El monte Gellert, el mercado central y Balneario Széchenyi.
Día 7
Diario Capitales Imperiales en Navidad
Suena el despertador. Abro un ojo. Abro el otro. Y mis sentidos se empiezan a despertar a la vez que mi olfato empieza a emitir la luz roja de emergencia. Sí, esto no hay quien lo aguante. Así que rápidamente nos vamos a la ducha, hacemos las maletas porque de una manera u otra no permaneceremos en esa habitación ni un minuto más. Bajamos a recepción y comunicamos nuestra queja. Nos dicen que proceden a enviar a alguien para que lo solucione a lo que les contestamos que “de eso nada, que nos cambien de habitación porque no estamos dispuestos a pasar ni un minuto más en esas condiciones”. Nos vamos a desayunar y mientras nos dicen que se ponen a preparar una habitación para hacer el cambio. No hay problema.
Miércoles, 12 de Diciembre de 2012
Tras el desayuno hacemos el cambio. Entramos con mucho miedo. Pero todo estaba correcto. La habitación era más grande. En vez de ducha tenía bañera pero… no olía a nada, así que “nos la quedamos”.
Rápidamente salimos a la calle con intención de empezar a descubrir la ciudad y primer impacto: Hacía frío, mucho mucho frío. Menos mal que yo salía con mi pantalón térmico y esto ayudó, ayudó mucho (no se que parecía con el pantalón de ir a la nieve puesto pero al menos la baja temperatura se soportaba mucho mejor).
Dimos un bonito paseo pasando por la calle Vací, una calle peatonal y comercial y una de las más importantes de Budapest, junto con la Avenida Andrassy. En ella se encuentran tiendas, comercios, centros comerciales, bares, restaurantes y hoteles, vamos, una calle que tiene todo para ser lo que es, una calle totalmente concurrida tanto de día como de noche, excepto cuando nosotros pasamos. Vimos Vací Utca casi desierta. Toda para nosotros solos. Disfrutamos mucho del paseo, admirando todos los edificios y las tiendas hasta llegar al Mercado Central.
El Mercado Central de Budapest tiene mucha historia. Este mercado, junto con otros cuatro, fueron creados a finales del siglo XIX con la intención de controlar la higiene de los alimentos ya que se había notado un incremento de las enfermedades por su mal estado. A partir de este momento surgieron muchas críticas ya que se decía que desde su creación los precios se habían incrementado mucho, algo que se agravó con la Primera Guerra Mundial. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, el edificio quedó muy afectado siendo cerrado en 1991. Tres años después se reabre al público y hoy en día es uno de los edificios emblemáticos de Budapest.
En la parte superior se encuentran bares y restaurantes donde podemos compartir mesa con locales y turistas mientras degustamos platos típicos húngaros a muy buenos precios. Para nosotros era muy temprano así que no tuvimos el gusto, pero si nos dimos un buen paseo tanto por la parte de abajo (con productos frescos) como por la parte de arriba, más dedicado a souvenirs. Aunque en un principio no teníamos pensado visitar el Monte Gellert, puesto que el día anterior vimos que las horas de luz daban tiempo a mucho que caminábamos a buen ritmo decidimos cruzar el puente y subir. Cruzar el puente fue complicado. El viento, la gélida brisa que soplaba dejaba el cuerpo totalmente helado y petrificado. Aún así tuvimos la fortaleza para sacar alguna foto, no muchas porque ni se percibía el botón de disparar.
Nada más cruzar el puente nos damos de bruces con el Hotel Gellert, donde en uno de sus laterales se encuentra la entrada al conocido balneario Gellert. Este balneario ya existía antes de la construcción del hotel y hoy en día se trata de uno de los balnearios más conocidos y reconocidos de Budapest. Sobre todo llama la atención su piscina principal, donde se rodaron archiconocidos anuncios como el del “cuerpo danone”. Nosotros no nos decantamos por este balneario aunque si hubiésemos dispuesto de más tiempo probablemente si lo hiciéramos. Este balneario es el más caro de todo y no solo eso sino que para viajar en invierno, como es nuestro caso, hay que tener en cuenta que la piscina central no es de agua caliente. Esto unido a las críticas encontradas en las que se dice que el balneario está un poco anticuado hizo que nos decantáramos por el Széchenyi, el que sí que recomendamos totalmente.
Continuamos nuestra vista al monte Gellert con la siguiente parada, La Iglesia Rupestre de Budapest. Se trata de una iglesia excavada en la propia roca al estilo del Santuario de Lourdes. Su construcción es muy peculiar y sin lugar a dudas llama mucho la atención.
