más admiración causa es el Lilac breasted roller o carraca lila. En este diario ya lo habéis visto, teníamos otro al frente y no sería el único que veríamos en este viaje. Es una de las más representativas de la familia Coraciidae y muy habitual en estas latitudes.

El Eland (Taurotragus oryx)

El Eland es una de esas especies muy complicadas de ver en África. Pese a ser el antílope más grande de cuentos existen, no es habitual verlos y es que suelen vivir en entornos boscosos lo que dificulta su visualización. En los safaris que nosotros hemos hecho hasta la fecha, solo habíamos visto un Eland en Uganda, en el lago Mburo, y a bastante distancia.

Teníamos dos ejemplares hembras delante, a bastante distancia. Los Eland, pueden llegar a pesar unos 900 kilos (los machos) y suelen vivir en manadas. En las dos ocasiones que nosotros los hemos visto, nunca era una manada grande. En esta ocasión solo eran dos.

Tienen la capacidad para subir su temperatura corporal en unos 7 grados lo que hace que en época de sequía suden menos y tengan que beber menos también. La gran papada que tienen, más visible en el macho, tiene en parte esta función.

Las jirafas de Mikumi

Da igual la cantidad de jirafas que veas, siempre causan una gran expectación y asombro. Su tamaño, su belleza, su elegancia, las convierten en las grandes «damas» de la sabana. Y si, da igual que tengas mil fotos de jirafas, te encuentras con una y no puedes evitar inmortalizarla. No creo que exista ninguna persona en el mundo a la que no le guste una jirafa. Nosotras estábamos maravilladas. Ahora mismo, aquí, en Mikumi, donde el día anterior las habíamos visto antes de entrar al parque, las teníamos delante y a la luz del ya el atardecer, la visión era inigualable.

El Calao Terrestre Sureño (Bucorvus leadbeateri)

No pasan desapercibidos y tampoco es complicado confundirlos con ninguna otra especie. El Calao terrestre, de negro impoluto y con esas manchas rojas en la cara, es uno de los habituales de la sabana africana. Es el más grande de su especie, suele vivir en grupos pequeños y se alimenta de semillas, frutos y pequeños invertebrados.

Esta tarde los vimos en varias ocasiones.

Un encuentro inesperado y agresivo: el elefante de Mikumi

Continuamos con nuestro safari de tarde. Cuanto más miraba los paisajes más me maravillaba. No me podía gustar más este parque. Y así, concentrados mirando para ñus, cebras y jirafas, que pastaban a sus anchas en aquel paraje tan bonito, les vimos a ellos, los elefantes.

Allí, parados en medio de la nada y del todo, en un entorno de hierba tostada, con las montañas al fondo, algún que otro árbol medio seco, algún que otro todavía frondoso teníamos dos imágenes difíciles de olvidar.

Por un lado una jirafa que a paso lento iba avanzando hacia un grupo de elefantes. Por otro, ese grupo de elefantes que avanzaban, a paso lento hacia la jirafa ¿Se llegarían a encontrar? ¿Qué harían si llegaba ese momento? Solo nos quedaba esperar y contemplar.

A los elefantes nos costó verles. Estaban totalmente integrados en el entorno. La hierba alta no facilitaba la visión y además estaban en lo que parecía la bajada a un río seco. Y entiendo que estaría seco porque mucha vegetación verde no se percibía. Aún así, en época de sequía, los animales suelen buscar estas zonas de ríos secos, porque aunque secos, saben que el agua está cerca. Les intuíamos en ocasiones, les veíamos el lomo en otras, y sabíamos que poco a poco avanzaban a una zona donde esperábamos verles mejor.

A la jirafa se le veía mejor. Su altura la delata. La jirafa se para. Ha visto a los elefantes. No parece importarle mucho pero por el momento no se mueve. Y de repente, justo por detrás, por donde no estábamos mirando, aparece él, un elefante de gran tamaño. Viene mojado. Ha estado dándose un baño en el cercano estanque de los hipopótamos y regresa con la manada.