Con la entrada te dan una audio – guía que te va explicando todas las salas de la Iglesia. En su interior se encuentra una copia de la Virgen Negar de Czestochowa y una pintura de San Kolbe, un monje que dio su vida por proteger a los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz. La verdad que la Iglesia merece una visita, no lleva mucho tiempo y es un templo un tanto especial y distinto a lo que estamos acostumbrados.
Seguimos el paseo por el monte Gellert pasando por la mayoría de los miradores que muestran estás imágenes de Budapest. Hacía frío pero con estas vistas parece que se llevaba todo mejor.
Poco a poco ascendimos hasta llegar a la estatua de la libertad.
Justo al lado se encuentra la Citadella, que es el punto más alto de Budapest y desde donde conseguimos unas fantásticas vistas. En la parte de debajo de la Citadella se encuentra un bunker de la Segunda Guerra Mundial que si no tienes intención de visitar no entres, porque solo entrar por las vistas no merece la pena. Las vistas desde aquí, al menos en invierno que no hay hojas en los árboles, apenas se distinguen de las que puedes ver desde los distintos miradores.
Acceder a la Citadella cuesta 1200 florines y te permite la entrada al Bunker que es, sin duda, lo más significativo. En el bunker se encuentran distintas salas con figuras de cera que representas distintas escenas de la vida dentro durante la Segunda Guerra Mundial.
A partir de este punto empezamos el descenso del monte Gellert, que nos llevó por distintos miradores, estos menos vistosos que los de la subida pero sin duda con mucho encanto.
Al llegar a la parte inferior detectamos a mano derecha los balnearios Rudas, considerados uno de los balnearios más bonitos del mundo con un aspecto muy similar a los que nos podemos encontrar en Estambul. Una pena es no haber tenido tiempo para haberlo podido disfrutar.
Abandonamos Buda para dirigirnos a Pest por el puente de Elisabeth. Esta vez no paramos mucho, porque nuestro cuerpo aguantaba mucho menos el frío ya que todavía no habíamos parado ni a tomar un café y el cuerpo empezaba a pedir algo caliente.
Nuestro paseo nos llevó al Café New York donde disfrutamos de una merienda antes de comer. Un café nos llevó a entrar en calor pero claro, viendo la pinta de los pasteles y el entorno en el que estábamos no pudimos resistirnos y … cayeron un par. Eso sí, caro, caro. Nos dejamos con la tontería unos 20 euros pero el entorno los merecía.
Al salir de aquí y para compensar entramos en un Mc Donald´s donde repusimos fuerzas de nuevo, antes de emprender nuestro paseo.
De aquí nos vamos en metro al Balneario Széchenyi, que como ya os había comentado nos salió gratis. Aquí me llevé otra sorpresa, porque creíamos que gratis solo era la entrada, pero la cabina y demás tendríamos que pagarla, pero no fue así, entraba todo excepto el alquiler de la toalla. Así que volvimos a pensar que el precio pagado por el hotel había sido una ganga. Si el Rudas es uno de los más bonitos del mundo, el Gellert uno de los más antiguos, el Széchenyi es uno de los más grandes de Europa. El balneario tiene 15 piscinas, 3 exteriores. En el interior encontramos además de 12 piscinas distintos tipos de saunas y zonas de masajes.
Las mejores piscinas son las exteriores y las primeras que probamos. Eso sí, tuve que mentalizarme que el agua estaba calentita para decidirte a salir en bikini y correr hacia el agua. La temperatura exterior era de -8ºC y… creo que me entendéis. Pero si esto fue difícil, decidirse a salir del agua, a 35ºC y tener que correr hacia el recinto cubierto fue todo un reto. Salimos descalzos, cualquiera se paraba a calzarse, tocando un suelo helado (y esto es literal, el suelo estaba cubierto de un gran capa de hielo) así que, además, había que tener cuidado, no se podía correr mucho. Una vez dentro… respiras y empiezas a disfrutar de todas y cada una de las piscinas y todas y cada una de las saunas. Hasta que llegas al otro extremo y tienes que pensar en salir.
Y aquí viene el dilema: Salir o no salir, salir o no salir. A todo esto tenéis que pensar que la toalla tras tantas entradas y salidas en las piscinas y las saunas estaba mojada, con lo cual… poco podía hacer por nosotros. Con mucha decisión volvimos a salir al exterior. Después de unas horas dentro del recinto cubierto volver a salir al exterior con la que estaba cayendo fue todo un reto. Estábamos a -12ºC y con brisa. Mortal. Pero podéis imaginar la satisfacción que da meterse en una piscina a 37ºC en estas condiciones y más… la satisfacción que da estar, de noche, con esas temperaturas exteriores, viendo las estrellas, disfrutando del momento. Esto, no tiene precio. En este momento te das cuenta que todos y cada uno de los euros pagados por entrar merecen la pena (y eso que nosotros no pagamos, con lo que la satisfacción es doble). Pero tocaba salir. Tuvimos la precaución de no mojar el pelo, o lo menos posible, porque estar allí metido y con la cabeza mojada fuera si que podía ser una tortura. Y esto lo digo porque a la mínima te puedes congelar. Cuando fuimos a por la toalla esta tenía escarcha, con lo que mejor ni tocarla.
En este momento tuvimos nuestro momento desagradable del viaje. Durante toda nuestra estancia dentro del balneario estuvimos muy pendientes de las toallas. Podéis imaginar la cantidad de gente que había allí dentro, todos o casi todos con toallas blancas (unas de hoteles, otras del balneario…) con lo que podía ser muy fácil que alguien se agenciara tu toalla. Tuvimos mucha precaución con esto ya que tienes que depositar 8000 florines por las toallas (que te devuelven al entregarlas) y eso es mucho dinero. Bueno, pues al entrar de nuevo al recinto decidimos poner las toallas a secar. Buscamos uno de los radiadores de la calefacción. No tenía nada encima y colocamos nuestras toallas. Desde la piscina interior no se veía pero bueno, pensamos que al estar separadas del resto nadie las confundiría. Y yo no se si las confundieron o que pasó pero una de ellas desapareció. Esto la verdad que sacó todo lo malo de dentro de mí. No me podía creer que estando pendiente de la toalla todo el tiempo, en un momento que la perdemos de vista la toalla desapareciera. En fin. Esto agrió todo el momento.
Así que decidimos irnos. Bajé a devolver la toalla (la que nos quedaba). La hice un balón y recé porque no se diera cuenta que era una sola. Ni la miró. La cogió, la lanzó como si fuera un balón de baloncesto y me devolvió mis 8000 florines. Así que me fui muy contenta pero con un poco de resquemor.
Nos fuimos al metro casi corriendo, porque el pelo todavía estaba algo húmedo y aunque el gorro hacía mucho no quitaba del todo el frío que se sentía. Ya que estábamos en el metro aprovechamos para acercarnos hasta la estación de tren y comprar los billetes a Bratislava. Llegamos tarde, habían cerrado para los tikets internacionales por lo que teníamos que volver.
Llegamos al hotel y decidimos dar unos paseos por las calles aledañas del hotel, visitando el mercadillo, y buscando un restaurante donde cenar. Esta vez escogimos el Hummus Bar. Y aquí volví a sentirme mal y eso que me apetecía mucho cenar cuando pedimos pero en cuanto llegó la comida mi estomago empezó a revolverse. No podía ni mirar para la comida pero no hubo problema, Rubén cenó lo mío y lo suyo. Vamos que perder no se pierde nada.
Con el estomago revuelto y con un brutal agotamiento y dolor por todo el cuerpo me fui a dormir. Esperaba poder encontrarme mejor al día siguiente porque tocaba visitar el Castillo de Budapest y tenía muchas ganas de perderme por estas calles.
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unas vistas muy bonitas! y muy chuloel balneario! lástima delas toallas…no todo es como en japón U.U pero bueno, espero que al día siguiente te sintieras bien :S
Si me tuviera que quedar con algo de Budapest seria sin duda con su mercado!!! Degustamos el famosisimo salchichon hungaro y desde entonces en nuestros viajes por la zona lo buscamos para traernos uno. Situación: salchichón de 20 cm en maleta de mano pasando el control de seguridad…los policías al vernos con el se rieron de lo lindo! y nosotros diciéndoles que es que estaba buenisimo!!
Ains, no me hables de salchichas y salchichón, que rico por Dios!! y que mal que no volviera a comerlos en todo el viaje, pero claro no me quería arriesgar más y además mi estomago no estaba para muchos estragos. Pero no te creas que seguí diciendo por la calle "quiero una salchicha" con la desaprobación de Rubén, claro.
Que buen relato sobre esta ciudad que nos encanto. Eramos unos novatos cuando la visitamos allá por el año 2000 y alguna cosilla se nos quedo por ver razón para volver a visitarla.
Precioso el viaje, y la crónica, yo me moriría por pasear por Budapest, pero hay que tener valor para ir a remojarse en un balneario con esas temperaturas, uf!!, yo no sé si sería tan valiente. un beso
Pues ya sabes Noelia, en cuanto acabes de estudiar… a preparar un viajecito, aunque sea corto, una escapada, cualquier cosa para desconectar y celebrar lo bien que te ha ido todo.
Muy bonito, lindas fotografias y lindas experiencias 😉 que bajón por lo de las toallas jeje, lo importante de todo el viaje es la experiencia, disfrutarlo y vivirlo a mil. Saludos
Exactamente, lo mejor es la experiencia, independientemente de que sea mala o buena. Yo siempre pienso que si no salimos de casa no nos pueden pasar estas cosas así que… al final todo queda en una experiencia más.