El problema es que el elefante, a diferencia de otros que hemos visto en otros parques, no estaba nada tranquilo. Más bien le incomodaba nuestra presencia, pero tampoco podíamos hacer nada. En estas situaciones lo mejor es quedarse quieto, no hacer mucho ruido y estar alerta por si hay que salir de estampida. No se le llegaba a ver tan cabreado como en aquella ocasión en Manyara, pero si alterado con nuestra presencia. Amagaba con pasarnos por delante, pero después agitaba orejas y trompa y no se atrevía a pasar.

Finalmente nos pasa por delante, amenazante, esta vez mucho más. No sería la única vez que nos pasó tan cerca, pero esta vez, al menos habíamos librado la embestida. Y si, varias veces nos cruzó, una justo rozando nuestro coche, otra un poco más alejado y por último cruzando por delante de nuestro otro coche, el del equipo A. Finalmente abandonamos la zona, dejando tranquilo al elefante, al resto de su manada y las jirafas y fuimos en dirección al estanque de los hipopótamos.

El Estanque de los hipopótamos al atardecer.

Estaba empezando a caer la luz. Esa luz mágica africana de los atardeceres que hace que todo luzca mucho más bonito si cabe. Pero sin duda, lo que pasa cuando cae el sol, es que muchos animales que antes ni siquiera intuíamos que estaban ahí, salen a la luz. Fue lo que pasó en el estanque de los hipopótamos.

Y es que si esta mañana parecía que allí no había más que un grupo de hipopótamos la verdad es que no habíamos sabido mirar bien o no se habían dejado ver igual de bien.

Nos situamos en una zona entre la alta hierba y desde ahí contemplamos todo lo que teníamos al rededor. Un montón de aves se habían acercado a la charca, sobre todo marabús. Que creo que nunca había visto tantos juntos.

Marabús, gacelas, otras aves que no sabría deciros su nombre, y sobre todo, muchísimos cocodrilos del Nilo. Allí donde ponías un ojo, no había uno, sino varios cocodrilos hasta el punto de que no pudimos contar con exactitud cuantos teníamos delante. Muchas veces se confundían entre el barro, pero ahí estaban y cuanto más mirábamos más veíamos.

Y si, también estaban ellos, los hipopótamos, esta vez un poco más desperdigados y un poco más activos. De vez en cuando sacaban la cabecita y dejaban ver esos ojos tan simpáticos y saltones que tienen.

De nuevo nos pudimos bajar del coche y es cuando te das cuenta de lo peligroso de la naturaleza africana. Justo a lado de donde nos bajamos estaba esta mole de cocodrilo, que en la foto no se percibe pero tenía un tamaño descomunal.

El atardecer en Mikumi.

Y para ir cerrando ya el día, con el sol cayendo a velocidades de vértigo empezamos a disfrutar de los colores del atardecer. No hay nada más bonito en África que cuando empieza a caer el sol y todo se tiñe de un color anaranjado que da a todo el entorno una imagen de postal. Los búfalos, las cebras, las gacelas, junto con esos baobabs que riegan el paisaje de Mikumi, hacían que lo que menos te apeteciese en ese momento era que el día se terminase.

Otras imágenes del día

Pero no todo fueron elefantes, cebras, ñus, jirafas o hipopótamos y cocodrilos. Hubo otras especies que también se dejaron ver. Los Cercopiteco Verde, posiblemente en más común de los primates africanos; las avutardas, los facóqueros (más conocidos como Pumbas) o los marabús, que al atardecer, y sobre un baobab, fueron los últimos en despedirse de nosotros antes de regresar al campamento, ya cayendo la noche y dejándonos presenciar otra espectacular puesta de sol.

Ducha, cena, conversaciones a la luz tenue de la noche y finalmente, nos retiramos a dormir. Al día siguiente nos tocaba un buen madrugón, para antes de desayunar, hacer nuestro último safari de amanecer en Mikumi.