Madre mía! Yo no sé si me habría atrevido a salir fuera con esas temperaturas y en bikini!!! :-O Por cierto, sabes si se puede entrar con bebés en el balnerario?? Saludos
La verdad es que fue duro, pero merece mucho la pena, esa sensación de que estás bajo cero, en bañador y … metidita en el agua a 40 grados es una pasada. Lo peor es salir. No se si pueden entrar los bebes, no he visto ninguno, pero desde luego no es un ambiente muy adecuado para ellos. Demasiada humedad, olor como a azufre… no se que decirte. Y si le escribes a la oficina de turismo de Budapest? quiza te puedan decir algo. O al propio balneario. Ya me contarás que te dicen.
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16 Comentarios
unas vistas muy bonitas! y muy chuloel balneario!
lástima delas toallas…no todo es como en japón U.U pero bueno, espero que al día siguiente te sintieras bien :S
El balneario una pasada y si, lastima lo de las toallas pero bueno, eso se olvida pronto.
Seguí arrastrando mi malestar hasta el último día, Vero, así que mal.
Un besito.
Qué ganas me has dado de volver a Budapest! Cuando yo estuve nos alojamos en un barco-hotel anclado en el Danubio y me pareció ideal! 😉
Ah, y corroboro que los Gellert son caros y están algo anticuados (y la dependienta que nos atendió se negaba a devolvernos el cambio!)
Anda que los de Gellert vaya morro, con lo del cambio. En fin… Lo del barco hotel debe estar genial, pero supongo que para invierno…. no se. jeje.
Gracias por pasarte.
Cuando puedo también me acerco a ver los mercados. Te dicen mucho de sus gentes.
Bonitas fotografías.
A mi me encanta visitar los mercados de las ciudades y pueblos que visito, dicen mucho de sus gentes como bien dices. Gracias por el comentario.
Si me tuviera que quedar con algo de Budapest seria sin duda con su mercado!!! Degustamos el famosisimo salchichon hungaro y desde entonces en nuestros viajes por la zona lo buscamos para traernos uno. Situación: salchichón de 20 cm en maleta de mano pasando el control de seguridad…los policías al vernos con el se rieron de lo lindo! y nosotros diciéndoles que es que estaba buenisimo!!
Saludos y genial post
Ains, no me hables de salchichas y salchichón, que rico por Dios!! y que mal que no volviera a comerlos en todo el viaje, pero claro no me quería arriesgar más y además mi estomago no estaba para muchos estragos. Pero no te creas que seguí diciendo por la calle "quiero una salchicha" con la desaprobación de Rubén, claro.
Un beso.
Que buen relato sobre esta ciudad que nos encanto. Eramos unos novatos cuando la visitamos allá por el año 2000 y alguna cosilla se nos quedo por ver razón para volver a visitarla.
Saludos
Javier y Deborah
http://siemprejuntosporelmundo.blogspot.com.es
Exactamente, siempre hay una razón para volver. Además siempre es buen momento, al final , hoy en día todo está a un paso.
Un saludo.
Precioso el viaje, y la crónica, yo me moriría por pasear por Budapest, pero hay que tener valor para ir a remojarse en un balneario con esas temperaturas, uf!!, yo no sé si sería tan valiente. un beso
Pues ya sabes Noelia, en cuanto acabes de estudiar… a preparar un viajecito, aunque sea corto, una escapada, cualquier cosa para desconectar y celebrar lo bien que te ha ido todo.
Un besito.
Muy bonito, lindas fotografias y lindas experiencias 😉 que bajón por lo de las toallas jeje, lo importante de todo el viaje es la experiencia, disfrutarlo y vivirlo a mil.
Saludos
Exactamente, lo mejor es la experiencia, independientemente de que sea mala o buena. Yo siempre pienso que si no salimos de casa no nos pueden pasar estas cosas así que… al final todo queda en una experiencia más.
Un saludo.
Madre mía! Yo no sé si me habría atrevido a salir fuera con esas temperaturas y en bikini!!! :-O Por cierto, sabes si se puede entrar con bebés en el balnerario??
Saludos
La verdad es que fue duro, pero merece mucho la pena, esa sensación de que estás bajo cero, en bañador y … metidita en el agua a 40 grados es una pasada. Lo peor es salir.
No se si pueden entrar los bebes, no he visto ninguno, pero desde luego no es un ambiente muy adecuado para ellos. Demasiada humedad, olor como a azufre… no se que decirte. Y si le escribes a la oficina de turismo de Budapest? quiza te puedan decir algo. O al propio balneario. Ya me contarás que te dicen.
Un saludo.